miércoles, 17 de septiembre de 2014

PUTREFACCIÓN EN LAS ALTAS ESFERAS DE GOBIERNO: EL LOBBY COCA COLA Y COMUNICORE


Estimados amigos:

La semana pasada renunció el ministro del MEF, Luís Miguel Castilla Rubio, él ha dicho que renuncia por razones de orden personal; pero, esto no parece del todo cierto; a la presentación del Proyecto de Presupuesto General de la República para el 2015, estuvo matizado por revelaciones hechas por el congresista Manuel Dammert Ego Aguirre, en relación al lobby que intentaba hacer el consorcio Lindley con referencia a los terrenos sin construir que afectaría a SERPAR de Lima Metropolitana.

El proyecto más conocido como: “Proyecto Coca Cola”, permitió que el ministro Castilla tartamudeara ante el descubrimiento del mencionado proyecto que trataba de imponer, para pasar “gato por liebre”, y su reacción fue echarle la culpa al Ministerio de Vivienda, como autor del malhadado proyecto, y que al final se culpó no al sector señalado, salvándose los responsables del MEF (qué de pasó tenía como jefe del gabinete de asesores del MEF al actual ministro de Economía, Alonso Segura Vasi). Ellos no revisaron el proyecto, y no se sabe por qué, quedaron dispensados e inmunes de tan desacertado proyecto.

Como siempre el que pagó las culpas de este hecho vergonzante, fue uno de los asesores del vice ministerio de Vivienda, el abogado Garses Cárdenas burócrata de muchos años, mi amigo, quien hace muchos años no lo veo; empero, digo: Jorge es un hombre honesto, imposible de alguna trafa entreguista. Probablemente, y como así es, él elaboró el borrador para su Vice Ministro, copiando cincuenta líneas y señalando la fuente de dicha copia, que formaba parte del expediente de Lindley Coca Cola que habían enviado como reclamo para no pagar los impuestos correspondientes.

Seguramente, el asesor, como siempre hizo el proyecto de acuerdo a las líneas que le indicara su jefe, el Vice Ministro de Vivienda, y a buen seguro que, hechas las pequeñas correcciones pasó al MEF, y en éste, como hemos dicho, desde su ministro, su jefe de asesores y asesores en general, ¿no se dieron cuenta lo que después aparecía como vendible? Lo que ha pasado, es que todos los funcionarios del MEF y Vivienda estaban de acuerdo con el proyecto borrador preparado por el abogado Garses, porque así lo pensaban y había que darle tramite.

Este estilo es práctica burocrática. Se estila que cuando se ordena lo que se tiene que preparar, en la entidad pública correspondiente, son pocos los que expresan su disconformidad, si no los arrojan de la entidad, los arrinconan o son obligados a renunciar. Ese es el comportamiento normal que practican los jefes autoritarios, aun en gobiernos de democracia precaria.

El ministro Castilla, no quiso pasar el transe de ser interpelado y hasta censurado por el Congreso de la República, y como él no quería pasar esos momentos que lo avergonzarían, lo más fácil y más rápido, fue renunciar. Y, como ya se había cortado por lo más fino de la soga, se sacrificó  a un asesor intachable, como mi amigo Garses Cárdenas.

Otro hecho de la semana son las elecciones municipales, y en particular de Lima, donde sin sorprender, las encuestas que cuestan, dan como fijo al abogado Castañeda Lossio. Con el agregado que en esta elección, ratificando las encuestas, los residentes de Lima, en un 41%, votarán por quien “ha robado haciendo obra”. Porcentaje que sería mayor, porque muchos entrevistados - sin valentía  - no dijeron nada.

