miércoles, 23 de mayo de 2012

EL CEREBRO Y EL MITO DEL YO (52)


Papel de la mímica en el desarrollo del lenguaje

Volvamos a la mímica y al papel que desempeña en el desarrollo del lenguaje ¿Cómo logró la selección natural que la mímica se convirtiera en una propiedad intrínseca? Obviamente, sólo por vía de la mejor resistencia, ¿o si no qué? Partimos de la capacidad de imitar y estamos llegando al deseo de imitar, que es el paso posterior crucial. El instinto de imitar se amplifica porque a la mayoría de los animales les resulta muy fácil imitar mediante el sistema auditivo. ¿Por qué? Porque un sonido que se oye se puede reproducir una y otra vez hasta que cuadre con lo que se oyó. Ya señalé que es más difícil imitar mediante el sistema visual porque, en general, uno no se observa haciendo algo. Así, la mímica evolucionó de manera rápida y exuberante allí donde encontró fácil florecer.

Mímica de los sonidos

Es obvio que los animales emiten sonidos y además pueden oír los sonidos que ellos mismos emiten. El PAF de la vocalización cambia por completo las cosas, porque en este caso el animal puede acoplar a sus propiedades motoras cualquier secuencia sensorial, o sea que puede tratar de imitar cualquier sonido que oye (recordemos lo dicho sobre el trino de las aves).

La vocalización es un fenómeno fascinante. Por alguna razón, en lo referente al lenguaje humano, tendemos a equiparar la vocalización con el lenguaje, pero la vocalización es mucho más antigua. La verdadera riqueza de la vocalización actual evolucionó cuando ésta se acopló con la intención o prosodia. Pero la vocalización ocurrió primero, probablemente como accidente motor que desembocó en algo útil y, por tanto, me objeto de selección natural.

En un comienzo, la vocalización era parte de un PAF bastante sofisticado. ¿Cuál? Cuando me duele, grito. Y grito porque me duele, pero esta vocalización es también una forma de defensa. Cuando uno grita, tiende a sorprender momentáneamente al animal atacante, humano u otro, cosa que lo distrae por unos instantes de su ofensiva. Sí los gritos son muy fuertes, puede que el atacante se detenga, o incluso que se aleje. En este caso se incrementan las posibilidades de supervivencia. Pensemos ahora en el sentido evolutivo: uno grita cuando es mordido o atacado, de donde evolucionó el hecho de que uno grita cuando piensa que va ser atacado o mordido. El siguiente paso es gritar cuando se siente dolor, aunque el motivo no tenga nada que ver con el de ser atacado. Luego vienen las generalizaciones: un fuerte golpe en el abdomen, un calambre en la pierna, un golpe del dedo del pie al tropezar contra una piedra.

De una mera representación de respuestas ante la actividad externa, la vocalización pasa a representar la actividad interna. La vocalización es un reflejo motor de alerta, aunque nótese que no es sólo una respuesta a algo externo. Ciertamente el despertador es un objeto muy "alertante", pero la "alerta" es un estado interno que se puede generar tanto desde el interior como desde el exterior. Transcurridas unas horas, me percato de que por error dejé las llaves en el automóvil cerrado: ¡Ay!, ¡no! Esto, definitivamente, es "alerta", generada a partir de un estímulo puramente interno, consistente con el concepto de que dejar las llaves en el automóvil cerrado resulta perturbador. El concepto es el estímulo. Así mismo, un sueño puede ser tan intenso que, de hecho, despierte al durmiente, y esto también es "'alerta" puramente interior. El sistema nervioso central se halla constantemente bombardeado, tanto por estímulos externos como internos, por lo cual ambos son equivalentes. Es así cómo se llega a que el animal grite porque lo han mordido realmente, o porque siente en su interior que ha sido mordido.

Así, los animales oyen ruidos, hacen ruidos, se oyen entre sí haciendo sus propios ruidos y aprenden el significado de los ruidos cuando los emiten y cuando oyen los mismos sonidos en otros animales. Ya se dijo que este tipo de mímica probablemente es el mejor modo de asociar las cosas, porque cuando hay furia y se emite un sonido de furia, se llegará a reconocer que estos mismos sonidos indican "furia" en otros animales, o sea que los otros tienen el mismo tipo de experiencia interna que uno tuvo al emitir cierto ruido. Antes mencionamos que igual sucede con la risa, la cual reconocemos porque la asociamos con nuestra propia risa.

La mímica floreció espléndidamente en estos sistemas, porque podemos oír los sonidos que emitimos y emitir los sonidos que oímos. Las complejidades del significado interno y la expresión externa florecerán y se desarrollarán, si además existe un aparato que genere sonidos y parrones de sonidos suficientemente complejos, como los que nos permite nuestro sofisticado mecanismo laríngeo (Hirose y Gay, 1972; Passíngham, 1981; Doupe, 1993; Zhang et al, 1994; Davis et al, 1996; Jurgens y Zwirner, 1996; Jurgens, 1998; Doupe y Kuhl, 1999) y la siringe de las aves con su amplio rango de sonidos (Goller y Suthers, 1996a, b; Goller y Larsen, 1997a, b; Wild. 1997a, b; Suthers, 1997; Suthers et al, 1999). Por otro lado, la vaca sólo puede mugir, siendo esto todo: no tiene otras voces, como para hablar. El rango del aparato fonador de los humanos y de muchas aves es enorme, por lo cual naturalmente se selecciona como un excelente medio de comunicación.

