jueves, 24 de mayo de 2012

EXAMINANDO LA CRISIS TERMINAL DEL CAPITALISMO (24)



Apuesta a colapso
¿Recuperación o colapso?


Paul Craig Roberts
CounterPunch
23-05-2012
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


El sistema financiero de EE.UU. y probablemente el sistema financiero europeo, como la policía, ya no sirven a un propósito social útil.

En EE.UU. la policía ha demostrado que es una amenaza mayor para la seguridad pública que los criminales del sector privado. Acabo de buscar en Google “police brutality” y encontré 183.000.000 de resultados.

El coste del sistema financiero privado es todavía mayor para la sociedad. Escribiendo en CounterPunch (18 de mayo), Rob Urie informa de que hace dos años Andrew Haldane, director ejecutivo de Estabilidad Financiera en el Bank of England (la versión en el Reino Unido de la Reserva Federal) dijo que la crisis financiera, que ahora tiene cuatro años, terminará por costar a la economía mundial entre 60 billones [millones de millones] de dólares y 200 billones en pérdida del PIB. Si el informe de Urie es correcto, es una admisión sorprendente por parte de un miembro de la elite gobernante. Trate de imaginar esas cifras. El PIB de EE.UU., el mayor del mundo, es de unos 15 billones. Lo que nos dice Haldane es que la crisis financiera terminará por cortar al mundo ingresos reales entre 4 y 13 veces el tamaño del actual Producto Interno Bruto de EE.UU. Podría resultar que se trata de un pronóstico optimista.

A la larga, la crisis financiera podría destruir la civilización occidental.

Incluso si el informe de Urie o el cálculo de Haldane son incorrectos, la gran pérdida económica debida a la crisis financiera no tiene precedentes. El enorme coste de la crisis tiene una sola fuente, la desregulación financiera. Es probable que dicha la desregulación termine siendo el error que destruya la civilización occidental. Mientras temblamos por temor a los “terroristas musulmanes”, lo que nos está destruyendo es la desregulación financiera, con la ayuda de la deslocalización de puestos de trabajo. Hay que recordar que Haldane es miembro de la elite gobernante, no un crítico del sistema como yo, Michael Hudson o Pan Martens, por mencionar solo algunos de los colaboradores de CounterPunch.

La desregulación financiera ha tenido consecuencias peligrosas y adversas. Permitió una concentración financiera que produjo “bancos demasiado grandes para quebrar”, requiriendo por lo tanto que el público en general absorba los costes de los errores y del juego de azar de los bancos.

La desregulación permitió que los bancos apalancaran una pequeña cantidad de capital con enormes deudas a fin de maximizar el rendimiento de los valores, maximizando con ello la inestabilidad del sistema financiero y el coste para la sociedad de las malas apuestas de los bancos.

La desregulación permitió que las instituciones financieras dejaran de lado los límites a las posiciones de especuladores y dominaran los mercados de materias primas, convirtiéndolos en un casino de juego y aumentando los precios de la energía y los alimentos.

La desregulación permite que las instituciones financieras vendan opciones “call” no cubiertas, lo que significa vender al mercado las acciones de una compañía o lingotes de oro y plata que el vendedor no posee con el fin de reducir el precio.

El lector informado puede agregar más ítems a esta lista.

El dólar en su papel de moneda de reserva mundial es la fuente del poder de Washington. Permite que Washington controle el sistema internacional de pagos y que excluya del sistema financiero a los países que no sigan sus órdenes. Permite que Washington imprima dinero para pagar sus cuentas y comprar la cooperación de gobiernos extranjeros o para financiar la oposición en países cuyos gobiernos no logra comprar, como Irán, Rusia y China. Si el dólar no fuera la moneda de reserva mundial y reflejara realmente su verdadero valor depreciado por la creciente deuda de EE.UU. y la operación de las prensas de impresión, el poder de Washington se limitaría drásticamente.