Asimismo, como bien sabemos, los peruanos y los limeños en particular, no leen, ni prestan atención a las noticias, aun distorsionadas de la televisión y de la radio. Éste descuido es bicentenario, la mujer y el hombre de Lima, no se dan por enterados de sus candidatos, a los cuales le darán su voto. Nosotros, los que sí leemos y tenemos en práctica el pensar y hablar en alto, tenemos que saber lo que nos dice el informe de la Unidad de Inteligencia Financiera, que revela el caso Comunicore, el mayor escándalo de corrupción ocurrido en la última administración del ex Alcalde de Lima, Luís Castañeda.

El caso COMUNICORE, o mejor dicho la lavandería de COMUNICORE fue en realidad una gigantesca operación de lavado de dinero, que involucró en su entorno. La operación fue financiado por uno de los principales exportadores de cocaína de la última década: Alex Montoya, como dice la revista Poder, operó para las mafias colombianas, éste blanqueo los millones de soles de la municipalidad, innegablemente, actuaron con la complicidad de quienes en esos años formaban la cúpula de gobierno de la Municipalidad de Lima, casi todos amigos y servidores de Castañeda de muchos años.

El abogado y candidato a la Municipalidad Metropolitana de Lima, Oscar Luís Castañeda Lossio, ¿por qué pidió licencia en los momentos en que se hacia la transacción y el pago que ya se había gestionado para su cumplimiento en 10 años, teniendo en cuenta que, los intereses en esos 10 años no era ni es una alta carga para el erario municipal? Se prefirió pagar toda la deuda lo más rápido posible y días antes de terminar en diciembre el ejercicio fiscal.

El abogado Castañeda, para los peruanos que todavía no creen que una autoridad sea elegida para hacer obras, “aunque robe”, lo dicho viene a la memoria que ya desde la reelección pérdida de Odría de 1962 y las de Fujimori, se les elegía, consecuentemente exigimos explicaciones del susodicho ex Alcalde; pero, que estas sean concretas y específicas, con rueda de prensa, con periodistas realmente intachables, que no haya videos fabricados, a gusto del ex Alcalde, sus mandaderos y los de la comparsa del 80% de los medios de comunicación al servicio de la manipulación, la engañifa, el conservadorismo y del anticambio.

Atentamente,

Fernando Arce Meza

Nota: sería muy halagador para todos que recibiera respuestas de mis amigos que me dan generosamente adhesión calificada, si no también de los amigos, y de quienes “no les gusta estas verdades consideradas como escándalos y que mejor no hablar”, “porque la verdad les crea temor y cólera”.  

Lamentablemente, los peruanos y los limeños estamos acostumbrados a que los caudillos de toda laya, ganen elecciones, aunque el voto, que siempre es emocional, normalmente lo demos sin examinar al candidato, para después desconsoladamente digamos, “nos equivocamos”, éste o éstos siguen robando, caso  de García en su segundo mandato.

¿Será igual con el señor Castañeda? Estamos a tiempo, preferible viciar y votar en blanco. No hay candidatos para gobernar Lima, además que ésta es ingobernable. Necesitamos un alcalde que acabe con los 42 feudos distritales, eso es imposible porque por lo menos hay dos distritales que postulan al provincial de Lima ciudad.

Para ilustrarse más sobre la “lavandería de COMUNICORE”, se adjunta la información que destaca la revista “Poder”, sobre el caso.


La lavandería de COMUNICORE
Revista PODER – Agosto 2014

Oscar Castilla C. – Investigación y Redacción

Es director ejecutivo de la plataforma Ojo Público. Para esta investigación fue de suma importancia la colaboración del periodista Daniel Yovera, quien destapó el caso Comunicore en el año 2010 a través del diario Perú 21. Hoy Yovera trabaja en Diario 16, donde ha publicado importantes investigaciones sobre el caso Ancash, el ex Fiscal de la Nación José Pelaez y el actual Fiscal Carlos Ramos Heredia

Carlos Neyra – Investigación

Un informe de la Unidad de Inteligencia Financiera revela que el caso Comunicore, el mayor escándalo de corrupción de la gestión del ex alcalde de Lima Luís Castañeda, fue en realidad una gigantesca operación de lavado de dinero que involucró a su entorno. La operación fue financiada por uno de los principales exportadores de cocaína de la última década: Alex Montoya, el cambista de dólares que operó para una mafia colombiana, blanqueó los millones de soles que la Municipalidad de Lima pagó a la compañía fantasma y terminó procesado junto al fundador de Solidaridad Nacional.

