lunes, 15 de diciembre de 2014

DEBATE SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO: EL CAPITALISMO Y EL CLIMA





12 de diciembre de 2014

Estimados colegas y amigos:

A continuación trascribo el comentario de Héctor Kamisato (también ex alumno de la UNI), sobre un artículo publicado por la CEPAL relacionado con las causas y consecuencias del Cambio Climático. (El artículo de la CEPAL se trascribe más abajo)

Por mi parte, además de hacer un seguimiento, más o menos ordenado y dentro de mis propias limitaciones, a las informaciones que se vienen  divulgando en la prensa con motivo de la cumbre mundial COP20, estoy leyendo el libro El Clima. El calentamiento global y el futuro del planeta, del físico español Manuel Toharia (Ediciones de Bolsillo, año 2005). Recomiendo su lectura, contribuye a desmistificar una serie de afirmaciones absurdas que se vienen haciendo "muy a la ligera" sobre las causas reales del cambio climático. Si hay interés entre nosotros, espero resumirlo y comentarlo en breve.

Saludos
Miguel Ángel Aragón  


El Viernes 12 de diciembre de 2014 10:23, hector kamisato  escribió:
Colegas:

Pareciera que el tema es algo lógico y justificado, están metidos todos, CEPAL, Naciones Unidas, Obama, hasta el Papa;

El artículo es el ejemplo de la propaganda generalizada y sesgada que existe actualmente, con supuesto tinte serio  y cientifico. Pero  cual es el problema:

1. Leyendo bien, hacen una prediccion apocalíptica para el año 2100, o sea para dentro de 85 años. Desde cuando, alguien ha acertado en las proyecciones económicas, climáticas para dentro de ni siquiera 5 años?

2. El IPCC, cambia (o mejoran según sus explicaciones) cada cierto tiempo, sus predicciones, dicen que aumenta la temperatura del globlo en 2 grados, 4 grados (no se si en la nueva versión que dicen), o sea son previsiones provisionales.

3. La interaccion del CO2 de la atmósfera y el mar recién se está investigando sistemáticamente, o sea hay mucho que conocer, los modelos climáticos son imperfectos. Los fenómenos oceanográficos, factor importantísimo en la climatología, todavía hay muchas interrogantes. Sino es asi, ¿porque no pueden predecir el fenomeno del NiÑO? con uno o dos años de antelación? El niño actual recién lo predijeron unos meses atrás. Hablar de aqui a mas de 20 años, es solo mecanicista, algo parecido a los cálculos de Malthus.

4. En la vida geológica de la Tierra han habido cambios de temperatura y composición de atmósfera mucho más bruscos; el problema, si lo hay, es la velocidad de cambio, tal vez mitigar la velocidad de cambio en lo mínimo seria posible, pero detener los cambios, es un acto de soberbia de la civilización moderna.

5. El CO2 es el origen de la vida, sin CO2 no hay vida, como todo elemento necesario, el problema es el balance y convivir con ella. Además, el culpable (principal, o secundaria o no) no solo es el CO2, existen los nitratos, el vapor de agua, fluoratos, metano, etc.

6. La energía es el fundamento de la civilización, es necesario la energía abundante y barata, actualmente no tendriamos alimentación, vivienda, agua, transporte sin energía barata y abundante. Y las principales fuentes de energía son el petróleo, carbón, gas, leña (todos compuestos de carbono, que en mayor o menor medida producen el CO2), que actualmente representan mas de las 3/4 partes de la energía utilizada mundialmente, el resto es hidroeléctrica, solar, eólica, nuclear, etc.

7. De las supuestas fuentes de energía limpias, la hidroeléctrica es potencialmente explotable en gran escala en algunos países  y en casi la mayoria de países no tienen poibilidades (desiertos, sin mucha precipitación, etc). En ese sentido, el Perú tiene un potencial no explotado que se deberia desarrollar al máximo (bastante trabajo para los ingenieros civiles). La eólica, tambien limitado a algunas zonas, no podría reemplazar al petróleo actual, la solar es todavia de 30 a 100% más cara que la energía del petroleo, la nuclear, bueno ni hablar. O sea por lo menos 20 a 30 años no tendremos energía alternativa factible (económicamente).