El dólar estadounidense ha estado al borde de la defunción en varias ocasiones recientes. En 2011 el valor del dólar cayó hasta 72 centavos suizos. Los inversionistas que buscaban seguridad para el valor de su moneda se lanzaron a los francos suizos, aumentando tanto el valor del franco que las exportaciones de Suiza comenzaron a sufrir. El gobierno suizo reaccionó ante la afluencia de dólares y euros que buscaban refugio en el franco declarando que en el futuro imprimiría nuevos francos para compensar la afluencia de divisas extranjeras a fin de impedir el aumento del valor del franco. En otras palabras, la huída de divisas de EE.UU. y Europa obligó a los suizos a inflar su moneda a fin de impedir el continuo aumento de su valor de cambio.

Antes de la crisis de la deuda soberana en Europa, el dólar también enfrentó una subida del valor del euro mientras los bancos centrales extranjeros y miembros de la OPEP transferían sus reservas de dólares a euros. El euro iba camino de convertirse en una moneda de reserva alternativa. Sin embargo Goldman Sachs, cuyos exempleados dominan el Tesoro de EE.UU. y las agencias reguladoras financieras, además del Banco Central Europeo, el gobierno de Italia e, indirectamente Grecia, ayudó al gobierno griego a ocultar su verdadero déficit, engañando así a los bancos privados europeos que adquirían los bonos del gobierno griego. Una vez lanzada la crisis de la deuda soberana europea, Washington tuvo interés en que continuara, ya que hace que los poseedores de euros huyan hacia dólares “seguros”, aumentando así el valor de cambio del dólar, a pesar del enorme aumento de la propia deuda de Washington y de la duplicación del suministro de dinero en EE.UU.

El año pasado el oro y la plata aumentaron rápidamente su precio (medido en dólares estadounidenses), y el oro llegó a 1.900 dólares la onza e iba en camino de 2.000 dólares cuando repentinamente las ventas cortas comenzaron a dominar los mercados de ventas en lingotes. Las ventas en corto de lingotes de oro y plata lograron reducir el precio del oro en 350 dólares por onza desde su punto máximo. Muchos observadores informados creen que el motivo por el cual Washington no ha encausado a los bánksters por sus crímenes financieros conocidos es que sirven de auxiliares a Washington para proteger el valor del dólar al vender lingotes y monedas rivales.

¿Qué pasará si Grecia sale de la UE por propia decisión o pateada por Alemania? ¿Qué pasará si los demás miembros de la UE rechazan la austeridad Merkel, como prometió hacerlo el nuevo presidente de Francia? Si Europa se desmorona, ¿huirán más inversionistas hacia el dólar estadounidense condenado al fracaso?

¿Se convertirá la burbuja del dólar en la mayor burbuja de la historia económica?

Cuando el dólar desaparezca, las tasas de interés aumentarán y los precios de los bonos colapsarán. Todo el que haya buscado seguridad en bonos del Tesoro de EE.UU. será aniquilado.

Todos deberíamos ser conscientes de que semejantes resultados no forman parte del debate público.

Recientemente Bill Moyers entrevistó a Simon Johnson, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional y actualmente profesor en el MIT. Resulta que la desregulación, que abolió la separación de los bancos de inversión de los bancos comerciales, permitió que el JP MorganChase de Jamie Dimon jugara con depósitos federales asegurados. A pesar de ello, Moyers informa de que los republicanos están resueltos a destruir la débil ley Dodd-Frank y restaurar la desregulación total.

Simon Johnson dice: “Pienso que la desregulación es una receta para al desastre”. El problema es, dice Johnson, que la política económica correcta está bloqueada por las inmensas donaciones que los bancos hacen a las campañas políticas. Esto significa que las actitudes de Wall Street y los modelos de riesgo defectuosos llevarán a una crisis financiera aún mayor que la que seguimos sufriendo. Y sucederá antes de una recuperación de la actual crisis.

Johnson advierte de que los republicanos distraerán a todos de la verdadera crisis urdiendo otra “crisis” por el techo de la deuda.

Johnson dice que “unos pocos, particularmente dentro y alrededor del sistema financiero, han llegado a ser demasiado poderosos. Se les permitió que tomaran muchos riesgos, e hicieron un daño masivo a la economía, la pérdida de más de ocho millones de puestos de trabajo. Todavía nos esforzamos en volver a algo parecido a los niveles de empleo que teníamos antes de 2008. Y han causado un daño masivo al presupuesto. Este daño al presupuesto es duradero; afecta al presupuesto cuando necesitamos que sea más fuerte porque la sociedad está envejeciendo. Tenemos que apoyar a la Seguridad Social y apoyar a Medicare sobre una base justa. Tenemos que restaurar y reconstruir los ingresos, que han sido totalmente devastados por la crisis financiera. La gente tiene que comprender el vínculo entre lo que hicieron los bancos y el presupuesto. Y demasiada gente no lo comprende”.