Era cambista de dólares, socio de empresarios con contactos políticos y enviaba tanto dinero al extranjero que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) terminó rastreando los depósitos J que hacía en Lima y que iban a parar a cajeros electrónicos de Colombia.

Entre el 2004 y el 2006 vivió tiempos de bonanza. Tres años después, cuando la Policía Antidrogas lo descubrió como operador de una mafia formada por colombianos y españoles, manejaba compañías de fachada, testaferros e innumerables cuentas bancarias. Entonces se refugió en la clandestinidad. Su pasado fue olvidado y su nombre, Alex Montoya Agüero, podría haberse convertido en uno más en la lista de los narcotraficantes prófugos si no fuera porque es sindicado como uno de los principales mega exportadores de cocaína a Europa de la última década y porque durante casi un año estuvo procesado junto al ex alcalde de Lima Luís Castañeda por el caso Comunicore.

El primer capítulo de esta investigación se escribió en el 2005, cuando Relima, la empresa privada concesionaria de la limpieza pública de Lima, exigió el pago de S/. 35,9 millones a la gestión de Castañeda por deudas atrasadas. Después de las negociaciones, el municipio se comprometió a cancelar la deuda en 10 años, pero el acuerdo fue modificado por la plana mayor del ex alcalde. Entre otros funcionarios, el gerente financiero Juan Blest García, el gerente administrativo Carlos Chávez Málaga y el gerente municipal Ángel Pérez Rodas, ejecutaron el pago. Sin embargo, el dinero ya no llegó a Relima sino a una empresa fantasma llamada Comunicore. ¿Qué ocurrió? Esta última había "comprado" la acreencia de S/.35.9 millones de Relima por un precio menor: S/.14.6 millones, casi la mitad del dinero que le debía el municipio.

Esta sospechosa triangulación fue mucho más evidente cuando la Municipalidad de Lima efectuó el desembolso, pero ya no en una década sino en pocos días. Estos hechos permanecieron en las sombras hasta que en el 2009 el periodista Daniel Yovera, entonces en el diario Perú21, los descubrió. Su investigación abrió paso a un juicio por corrupción contra Castañeda, el gerente financiero de la compañía de limpieza Miguel Garro Barrera, los funcionarios municipales, los directivos de Comunicore y otros involucrados.

Hasta aquí la historia conocida.

En esta investigación contaremos cómo los principales personajes del caso Comunicore terminaron investigados como integrantes de una mafia de lavado de dinero del tráfico de drogas. Los hombres clave: el narcotraficante Alex Montoya, el ingeniero de Relima Miguel Garro, el abogado Guillermo Palacios y los hermanos Arturo y Martín Belaunde Lossio. Veremos también cómo dos hombres de confianza del ex alcalde Castañeda, que lo acompañaron desde la década del ochenta en su paso por diferentes instituciones públicas, fueron vinculados a esta organización.

Ahora publicamos un informe secreto de la UIF y las manifestaciones judiciales sobre este caso de corrupción que revelan que Montoya, sindicado como el "cajero" de una mafia de colombianos y españoles, fue el cerebro detrás de la operación Comunicore. Este personaje, junto con sus hermanos Gino y John Montoya, y una red de cambistas del jirón Ocoña, blanquearon en la última década hasta US$ 15 millones mediante transferencias bancarias a Estados Unidos, Europa y Asia.

