lunes, 9 de marzo de 2015

KARL MARX, THOMAS PIKETTY, Y EL CAPITALISMO


Dr. Hugo SALINAS
Tanto Karl Marx, ayer, como Thomas Piketty, ahora, dedican lo mejor de sus vidas y conocimientos para desentrañar ese monstruo llamado “capitalismo”. Los trabajos de investigación de Marx se condensan en su célebre libro “El Capital”, tomo I, que se dedica al estudio del “Modo de producción capitalista y las relaciones de producción y de intercambio que le corresponden”.[i] Piketty ha asombrado a tirios y troyanos con su ya célebre libro “Le Capital au XXIe siècle[ii]. Han transcurrido más de cien años entre el uno y el otro, y la investigación científica, en este campo, vuelve a renacer. Pero ¿han puesto al descubierto todas las entrañas del capitalismo para, a partir de ello, poder superarlo?
Karl Marx escribe: “El producto de la actividad económica, propiedad del capitalista, es un valor de uso, tal como el hilado, la tela, las botas, etc. Pero, […] si produce botas no es por amor a las botas. […] quiere que el valor de esta mercancía […] sobrepase la suma de valores de los medios de producción y de la fuerza de trabajo en los cuales ha gastado su querido dinero. El capitalista quiere producir no solamente una cosa útil, sino una cosa de valor, y no solamente de valor, sino que también genere una plusvalía.”[iii] La idea es clara, el objetivo del capitalista es crear plusvalía, más plusvalía y más plusvalía, por todos medios habidos y por haber.
El capitalismo no es un asunto de producir bienes sino de generar plusvalía, nos dice Karl Marx. Y cuanto más, mejor. Hoy en día, los capitalistas han encontrado un área de actividad económica que les genera más plusvalía que la misma producción de bienes económicos: la especulación, la generación de dinero en base al dinero.
Entonces, con el manejo de variables económicas como plusvalía, capital constante y capital variable, que Marx pone en juego en su obra “El Capital”, tomo I, ¿se podrá superar al capitalismo para construir una nueva economía y sociedad? Sus seguidores han puesto en práctica su pensamiento, en una y mil formas, y en todas han fracasado. ¿Por qué?
Thomas Piketty ha causado revuelo porque, en el área de las desigualdades socio-económicas, es el trabajo científico que ha cubierto una mayor amplitud tanto en el tiempo como en el espacio, lo que le ha permitido formular conclusiones sorprendentes. Nos dice que “los tres conceptos  más importantes para el análisis del sistema capitalista son la relación capital/ingreso nacional, la parte del capital en el ingreso nacional, y la tasa de rendimiento del capital”[iv].
El trabajo de Thomas Piketty se basa, esencialmente, en las estadísticas de dichas variables económicas de los últimos 300 años y en los veinte países más desarrollados del mundo. Concluye que r > g es “la fuerza de divergencia fundamental”[v] del capitalismo, en donde r designa a la tasa de rendimiento del capital y g representa la tasa de crecimiento de la actividad económica. “La desigualdad r > g significa que los patrimonios salidos del pasado se recapitalizan mucho más rápidamente que el ritmo de progresión de la producción y de los salarios.[vi]
“La tesis central de este libro, nos dice Piketty, es precisamente que una separación, en apariencia limitada, entre la tasa de rendimiento del capital y la tasa de crecimiento puede producir, a largo plazo, efectos extremadamente potentes de desestabilización de la estructura y de la dinámica de las desigualdades en una economía dada”[vii]. ¿Cuál es su propuesta de solución?
Thomas Piketty comienza por remarcar lo siguiente: “la experiencia histórica indica que la desigualdades de riqueza tan desmesuradas [en remuneraciones y en capital] no tienen mucho que ver con el espíritu de empresa y no son de ninguna utilidad para el crecimiento de la actividad económica”[viii]. Aún más, insiste en que “el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles y arbitrarias.[ix]
Sin embargo, como solución al problema solamente nos propone implementar un impuesto progresivo tanto a las remuneraciones como al capital. Además agrega: “La dificultad es que esta solución, el impuesto progresivo sobre el capital, exige un alto grado de cooperación internacional y de integración política regional”[x]. En otras palabras, según Piketty, al parecer, no hay forma de superar a esta calamidad llamada capitalismo. ¿Acaso hemos llegado al fin de la Historia como algunos ya lo dijeron?[xi]
La amplitud de información estadística que ha recopilado y trabajado Thomas Piketty es, al mismo tiempo, su limitación. Es prisionero del espacio-tiempo definido en su trabajo de investigación, y de las variables que ha puesto en juego para interpretar las desigualdades socio-económicas dentro del marco de la economía capitalista. No busca el origen del fenómeno “capitalismo”. De ahí que, su propuesta, es un capitalismo con solamente menores desigualdades socio-económicas y más de Estado social, porque “aquellos que tienen muchas riquezas no olvidan jamás de defender sus intereses[xii]”.