Mímica visual

Muy común también en el reino animal, aunque no tan fácil de generar, es la mímica mediante el sistema visual. Tenemos el caso del lenguado que, aunque tal vez no sea la más elegante o bella de las criaturas, es sin embargo fascinante por su intención. Pensemos cómo es: tiene los dos ojos a un lado del cuerpo. Su superficie es oscura en el lado dorsal y clara en el ventral. Cuando el lenguado se posa en el fondo del mar, se funde en la misma imagen del medio que lo rodea. Lo intrigante en este caso es que, al incorporarse en la imagen de su universo, este animal crea con la superficie de su cuerpo un patrón que reproduce las propiedades visuales del mundo a su alrededor sobre un pedazo del fondo del mar, que no verá nunca porque él mismo forma parte de esa imagen. Como los ojos miran hacia arriba, el pez no está en posición de ver el terreno debajo de su cuerpo. La imagen se configura para ser vista por los demás y trata de imitar el contexto visual de lo que rodea al pez en reposo. El lenguado crea en su piel, para los otros peces que lo circundan, un patrón visual similar al área sobre la que se encuentra. Obviamente, si se le cubren los ojos no puede realizar tal patrón. Si se le coloca sobre un tablero de ajedrez, intentará copiar un patrón que se asemeje visualmente a una extensión del tablero. Lo importante es que el pez debe poder generalizar, abstraer lo que ve y tratar de copiarlo sobre su piel. No logrará una gran semejanza con el tablero de ajedrez — son obvios los problemas de su sistema óptico ante este problema — pero indudablemente hará un gallardo intento. Desde el punto de vista del sistema visual, se trata de un hermosísimo caso de mímica. El pez es capaz de crear un fragmento de una realidad inexistente, el cual, sin embargo, es lo suficientemente semejante al terreno como para que otro animal no discierna discontinuidades en lo que ve (figura 11.2). Este comportamiento de camuflaje del lenguado sólo puede explicarse si la abstracción interviene en este tipo de generación de patrones.

Figura 11.2
Fotografías de lenguados que ilustran su capacidad de camuflaje mediante el cambio de la apariencia para imitar el color y la textura del fondo. Los cambios adaptativos ocurren en 2-8 segundos. Las imágenes de la izquierda y del centro son del mismo pez. (Imagen de LA izquierda tomada del sitio web www.richimond.edu/~ed344/webunits/vertebrates/camouflage-html;imágenes del centro y derecha tomadas de Ramachandran et al.. 1996, figuro 1, p.816.)

El calamar Sepia es otro animal cuya mímica visual es relativamente más evolucionada. Estos cefalópodos tienen en la piel células oscuras llamadas cromóforos, que pueden expandirse o contraerse por activación nerviosa y por tanto parecen cambiar de blanco a negro (Ferguson e al., 1994; Loi et al., 1996; Shasher et,al., 1996). Gracias a los cromóforos, el calamar puede generar toda suerte de patrones (recuerdan los avisos de neón), de líneas y geometrías de líneas, en una y otra dirección, que se entrecruzan en sus cuerpos. Este efecto espectacular constituye otro ejemplo de un lenguaje prosódico muy complejo, puramente visual, un lenguaje semafórico si se quiere. También es un lenguaje muy rico, porque la sepia puede efectuar estos fugaces patrones muy rápidamente y con un enorme grado de complejidad. Es evidente que este lenguaje transmite un significado entre dos anímales; dada la exactitud y rapidez con la cual se imitan ciertos patrones y se añaden otros a los anteriores, es obvio que se trata de algo más que de un mero reflejo insustancial. Hay algo que debe inducir estos cambios con la sofisticación y el control necesarios para ser capaz de producir una señalización con tan increíble grado de complejidad, y es obvio que ese algo tiene impresa en él la intención de hacerlo.

Resumiendo brevemente. A todas luces, el lenguaje se gestó a partir de la abstracción o del pensamiento abstracto o, dicho de otro modo, el proceso generador de propiedades de abstracción en el sistema nervioso precedió por necesidad al lenguaje, y más particularmente al lenguaje prosódico. Hemos definido la prosodia como la expresión externa de un estado interno momentáneo, cuya expresión misma significa algo para otra criatura. Tales estados internos, tanto emociones como intenciones, no existen en el mundo externo y por lo tanto tienen que ser abstracciones. Fue la evolución de la mímica la que permitió que estas abstracciones llegaran a significar lo mismo — o algo parecido — como para que los organismos sacaran provecho de ella. La mímica aporta el factor común para que un comportamiento llegue a tener un significado que permita relacionar los estados internos con los comportamientos percibidos en los demás. Hago esto, cuando siento de esta manera; al ver que usted hace esto, pienso que usted posiblemente está sintiendo lo mismo. Así, a través de los tiempos, evolucionó el "significado".

La mímica se originó en dos formas primarias que, aunque de diversa índole, son reflejos de la abstracción interna. Existe la mímica de copia, que corresponde al método de "oigo este sonido y lo repito hasta que cuadre con lo que oigo" y el método de extrapolación, como cuando el lenguado se abstrae a si mismo en un patrón visual que sólo verán los demás. En términos generales, en una comunicación significativa, la copia suministra los elementos comunes que mediante las extrapolaciones permiten distinguir los matices entre las criaturas.

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