Una parte de esos US$ 15 millones fue lavada con un procedimiento muy similar al que se usaría también en el irregular pago realizado por la gestión de Castañeda. El informe de la UIF, elaborado en julio del 2010 y enviado a las fiscalías de Crimen Organizado ese mismo año, advierte que los operadores de Montoya, prófugo de la Policía Antidrogas desde que en el 2009 intentara sacar del país 3,9 toneladas de cocaína, alcanzaron al entorno del ex alcalde y blanquearon los millones de soles que su gestión entregó a Comunicore en forma irregular.

El reporte financiero incluye en la relación de involucrados a los ex gerentes Carlos Chávez Málaga y Juan Blest García, hombres de confianza del fundador de Solidaridad Nacional desde los años 80. Ellos trabajaron juntos, al igual que el gerente municipal Ángel Pérez (quien no es citado por la UIF), en la Empresa Municipal Administradora de Peaje (Emape), la Caja de Beneficios y Seguridad Social del Pescador y el desaparecido Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS, hoy Essalud).

El informe de 32 páginas, que permaneció en las sombras durante cuatro años, se centra en los primeros envíos de dinero, ordenados por estos gerentes municipales, a Comunicore (S/. 12,6 millones de los S/. 35,9 millones que le tocaba) y desentraña el papel de Montoya, sus socios y operadores en una bien montada estructura para lavar los activos de la deuda. El documento, que no especifica que ocurrió con el resto de los S/. 35,9 millones, deja entrever que la administración de Castañeda no solo participó en un caso de corrupción sino que además fue involucrada en una operación de blanqueo de capitales del tráfico de drogas.

"Comunicore —dice el documento— recibió en sus cuentas del Banco de Crédito S/. 12,6 millones procedentes de la Municipalidad de Lima, que fueron retirados por personas que no tienen actividades económicas para justificar dichas operaciones. La UIF identificó actos de conversión, transferencia y ocultamiento de activos que se ajustarían a la tipología de utilización de empresas de fachada para el lavado de fondos del narcotráfico".

Bajo esta sumilla, la UIF describe por primera vez el origen y el destino de la millonaria transferencia hecha por los gerentes de Castañeda a la compañía de fachada. El reporte también señala a Montoya como el dueño real de Comunicore, coordinador del lavado de dinero que ingresó a las cuentas de esta empresa, y financista del gerente de Relima Miguel Garro, su amigo desde que estudiaron en el colegio Santo Toribio del Rímac en los años 80. Aunque ambos manejaron Comunicore, ninguno aparece en los documentos regístrales.

Para cubrir sus identidades, el narcotraficante contrató como directores a otros ex compañeros de aula: los contadores Rafael Ruiz Contreras y Jaime Reyes García (este último cambista de dólares); su amigo Henry Brachowicz Vela, economista y ex funcionario de Interbank investigado por la UIF desde 2004; y el administrador José Pinillos Broggi, pariente político de Castañeda. Todos ellos aparecen como operadores del narcotráfico en el informe que elaboró la UIF.

Los detalles del reporte de la UIF no fueron incluidos por el Ministerio Público en la resolución fiscal de octubre del 2012 en la que se solicita incorporar a Montoya como parte del proceso que se le seguía al ex alcalde del Lima. En algunos documentos de la carpeta fiscal del caso Comunicore, revisados para esta investigación, ni siquiera se hallaron referencias al informe de la UIF, emitido el 16 de julio del 2010 y enviado al área de coordinación de las fiscalías de Crimen Organizado, que investigaban a Montoya por narcotráfico y lavado.

El fiscal que entonces ocupaba el cargo de coordinador era Mateo Castañeda Segovia, quien poco tiempo después renunció al Ministerio Público para iniciar una práctica privada como abogado. Coincidencia o no, uno de sus clientes acabó siendo el ex alcalde de Lima.

