sábado, 28 de abril de 2012

EL CEREBRO Y EL MITO DEL YO (28)

De las células emanan los sistemas

Así pues, la complejidad de los sistemas emerge de la complejidad inherente a las células, y ello sin conocimiento a priori de lo que podrían ser al final, si es que lo hay. Se trata de propiedades emergentes; los sistemas no son todo o nada, sino que evolucionan. Sin embargo, por su increíble complejidad, intuitivamente parecería que algo, algún polo de atracción, algún proceso, guíe la transformación del ojo en lo que es. Pero esto es justamente lo que no sucede. No hay intención de convertirse en ojo y en los albores de la visión, se intentaron una enorme variedad de posibles soluciones. El sistema no sabía hacer retinas planas o lentes de Galileo; simplemente mutaciones genéticas hacen cambios paulatinos que ofrecen alguna ventaja y hacen al animal más competitivo o de lo contrario se lo comen o se muere de hambre. ¿Qué tienen en común todas estas soluciones? Todas ellas explotan las propiedades de la luz a saber, su trayectoria en línea recta y la generación de imágenes por reflexión o refracción. Si se comprende esto se comprenderá cualquier sistema visual periférico concebible, aquí o en otro planeta.

¿Cómo demostrar que, para hacer imágenes con luz, la evolución ensayó prácticamente todo lo posible, dado sus recursos? No es posible asegurar que lo ha ensayado todo, pero definitivamente lo suficiente para generar la misma solución final (hacer imágenes con luz) de maneras muy diferentes. En fin. Pese a que la naturaleza no planea, en ella suceden cosas espectaculares. Pasemos a otro ejemplo.

¿Cuánto cuesta una bolsa de canicas? Lo equivalente a dos dólares o dos euros. Pero como la gente necesita trabajar para vivir, probablemente el costo real de las canicas sea de centavos. ¿Cómo hacer una bola tan perfecta, tan absolutamente esférica y lisa a tan bajo precio? Recordemos además que las canicas tienen bellísimos patrones. ¿Entonces cómo se hacen?

A la mayoría de la gente le vendrá a la mente la idea de la torre de munición desde la cual se vierten gotas de plomo derretido que caen al final en un líquido refrigerante. Al caer, las gotas de plomo se solidifican en fragmentos más o menos esféricos. Pero, fabricar canicas de este modo resultaría muy costoso, sería imposible incorporarles los patrones de colores deseados y, además, no serían perfectamente redondas. La solución es derretir el vidrio en forma de varilla, añadirle los patrones de colores y cortarlo en pequeños cilindros. Estos cilindros más algunas substancias abrasivas se colocan dentro de un tambor que da vueltas constantemente por semanas. Rotando así durante cierto tiempo, la mayoría quedarán perfectamente esféricas.

Esto es precisamente lo que sucede en biología durante la evolución: si se deja que algo gire durante suficiente tiempo, se acerca paulatinamente a una solución estable. En el caso de las canicas, éstas se hacen esféricas porque es la solución física que da la mínima superficie por volumen. El poder de las colisiones aleatorias se basa en lo anterior y en paciencia, y de allí deriva la suma total de la inteligencia de la naturaleza. La selección natural elimina sistemáticamente todas las asperezas, los defectos, lo que no funciona bien. Lo que permanece son los aspectos ventajosos que se transmiten de generación a generación, es decir, lo que funciona, lo que facilita la sobrevivencia. De hecho, la sobrevivencia es el combustible de la selección natural.

Pero en contra de esta sencilla perspectiva, el hecho es que, en biología, por más vueltas que se den, nunca se logra la perfección.

¿Qué quiere decir "perfecto" en biología? Significa terminar un trabajo — un trabajo particular, especializado como el de ver — lo más eficientemente posible y con un mínimo costo o esfuerzo. Significa hacer módulos, aparatos locales que le faciliten al organismo interactuar con el mundo, tales como ojos que ven o un sistema vestibular que le preste al organismo el sentido del equilibrio, y significa también que, a lo largo del tiempo, la manufactura de tal aparato sea lo menos costosa posible.

Si unos ojos suficientemente grandes como para ver en la oscuridad impidieran la movilidad del animal, podría decirse que el costo es demasiado alto para la naturaleza y al final no se ven ojos gigantescos por ahí. A pesar del saludable respeto que tengo hacia la evolución, he llegado a creer que ésta puede explicarse básicamente como un producto de la Ley Universal de la Pereza. Esta ley ordena la comodidad y la utilidad: la vía de la menor resistencia. La luz es gratis (me refiero a la luz del sol). No nos cuesta nada. ¿Y qué sucede? La naturaleza aprovecha que la energía luminosa es gratis y fácil de absorber. Además, soporta plantas que producen su propio alimento y activa parches en la piel que se convierten en ojos capaces de generar imágenes del mundo externo. Todo esto resulta de haber tomado la vía de la menor resistencia. Tomar lo útil, descartar lo inútil y, sobre todo, evitar riesgos.

Ahora bien, esto en realidad lleva a un planteamiento más profundo. Tenemos ojos que evolucionaron para generar imágenes del mundo externo mediante las propiedades de rebote de los fotones. Pero, ¿qué es una imagen? Una imagen es una simplificación de la realidad. El cerebro constantemente simplifica la realidad, más aún, simplifica el mundo externo pero en forma muy útil. Una imagen es una representación simplificada del mundo externo escrita en forma extraña. Cualquier transducción sensorial es una representación simplificada de un universal emanado del mundo externo. El cerebro es muy kantiano en cuanto a la esencia de sus operaciones. Representa aspectos del mundo externo, aspecto fraccionados, mediante una geometría útil, una geometría con significado interno que no tiene nada que ver con la "geometría" del mundo externo del cual emanó. Ésta es la capacidad transformacional vector/vector del cerebro, que es independiente de los sistemas de coordenadas utilizados para tal transformación.

Los colores, por ejemplo, son simplemente una forma particular de transducir la energía de cierta frecuencia. Una serpiente ve el rango infrarrojo, que en realidad es calor. Es muy claro que las imágenes en nuestra cabeza son tan sólo una representación del mundo.

Los ojos tienen neuronas que internalizan geometrías de luz que rebota, y el cerebro es un conjunto de sistemas de coordenadas que miden o reconocen geometrías abstractas inexistentes en el exterior. El olor del bosque es una abstracción interna que no existe como geometría externa.

Aquí tenemos otro punto por considerar: el lenguaje es un ojo, pero un ojo abstracto, una abstracción interna.

Así como el parche de piel fotosensible se convirtió en un ojo, el lenguaje, tal como lo conocemos, siguió una trayectoria similar. Ambos son aparatos especializados para internalizar geométricamente propiedades externas fraccionadas. Tenemos, pues, las siguientes secuencias: parche/arruga/concavidad /cámara oscura / ojo con lentes y/o espejos; la generación de protorredes llega a un sistema funcionalmente maduro, análogo al protolenguaje y al desarrollo del lenguaje (¡tal vez todavía no sea sino un protolenguaje!).

Afirmo que soy un sistema cerrado pero no un solipsisto. No puedo serlo, porque soy el producto de la evolución que internalizó las propiedades del mundo externo.

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