8. El uso indiscriminado de petróleo y el carbón trae problemas, es cierto, que lo digan los pekineses, lo sufren en carne propia (mejor dicho sus pulmones). O sea el uso de petróleo y carbón es un problema de contaminación (medidas de descontaminación, no usar plomo en la gasolina, filtración etc) y del uso indiscriminado de energía; (menos carros, mas eficaces, uso de transporte masivo, etc).

9. Se habla solo de las desventajas del calentamiento global, pero ¿y las ventajas?, todos sabemos que a mayor temperatura hay mas precipitación, y los cultivos son posibles en zonas que no eran posibles, claro, habra ajustes, no se si el balance sera positivo o negativo; el asunto es que hay que hacer un balance y no solo restar (solo contar desventajas).

10. En el articulo de ayer de CEPAL, ¿desde cuando ellos han acertado en sus proyecciones?, el FMI, el Banco Mundial que son de la misma que la CEPAL, ¿hacen proyecciones confiables?. Mas aun, ¿los famosos premios Nobel de economía han acertado en algo?, las ciencias económicas están en pañales, estan como los medicos del medioevo que adivinaban las enfermedades. Mejor era y todavia es mejor ir con un buen "chaman". Asi mejor encontremos un "chaman" dedicado a la economía y olvidémonos de Cepal y todos ellos.

11. La climatología es una ciencia que recién empieza, y hacer proyecciones a 20 o 30 años es como jugar a la ruleta rusa, puedes acertar o fallar. Que Al Gore y su pandilla siga con su circo  Saludos HK




Transcribo el artículo que está de moda actualmente:

 