EL DINERO SUCIO DE COMUNICORE

La UIF dice, además, que la administración de Castañeda envió los S/. 12,6 millones a una cuenta de Comunicore en el Banco de Crédito a través de una transferencia bancaria de S/. 3,8 millones y dos cheques de gerencia por S/. 8,7 millones girados entre enero y febrero del 2006. Hubo tanto apuro en la Gerencia de Finanzas de la Municipalidad de Lima, a cargo de Juan Blest, que el pago inicial se hizo el primer día útil de aquel año. El documento confirma que la cuenta fue cerrada ese mismo 2006 y que tuvo como "única finalidad recibir los millones del municipio, ya que después no existió otro depósito".

Ahora se sabe, oficialmente, que casi la mitad de esos S/. 12,6 millones fueron cobrados por 25 personas de escasos recursos, familias enteras en ciertos casos. Algunas de estas personas aparecen en otros reportes financieros por recibir dinero del tráfico de drogas desde México y España. Una de ellas, Sandra Vitela Bernilla mujer sin capacidad económica, historial crediticio ni cripción en el registro de contribuyentes, retiró efectivo US$ 280.000 y S/. 110.000. El resto del dinero fue enviado a una cuenta desconocida del Banco Continental y otra parte acabó en las cuentas en Estados Unidos del gerente general de Relima, el brasileño Odilón Gaspar.

El documento de la UIF considera que desde el 2004, dos años antes de revelarse el caso de la compañía fantasma, Montoya financió con dinero del narcotráfico al grupo empresarial de Garro. Es desde ese año que este último empezó a comprar oficinas, departamentos y cocheras en zonas residenciales de Lima, y a crear una serie de empresas en rubros disímiles como la venta y lavado de autos, actividades médicas y elaboración de proyectos de vivienda. Montoya, pese a ser el hombre del dinero, figuraba en el papel como empleado de Garro, por entonces funcionario de Relima.

Para el 2006, el narcotraficante era gerente, directivo y apoderado de algunas de las empresas que constituían el grupo empresarial de Garro. Este emporio comercial llegó a estar integrado por Corporación MGB, MGB Salud, MGB Inversiones Inmobiliarias, MGB Calidad y Precisión Diagnóstica, Centros Capilares, Auto Ya y Pronto Wash del Perú, y estuvo vinculado con CSI Perú Logística, Importadora de Belleza y Salud (Ibesa) y Grupo Ecológico.

El reporte de la UIF recuerda que una de ellas, CSI Perú Logística, tuvo como empleado al ex gerente de Castañeda, Chávez Málaga, quien recibió US$ 3.000 mensuales por "asesorías administrativas" entre el 2007 y el 2009, es decir, luego de que ocurriera el pago de la Municipalidad de Lima a Comunicore. Chávez Málaga renunció a su contrato con CSI Perú Logística recién en diciembre del 2009, tras destaparse el irregular pago. Inteligencia Financiera también menciona las reuniones previas al desembolso de dinero entre Garro y Juan Blest, ex gerente del municipio. Castañeda, Chávez y Blest han sido inseparables desde los años ochenta. Esto quedó probado en la declaración judicial del ex alcalde de Lima: "Yo los conozco desde hace 25 años".

En otras dos empresas de Garro, Auto Ya y Pronto Wash del Perú, aparecen más nexos con Castañeda. En ambas figuran como asociados y directores los hermanos Arturo y Martín Belaunde Lossio, este último prófugo de la justicia por el proceso contra el detenido ex presidente regional de Ancash César Álvarez. Ellos son familiares de Castañeda y cuñados de José Pinillos, directivo de Comunicore. Quizá por eso, el hoy candidato a la alcaldía de Lima negó sus nexos con los hermanos apenas se reveló el caso de corrupción.

Sin embargo, en el juicio se vio obligado a reconocer el parentesco y la relación con ambos. "Sí los conozco, Martín Belaunde estuvo conmigo en la campaña electoral de 1998 de Solidaridad Nacional. Y a Arturo Belaunde [cercano al narcotraficante Montoya] también lo conozco, pero no lo veo desde el 2000", dijo Castañeda en el juzgado. Lo cierto es que Martín Belaunde llegó a ser "cajero" de su partido en la elección presidencial del 2000.