En consecuencia, dice Johnson, los banqueros siguen recibiendo grandes beneficios mientras imponen enormes costes sociales a la sociedad.

Pocos estadounidenses y ningún responsable político en Washington comprenden la dramática situación. Están demasiado ocupados exagerando una recuperación inexistente y preparando la próxima guerra. El estadístico John Williams informa de que si se mide correctamente como un indicador del coste de la vida, lo que el IPC ya no es, la actual tasa de inflación en EE.UU. es entre 5 y 7 puntos mayor que la tasa oficialmente reconocida, como sabe todo consumidor. La tasa de desempleo baja solo porque la gente que no puede encontrar empleo sale de la fuerza laboral y ya no se contabiliza como desocupada. Toda persona informada sabe que las tasas oficiales de inflación y desempleo son ficciones; sin embargo, los medios ‘prenstituidos’ siguen mencionando sin inmutarse las tasas como un hecho.

Tal como el gobierno ha amañado la medición del desempleo, es posible que EE.UU. tenga una tasa cero de desempleo y ni una sola persona empleada o en la fuerza laboral.

Tal como el gobierno ha amañado la medición de la inflación, es posible que vuestro nivel de vida caiga, mientras el gobierno informa de que os va mejor.

La desregulación financiera aumenta el rendimiento de operaciones especulativas por sobre el rendimiento de la actividad productiva. La deuda y los derivados altamente apalancados que provocaron la crisis financiera no tienen nada que ver con el financiamiento de empresas. Los bancos no solo arriesgan los depósitos de sus clientes en juegos de apuesta sino ponen en peligro la estabilidad financiera del país y su futuro económico.

Con la mirada puesta en la cercana crisis del dólar, que destruirá el sistema financiero internacional, los presidentes de China, Rusia, Brasil y Sudáfrica y el primer ministro de India se reunieron el mes pasado para discutir la formación de un nuevo banco que proteja sus economías y comercio contra los errores cometidos por Washington y la Unión Europea. Los cinco países, conocidos como BRICS, se proponen comerciar entre ellos en sus propias monedas y dejar de depender del dólar. El hecho de que Rusia, los dos gigantes asiáticos y las mayores economías de África y Suramérica estén abandonando la órbita del dólar envía un poderoso mensaje de falta de confianza en el manejo de los asuntos financieros por parte de Washington.

Es irónico que el resultado de la desregulación financiera en EE.UU. sea lo contrario de lo que prometieron sus defensores del libre mercado. En lugar de firmas financieras altamente competitivas que vivan o mueran solo por su habilidad sin intervención gubernamental, tenemos una concentración financiera sin precedentes. Bancos enormes, “demasiado grandes para quebrar”, envían ahora sus pérdidas multibillonarias a Washington para que las paguen los contribuyentes estadounidenses fuertemente endeudados cuyos ingresos reales no han aumentado en 20 años. Los banksters se llevan fortunas en bonificaciones anuales por su éxito en la socialización de las pérdidas de los bancos del “libre mercado” y la privatización de los beneficios hasta el punto de que ni siquiera pagan impuestos a la renta.

En EE.UU. los economistas del libre mercado, impulsaron la avaricia y permitieron que se le diera rienda libre. ¿Desprestigiarán las desastrosas consecuencias el capitalismo en la misma medida que el colapso soviético desprestigió el socialismo?

¿Sobrevivirá la propia civilización occidental al terremoto financiero que ha producido la desregulación de Wall Street?

Es irónico, en realidad, que EE.UU., el hogar del “pueblo indispensable”, esté frente a nosotros como posible candidato a que su gobierno sea el responsable del colapso de Occidente.

Paul Craig Roberts fue editor del Wall Street Journal y secretario adjunto del Tesoro de EE.UU. Su último libro,How the economy was lost, acaba de ser publicado por CounterPunch/AK Press.
Fuente original: http://www.counterpunch.org/2012/05/21/bet-on-collapse/

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