Cambio climático afectaría más a pesca, ganadería altoandina y agricultura en Perú
Miércoles, 10 de diciembre del 2014
  • 19:39
Hacia el año 2100 las pérdidas económicas como consecuencia del cambio climático podrían situarse entre 11.4% y 15.4% del Producto Bruto Interno (PBI) nacional, informó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La pesca, ganadería altoandina y agricultura serían los sectores más afectados por el cambio climático en Perú en los próximos años, señala un nuevo estudio conjunto del Gobierno peruano, la Cepal y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Aunque la hidroenergía, la minería, el turismo, la salud y la infraestructura también podrían sufrir impactos adversos, precisa el informe La economía del cambio climático en el Perú, presentado en el marco de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 20).
Según el informe, hacia el año 2100 se proyectan impactos que se traducirían en pérdidas en la economía nacional que oscilan en un rango de 11.4% y 15.4% del Producto Bruto Interno (PBI) del 2010 (año base utilizado en la investigación).
En particular, el estudio explica que el impacto en el sector pesquero peruano se concentra en la caída en la captura de la anchoveta, la cual afectaría la producción de harina de pescado. Esto implicaría que hacia fines de siglo las pérdidas rondarían hasta 30 veces el actual producto interno bruto del sector.
El sector hidroenergético sufrirá impactos debido a la menor disponibilidad del recurso hídrico, situación que también afectará a la minería.
Debido a la expansión de la zona agrícola, se observarían disminuciones de disponibilidad de agua para la hidrogeneración, lo que se traduciría en una disminución de ingresos acumulada de entre 3.3% y 5% del PBI sectorial.
El sector agrícola podría sufrir pérdidas equivalentes a entre 23.9% y 33.1% del PBI sectorial para el período 2010-2100 en los escenarios evaluados en el reporte.
Esto sería a causa de la disminución de la productividad de casi todos los cultivos seleccionados (papa, arroz, maíz amarillo duro, caña de azúcar, plátano y maíz amiláceo), mientras que el café mostraría leves aumentos de productividad al inicio del período, para luego disminuir.
Minería
En la minería, se espera una reducción acumulada para todo el período de 15% del PBI sectorial en uno de los escenarios considerados en el estudio (A2), 5% en el escenario A1B y 11% en el escenario B1.
Mientras que para la ganadería altoandina los resultados muestran que los impactos serían producto de la disminución de las tierras de pastoreo y de la expansión del sector agrícola, lo que llevaría a una pérdida máxima acumulada equivalente a 90% del PBI pecuario.
En relación al turismo, al aumento en el número de eventos climáticos extremos podría disminuir el número de turistas que visitan uno de los principales atractivos del país: Machu Picchu. Las pérdidas hasta el 2100 en ese lugar fueron estimadas entre 15% y 30% del PBI del sector.
El impacto del cambio climático en el sector de infraestructura vial peruano generaría un aumento en el gasto público de alrededor de 2.8% del PBI de transporte del año 2010, ya que se esperarían costos adicionales por aumentos en reparaciones y mantenciones debido a la mayor ocurrencia de inundaciones en las vías.
En cuanto a la salud, el sector público reforzaría los recursos destinados al tratamiento de la malaria, lo que requeriría un aumento del gasto en 0.02% del PBI nacional del 2010.
El estudio recalca que Perú es considerado un país altamente vulnerable al cambio climático por contar con siete de las nueve características de vulnerabilidad reconocidas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Esto es: poseer zonas costeras bajas, zonas áridas y semiáridas, áreas susceptibles a la deforestación o erosión, a los desastres naturales, a la sequía y la desertificación, áreas urbanas altamente contaminadas, y ecosistemas frágiles.
De la amplitud de las pérdidas analizadas se desprende la necesidad de actuar lo antes posible para reducir la vulnerabilidad a lo largo de todo el territorio nacional, enfatiza el reporte.
Agrega que el diseño apropiado y a tiempo de estrategias, políticas y programas en materia de adaptación es fundamental para contrarrestar los potenciales efectos negativos del cambio climático.
El informe también recomienda ampliar la información, analizar los sectores no evaluados y estudiar las implicaciones sociales, como elementos clave en el diseño de las políticas de desarrollo sostenible. 



EL CAPITALISMO Y EL CLIMA
Daniel Tanuro
Miércoles 10 de diciembre de 2014

El libro que Naomi Klein ha consagrado al cambio climático es ya un acontecimiento /1. La autora de la “Estrategia del shock” se dedica en él a una denuncia en toda regla de la lógica del crecimiento capitalista, de la avaricia de las multinacionales del petróleo, del carbón y del gas natural, y de la sumisión de los gobiernos a sus intereses. “Cambiar el clima de la tierra de una forma que será caótica y desastrosa es más fácil de aceptar que la perspectiva de cambiar la lógica fundamental del capitalismo basada en el crecimiento y la búsqueda de beneficios”, escribe Klein (p. 89). Para ella, la hosquedad de los climato-escépticos no cae del cielo sino de su justa comprensión del hecho de que luchar seriamente contra el calentamiento necesita un cambio radical de política. Con más regulación, más sector público, más bien común, más democracia. Con otros valores que los de la competencia, de la acumulación y del cada uno para sí. Una obra mayor, cuyo impacto será seguramente importante.

El poder revolucionario del cambio climático”

El título está bien elegido: “This changes everything”, esto lo cambia todo. Naomi Klein llama a la izquierda, a los progresistas, a aprovechar la oportunidad que se les ofrece en este difícil contexto. Pues “la verdad sobre el cambio climático, escribe, solo incomoda a quienes se satisfacen con el statu quo” (alusión al título de la película de Al Gore: “Una verdad incómoda”). Para los demás “si ha habido alguna vez un momento para plantear un plan para curar al planeta, curando también nuestras economías achacosas y nuestras comunidades destrozadas, es éste” (p. 155). La crisis medioambiental añade su “urgencia existencial” a todos los problemas. Por consiguiente, “ofrece un discurso global en el que todo, desde la lucha por buenos empleos a la justicia para los inmigrantes, pasando por las reparaciones de las fechorías históricas como la esclavitud y el colonialismo, puede integrarse en el gran proyecto de construir una economía no tóxica, a prueba de shocks, antes de que sea demasiado tarde” (p. 54).