El informe también involucra al estudio del abogado Guillermo Palacios Dodero, quien recibió S/. 916,000 de la Municipalidad de Lima por asesorías entre el 2007 y el 2010, es decir, luego de que Comunicore recibiera el millonario pago. Este abogado es considerado como uno de los hombres principales en el lavado de dinero, ya que figura como directivo de casi todas las empresas de Garro. El letrado, además, reconoció haber trabajado junto al narcotraficante Montoya: "El manejaba la parte administrativa de las compañías de Garro", dijo Palacios en su manifestación judicial.

EL DATO LLEGÓ DEL MUNICIPIO

El reporte de la UIF, que identifica a los testaferros y empresas vinculadas a Montoya, apunta en la misma dirección de algunas declaraciones brindadas en el juicio por corrupción: la operación Comunicore se originó en el entorno del ex alcalde de Lima. Fuera de la presión propia de los meses previos al escándalo del 2009, el gerente brasileño de Relima, Odilón Gaspar, confesó que el millonario pago lo organizaron Garro y él, pero fue ejecutado con la información de Juan Blest, gerente financiero de Castañeda. "Garro me dijo que la Municipalidad de Lima iba a cancelar la deuda pendiente con nuestra empresa. Había una propuesta de pago en 10 años que yo presenté al directorio [de Relima], pero omití decir que Garro también me había contado que el municipio tenía la intención de pagar en una sola partida. Según él, la información vino por Juan Blest. Entonces vimos la oportunidad de hacer un negocio personal", admitió Odilón Gaspar en el juzgado.

Esta confesión, que hoy se hace pública por primera vez, coincide con el hecho de que a mediados del 2005, es decir, meses antes de que el municipio decidiera pagar la deuda a Relima, Comunicore ya había otorgado poderes al contador Rafael Ruiz Contreras —operador, amigo de colegio de Montoya y directivo de la empresa de fachada— para que negociara el cobro de la comuna. Ahora, gracias a la declaración del ejecutivo brasileño, sabemos que el dato clave para el negociado salió del entorno de Castañeda.

Odilón Gaspar también dijo: "Garro y yo organizamos un escenario en el que una tercera compañía pudiera ser involucrada [en el desembolso de la gestión de Castañeda]. Este me indicó que Comunicore tenía su confianza y que él estaba detrás de ella y del directorio" El gerente general brasileño de Relima, que recibió una transferencia de US$ 190,000 ordenada por Montoya en calidad de "comisión de éxito", también aceptó conocer al narcotraficante y haberlo visto en la sede de la compañía de limpieza pública. Todos conocían al hoy prófugo de la Policía Antidrogas, todos decían trabajar para él. Pero el más contundente fue Henry Brachowizc, directivo en el papel de la compañía del escándalo.

En su manifestación judicial confesó: "Garro compraba empresas en quiebra y las reflotaba, pero Montoya, a quien conozco desde que era cambista en 1999, era el jefe en Comunicore. El se encargaba de los depósitos de la Municipalidad de Lima y me hizo firmar las cartas al Banco de Crédito para realizar las transferencias al extranjero. Además, veía documentos, cuentas bancarias, estados financieros, manejaba dinero y tomaba decisiones en las compañías de Garro".

Brachowicz es un personaje central en la historia de Comunicore. En una conversación grabada en el 2009, antes de que estallara el escándalo en la prensa, afirmó que Castañeda conocía todo el negociado, según reportó el periodista Daniel Yovera en Perú21.

