viernes, 20 de julio de 2012

NUESTRA ÉPOCA - 04: MALAS TENDENCIAS,EL DEBER DEL EJÉRCITO Y EL DEBER DEL ESTADO


6.- LA FUERZA ES ASÍ

Han pasado tres días terribles.

Tres días terribles para la república. Tres días terribles para el periodismo. Tres días terribles sobre todo, para el gobierno del señor Pardo.

El primer día un grupo de oficiales, enfadado contra “Nuestra Época”, vino a esta imprenta en son de combate.

Y entonces el gobierno del señor Pardo ordenó:

-¡Sumaria investigación! ¡Arresto inmediato! ¡Orden general de censura!

Y clamó al cielo:

-¿Dónde estamos?

El segundo día los oficiales arrugaron el ceño, miraron de mal modo a Palacio y se encogieron de hombros.

Y entonces el gobierno del señor Pardo bajó la voz:

-Bueno. Arresto no. Pero orden general, sí. Orden general de censura. Censura para “Nuestra Época” y censura para la agresión. Una mano de cal y otra de arena.

El tercer día los oficiales se juntaron en el Pälais Concert, tomaron champaña, chocaron sus copas, sonaron sus espadas y se encaminaron en corporación a Palacio silbando una polka.

Y entonces el gobierno del señor Pardo se echó en sus hombres:

-Yo los acompaño a ustedes. Yo soy todo suyo. Suyo afectísimo.

Y ni una palabra de la sumaria investigación, ni una palabra del arresto, ni una palabra de la orden general.

Sólo una palabra de despedida para el coronel La Fuente caído digna y pundonorosamente. Pero una palabra a la sordina. Una palabra sin eco. Una palabra muy queda.

Total: una comedia gubernativa en tres jornadas. Una comedia con un poco de drama. Y con final de tragedia muda.

Una comedia que ni siquiera es original. Que es muy vieja. Que es muy corriente. Que es muy conocida.

Y que -según la gente que se refocila con las misceláneas de la tradición-, fue estrenada en París hace muchos años, en los tiempos de Napoleón el Grande, por una gaceta ilustre: “El Monitor” órgano de la monarquía. El primer día anunció esa gaceta la fuga de Napoleón de la isla de Elba. Y lo hizo con este rubro: “El usurpador se ha evadido”. El segundo día anunció el desembarco de Bonaparte en Francia. Y lo hizo con este rubro: “Bonaparte ha pisado suelo francés”. El tercer día anunció la entrada de Bonaparte a París. Y lo hizo con este rubro: “Nuestro querido emperador está entre nosotros”

Todo como mandado a hacer para que el señor Corbacho nos diga desde el fondo de sus archivos:

-La historia se repite…

(José Carlos Mariátegui)
En El Tiempo: Lima, 26-VI-1918


7.- EL ÚLTIMO REMIENDO DEL GABINETE

La caída del coronel La Fuente ha hecho necesario remendar otra vez el gabinete del señor Tudela y Varela. El remiendo ha sido rápido en esta oportunidad. El coronel La Fuente no ha tenido que aguardar mucho rato a su sucesor.

Este cambio ministerial podía tener trascendencia si el nuevo ministro representara una nueva orientación. Pero estamos por creer que no representa orientación alguna. Es un jefe -pundonoroso y amable seguramente- encumbrado de la noche a la mañana por las curiosas modalidades de la política nacional. Lo ha sorprendido derrepente la llamada del señor Pardo. Y, asombrado y confuso, se ha encontrado con la cartera de guerra en las manos.

Sin embargo la situación exige un ministro de guerra dueño de la autoridad, la preparación y la energía suficientes para acometer la empresa que demandan los intereses de la república y los anhelos de los buenos militares. Se necesita un ministro de guerra que sepa apreciar y resolver los problemas militares del momento. Un ministro de guerra que contemple con mirada panorámica y perspicaz lo que tiene delante de los ojos. Un ministro de guerra que no se halle vinculado a ningún grupo ni a ninguna bandera. Un ministro de guerra que sienta toda la gravedad de sus responsabilidades y toda la magnitud de sus deberes.

Muy cómodo es, sin duda, alguna, para un personaje cualquiera instalarse en un ministerio durante tres o cuatro meses para llenar, sosegada y apaciblemente, una honrosa y decorativa función burocrática. Un besamanos con muchas congratulaciones amistosas, las felicitaciones rituales de los periódicos, la publicación de su retrato de gran parada en alguna revista de papel satinado, un banquete con muchos brindis y muchas galanterías de sobremesa y toda la secuela de cortesías y halagos de una permanencia cualquiera en el ministerio, son lo bastante para contentar a un jefe que se conforme con añadir a los honores de su foja de servicios el sonoro título de ministro de la guerra. Pero un jefe que tenga mayores ambiciones, y que no se contente con enriquecer las notas de su biografía, no debe ir al ministerio de guerra para ser ministro únicamente. Aceptar un ministerio no es aceptar una condecoración útil para el adorno de la casaca en los días de Te Deum en la Catedral y de recepción en el Salón Dorado.

Sobre todo, las emergencias presentes no se avienen con un ministro figurativo que concurra cotidiana y puntualmente a su oficina para dar audiencia a las viudas, a los indefinidos, y a los postulantes de la antesala, para suscribir las resoluciones y las notas del formulismo administrativo y para conversar con el presidente de la república en los banales minutos del consejillo consuetudinario.

¿Se ha detenido a reflexionar en esto el coronel Cateriano antes de recibir de manos del señor Pardo el ministerio de guerra? No podemos decirlo nosotros. Y probablemente tampoco lo dirá el coronel Cateriano. Porque aunque deseamos manifestar siempre mayor optimismo posible, creemos que este cambio ministerial tiene toda la traza de un remiendo sin importancia. Y que el coronel Cateriano tiene toda la fisonomía de un ministro interino.

José Carlos Mariátegui (Sin firma)
Nuestra Época, N° 2, 6 VII 1918, pág. 2-3
(Facsímile, pág. 45)


Nota.- Marx aclaraba que los hechos en la historia aparecen dos veces; “una vez como tragedia y la otra como farsa” Y JCM lo documenta en breves líneas analizando lo ocurrido con Nuestra Época. El escándalo le dio oportunidad para explicar su artículo y que, bien documentado, la redacción presentada sólo era “un sumario de mis ideas sobre ese problema. Fue un índice de mis observaciones. Fue, luego, muy poco” Lo importante fue fijar la atención acerca del aparato militar. ¡Y bien que la fijó!

Entonces, en histórica confrontación con el viejo orden social, es evidente que

¡¡¡ASÍ NACIÓ EL SOCIALISMO PERUANO!!!

Ragarro
20.07.12

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