Más lúcida que muchos militantes anticapitalistas, Klein cree en el “poder revolucionario del cambio climático” y tiene mil veces razón. Levanta una requisitoria implacable y muy convincente contra las grandes asociaciones medioambientales –algunas de las cuales son acusadas de haberse fusionado con el sistema. Como alternativa, aboga por la construcción de movimientos de masas. La autora admite que “el tipo de contrapoder que tiene una posibilidad de cambiar la sociedad a una escala parecida a lo que se necesita no existe por ahora” (p. 156). Pero ve signos anunciadores en las movilizaciones radicales contra el extractivismo y los grandes proyectos de infraestructuras, que se multiplican por los cuatro puntos del globo. El hecho de que los pueblos indígenas jueguen a menudo un papel clave en estas movilizaciones es para Klein una fuente de esperanza, pues esos pueblos tienen una visión de su relacion con la naturaleza distinta de la dominación y del control absoluto,típicos del capitalismo y, más en general, de la cultura occidental desde la Ilustración.

This Changes Everything” es un libro fuerte. Habría podido serlo más aún si la autora hubiera consagrado algunas decenas de páginas a explicar claramente el mecanismo del cambio climático y a presentar sus principales consecuencias eco-sociales, más que en entrar directamente en una denuncia de los climato-escépticos. Hay ahí, me parece, una ocasión desaprovechada para educar al gran público. Pero es un detalle.

Un libro tensionado

De forma más fundamental, “This Changes Everything” es un libro tensionado. La autora lo confiesa: “Es el libro más difícil que haya jamás escrito, porque la investigación me ha conducido a buscar respuestas radicales. No tengo duda alguna de su necesidad, pero me pregunto todos los días sobre su factibilidad política” (p. 26). De hecho, Klein oscila entre una alternativa anticapitalista autogestionada y descentralizada, ecosocialista y ecofeminista, y un proyecto de capitalismo verde regulado, basado en una economía mixta relocalizada e impregnada de una ideología del cuidado y de la prudencia. Esta tensión se manifiesta en toda la obra. Un soplo revolucionario atraviesa la conclusión, en la que Klein pone en paralelo –¡como Marx en El Capital!– la lucha contra el esclavismo y la lucha contra la apropiación capitalista de los recursos (p. 458 y sig). Pero escribe en otra parte que hay “espacio suficiente para hacer ganancias en una economía cero-carbono” y que el obstáculo a la transición ecológica viene de los “modelos de negocios (business models) actuales” (p. 252) así como de la forma en que “pensamos a propósito de la economía” (we think about the economy) –por tanto no de la propia economía (p. 95).

Esta oscilación quizá tiene relación con la concepción que Klein parece tener de la ideología de dominación de la naturaleza. La autora tiene plenamente razón en recordar que esta ideología es anterior al capitalismo. Pero el capitalismo es precisamente la forma bajo la cual existe hoy. No se deriva de ello que la supresión de este modo de producción eliminará automáticamente las concepciones “extractivistas” –al contrario, la lucha por “cuidar la naturaleza con prudencia” deberá continuar durante un largo período tras el fin de este sistema. Pero la ideología de la dominación no flota en el aire, está enraizada en estructuras sociales. El combate ideológico antiextractivista está inextricablemente ligado al combate contra las relaciones sociales capitalistas. En particular al combate contra la explotación salarial –de hecho una forma de pillaje “extractivista” del recurso natural llamado fuerza de trabajo.