Cuando Comunicore empezó a tramitar el pago de la Municipalidad de Lima a inicios del 2006, todos en esta empresa fantasma, ubicada en un edificio de la cuadra 58 de la avenida Paseo de la República (Miraflores), sabían que Montoya era el hombre del dinero. El mismo Garro reconoció en su manifestación judicial su cercanía con el narcotraficante: "Soy empresario desde 1994 y mi rubro es generar empresas. Montoya manejaba la parte operativa y administrativa de mis compañías y nombró al directorio de Comunicore. A Santiago Ruiz y a Henry Brachowizc los conozco porque los contrató Montoya. A Pinillos Broggi me lo presentó Arturo Belaunde (el pariente de Castañeda)". El pequeño problema es que, según los organigramas elaborados por la UIF, las empresas que generaba Garro aparecen como fachada de las grandes ligas del narcotráfico.

Esto se confirmó el 18 de septiembre del 2009, cuando la organización de Montoya fue descubierta por la Policía Antidrogas en el intento de exportar 3,9 toneladas de cocaína a España. A pesar de la acción de la Dirandro, el socio de Garro logró escapar. La investigación, plasmada en el atestado policial, concluyó que solo una mafia muy poderosa, en términos logísticos y financieros, era capaz de acopiar semejante cantidad de droga. Uno de los detenidos dijo que Montoya le decía "señor" a uno de los capos colombianos. Las pesquisas también arrojaron que Montoya repitió los pasos que siguió para organizar Comunicore: creó una exportadora de fachada, Global Trade Import & Export; reclutó a otro de sus compañeros del colegio, el contador Edgar Guevara Bernal; consiguió un testaferro para que apareciera como dueño de la empresa, José Gonzáles Sánchez; y abrió cuentas bancarias a nombre de este último.

La incautación de uno de los cargamentos más grandes de cocaína de la última década fue noticia de días, pero luego quedó olvidada, ya que pocos conocían qué papel cumplía Montoya en el entorno de Garro. Hoy Montoya es un fantasma. Su último rastro fue registrado por la cámara de vigilancia del local de San Isidro donde operaba la exportadora, pocas horas antes de que la Policía Antidrogas allanara el lugar.

En el video aparece llevándose la computadora que tenía en esa oficina, quizá para evitar que sus archivos y correos cayeran en manos de la ley. Debieron pasar tres años para que la fiscalía descubriera el verdadero papel del cambista en el pago millonario de la Municipalidad de Lima. Con mucho menos evidencia que la que aporta esta investigación, el Poder Judicial incluyó al narcotraficante junto con Castañeda en un mismo juicio por corrupción. Sin embargo, en el 2013 los caminos de ambos se separaron: gracias aun habeas corpus, el ex alcalde fue excluido del proceso, mientras que Montoya continúa buscado por las autoridades como el capo de Comunicore.

OFICINAS DE COMUNICORE FUERON COMPRADAS CON DINERO SOSPECHOSO

En el 2005, cuando el cambista de dólares y narcotraficante Alex Montoya se hizo cargo de las finanzas de Corporación MGB, la empresa insignia de Miguel Garro creada en el 2002, se confirmó su dominio sobre el grupo empresarial del ex gerente de Relima. En aquella época ambos manejaban fuertes sumas dinero de presuntas actividades ilícitas, pero solo Montoya estaba fichado por dos reportes de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) desde el 2004.

En los documentos de Registros Públicos figura que Garro nombró a Montoya gerente administrativo y apoderado facultado para "girar cheques, realizar transferencias bancarias y operar cajas de seguridad" a nombre de Corporación MGB. Con el narcotraficante a la cabeza de sus negocios, la compañía salió de compras. En un solo día, el 23 de marzo del 2005, Corporación MGB adquirió cuatro oficinas del edificio ubicado en la avenida Paseo de la República 5812 y una tienda en la calle Shell 698 en Miraflores por US$ 253.000. El monto se canceló íntegramente.