No, Alemania no es un modelo

Dicho esto, hay que reconocer modestamente que todas las personas que reflexionan sobre una respuesta social al desafío climático están confrontados a la tensión evocada por Naomi Klein en el prefacio de su obra. Esto deriva del hecho de hay un abismo entre la extrema radicalidad anticapitalista de las medidas que se imponen objetivamente para evitar una catástrofe terrible y el nivel de conciencia de la gran masa de la población. La estrategia a seguir para construir un puente por encima de este abismo es objeto de debate, y no sería oportuno dar lecciones a Klein. Pero una cosa me parece clara: del lado “factibilidad política”, está mal informada cuando cita la política energética del gobierno Merkel, basada en los fee-in-tariff, como ejemplo de “toma de distancia respecto a la ortodoxia neoliberal” (p.131).

Los feed-in-tariff son tarifas impuestas, que ponen a la electricidad verde en posición de competitividad con la electricidad “sucia”. Igual que los certificados verdes, concretan la idea liberal de que internalizar las “externalidades” es suficiente para hacer ecocompatibles las decisiones de inversión basadas en la eficiencia-coste. En el plano medioambiental, esta idea está condenada al fracaso pues hace pasar el desarrollo del mercado de las tecnologías verdes por delante de los esfuerzos de reducción del consumo de energía. En el plano social, el sistema alemán está financiado por un recargo (Umlage) cobrado en las facturas de electricidad. Todas las familias pagan, pero el recargo está más que compensado para quienes han invertido en las renovables, pues venden la electricidad a un precio elevado, garantizado por el estado durante 20 años. Las capas desfavorecidas pagan por tanto por las capas favorecidas (individuos, cooperativas o empresas).

Es cierto que hay municipios alemanes que también producen y venden electricidad verde. En este caso, la colectividad se beneficia evidentemente de una consecuencia bajo forma de servicios. Es un aspecto positivo del sistema, que Klein tiene razón en subrayar, pero no basta para erigir a Alemania en ejemplo a seguir. Tres mil empresas están exentas del 80% de la Umlage (lo que representa un regalo de entre 4 y 5 millardos de euros al año). Se está lejos de la justa demanda formulada por Klein: que los fósiles paguen la transición. En lugar de ello, la política energética de Merkel profundiza las desigualdades. De una forma más general, el gobierno de la canciller prosigue la feroz política puesta en marcha por la coalición entre los Grünen y la socialdemocracia. Esta política obliga a 8 millones de personas a trabajar por menos de 8 euros brutos a la hora. Alemania no es ciertamente un “modelo que demuestra cómo desarrollar con una rapidez notable soluciones climáticas muy descentralizadas a la vez que se combate la pobreza, el hambre y el paro”, como Klein afirma de forma imprudente (p. 136)...

Y no es extraño: un “modelo” así no existe en el capitalismo, pues éste está basado –Klein lo dice en su libro en numerosas ocasiones– sobre la doble explotación de la naturaleza y del trabajo. El abismo entre la radicalidad necesaria y la factibilidad política no puede ser colmado en definitiva más que apoyándose en una crisis mayor, uno de esos “momentos extremadamente raros y preciosos en que la imposibilidad parece repentinamente posible”, como se lee en la conclusión. Aquí, la autora abandona la “factibilidad política” para volver a la radicalidad. Compartimos su convicción de que un momento así vendrá, que coincidirá con una impugnación radical de la ideología de la dominación y que “la verdadera cuestión está en saber lo que las fuerzas progresistas harán de ella, la fuerza y la confianza con la que la aprovecharán” para “no solo denunciar el mundo tal como es, sino para construir el mundo que nos mantendrá a todos en vida” (p. 466). Más allá de las reservas y de los debates que puede suscitar entre ecosocialistas, la obra de Naomi Klein es una contribución mayor a su lucha.
23/11/2014

Notas
1/This Changes Everything. Capitalism vs. the Climate”, Alfred A. Knopf, Canada, 2014

 



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