En este inmueble funcionó medio año después la empresa de fachada Comunicore. En los reportes del caso también aparece que Corporación MGB compró un departamento en Surco por US$ 59.000. El reporte de la UIF identifica, además, aumentos de capital sospechosos, de hasta US$ 400.000, en Corporación MGB y en CSI Perú Logística, otra de las empresas que dirigía Garro, y detrás de ellas coloca a Montoya. El dinero sucio también fue descubierto en la compañía Panamericana Servicios

Ambientales creada por Montoya en el 2004. Esta empresa firmó un convenio con Relima para brindar el servicio de transporte de residuos sólidos desde el mismo año de su constitución hasta el 2007. El análisis de la UIF también comprende a esta última en el lavado de dinero debido a múltiples operaciones, por montos que superan los S/. 4 millones, y en los que también aparecen los hermanos Alex y Gino Montoya, así como algunos de los 25 testaferros que recogieron los millones de soles entregados por la Municipalidad de Lima a Comunicore.

La UIF incluso efectuó un ranking de los involucrados que mayor cantidad de dinero lavaron del caso Comunicore. Allí aparecen Panamericana Servicios Ambientales de Montoya, Corporación MGB de Garro, el abogado Guillermo Palacios Dodero y su estudio (que llegó a funcionar en la misma sede de Comunicore) con un monto total de US$ 7,4 millones. Este último era el asesor legal de Garro en todas sus empresas y también brindó asesoría legal a la Municipalidad de Lima entre el 2007 y el 2010 por un total de S/. 916.000.

Estas no fueron las únicas inversiones vinculadas al ex funcionario de Relima. En julio del 2006, Garro y José Antonio Nava Mendiola, hijo de Luís Nava Guibert, por entonces secretario de la Presidencia en el Gobierno de Alan García, adquirieron, según Registros Públicos, una casa en la urbanización El Rincón de la Planicie en La Molina por más de US$ 200.000. Aquel año la empresa de carga pesada Transportes Don Reyna, creada por Luís Nava y José Antonio Nava en los años noventa, funcionaba en el mismo edificio de Paseo de la República que frecuentaba el hoy requisitoriado por tráfico de drogas Alex Montoya, que era sede oficial de Comunicore y que fue investigado por la UIF.

Dos años después, en diciembre del 2008, Transportes Don Reyna compró el 50% del inmueble de Garro por US$ 100.000. Increíblemente, tras revelarse el millonario pago de la Municipalidad de Lima y vincularse a José Nava Mendiola con Garro, el hijo del secretario del ex presidente García dijo en una entrevista radial del 2010: "Yo solo alquilaba una oficina en ese edificio. No he tenido contratos de ningún tipo con el señor Garro, no tengo negocios con él. Solo lo conocía de 'Hola, ¿como estás?' al encontrarlo en reuniones con el señor Luís Piccini [Delgado] de Relima, con quien sí he trabajado".

Entre el 2007 y el 2009, el socio de Montoya siguió invirtiendo dinero de presunta procedencia ilícita. En noviembre del 2007, Garro compró, a través de Corporación MGB, un departamento de 400 m2 en Barranco por US$ 314.000, además de cuatro cocheras y un depósito en el mismo inmueble.

Al año siguiente, Garro, fiel concurrente a la exposición de caballos de paso en la hacienda Mamacona en Lurín, figuraba como dueño de La Favorita, Mandarina y Rabieta, tres costosas yeguas que participaban en concursos de la exclusiva asociación que promueve la crianza de este tipo de equinos en Perú.

En abril de ese 2008, la compañía Ceibe Contratistas Generales, mencionada en el reporte de la UIF como vinculada a Garro y Montoya, adquirió por US$ 37.000 una oficina más del edificio de Paseo de la República. Todo iba bien hasta septiembre del 2009, cuando reventó el caso Comunicore y el nombre del ex gerente de Relima comenzó a exponerse públicamente. Pocos días después, la Policía Antidrogas incautó 3,9 toneladas de cocaína y confirmó lo que la UIF sospechaba del socio de Garro desde 2004: Montoya era narcotraficante.


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