Así como Marx, a principios del siglo XIX, en su intento de explicar el capitalismo, desemboca fundamentalmente en su Teoría de la explotación capitalista, Piketty, en el siglo XXI, no osa ir más allá del análisis estadístico de las grandes desigualdades socio-económicas entre los siglos XVIII y XXI, período de la hegemonía del sistema capitalista. Grandes trabajos de investigación que dejan, al mismo tiempo, un gran vacío: la identificación del origen del capitalismo, a fin de visualizar su solución. En los trabajos de Piketty no existe esta intención. En cambio, en los de Marx, se expresa con claridad su vehemencia por construir una nueva economía y sociedad.  
Piketty nos dice que “la cuestión de saber si es justificado y útil para una sociedad que los poseedores del capital reciban su productividad marginal como una remuneración de su título de propiedad (y de sus ahorros pasados o de aquellos de sus ancestros), sin que ningún nuevo trabajo sea aportado, es evidentemente una cuestión central”[xiii]. Esta frase muestra que el tema de la propiedad del capital y de la apropiación de la remuneración de ese capital está bien presente en su espíritu. Pero, probablemente, los límites de la información estadística no le permiten ir más lejos en su razonamiento.
Su reflexión se aproxima aún más a la raíz del capitalismo cuando nos dice que “todo no es negativo […] en este proceso de reconstitución de patrimonios, lo cual es en parte natural y deseable”[xiv]. En efecto, los movimientos de subida o bajada de las variables de la actividad económica o, con más precisión, las subas o bajas de las variables del proceso de trabajo que animan al sistema capitalista (capital, remuneraciones, costos, dinero…), son naturales y deseables. Y esto porque los horrores del capitalismo no se fundan en las variables del proceso de trabajo de la actividad socio-económica. El capitalismo no es producto del proceso de trabajo ni de su evolución, como lo veremos luego.
Si Thomas Piketty hubiera tomado distancia del análisis estrictamente estadístico habría llegado a vislumbrar que el origen del capitalismo radica en otra variable, que no es parte del proceso de trabajo.  Es un elemento que no se deja ver pero que tiene resultados tangibles. Por esa misma razón, es un elemento de la actividad socio-económica que no tiene otra alternativa que manifestarse a través de las variables del proceso de trabajo y, por consiguiente, se confunde con ellos. La pregunta que hubiera puesto fin a esta confusión y le hubiera abierto camino a otro descubrimiento es la siguiente: ¿Qué es lo que faculta a los propietarios de capitales individuales ser igualmente los propietarios de la remuneración de esos capitales? Pareciera ser una pregunta sumamente evidente, pero un poco de reflexión le hubiera conducido a la noción de Repartición.
La noción de Repartición del resultado de la actividad económica, en una economía capitalista, refleja el hecho de que, el propietario del capital es, al mismo tiempo, el propietario del 100% del resultado de la actividad económica sustentado en ese capital. Y como en el sistema capitalista existen “n” propietarios individuales, cada uno de ellos es el propietario del 100% del resultado que genera su capital. Es el fundamento de la Repartición Individualista, propio del sistema capitalista.
Algo más, este descubrimiento le hubiera permitido formularse la pregunta siguiente: ¿Y si la totalidad del capital fuera propiedad de una sola “persona”? Es decir, ¿si la totalidad del capital fuera propiedad del país? Thomas Piketty habría llegado a identificar el otro tipo de repartición que anima una actividad socio-económica: la Repartición Igualitaria. Así habría identificado, por un lado, a los dos tipos de repartición que constituyen el segundo elemento de toda actividad socio-económica: la decisión socio-económica. Por otro lado, hubiera podido identificar que la Repartición Individualista se sustenta en la propiedad individual del capital y, la Repartición Igualitaria en la propiedad colectiva del capital.
Pero Thomas Piketty vuelve al análisis estadístico de sus variables, con esta pregunta: “¿Cuál es el ‘buen’ nivel de repartición capital-trabajo?”[xv]. Al parecer, sin siquiera percatarse, acepta a la Repartición Individualista como la única posible, y busca solamente el “buen” nivel de repartición capital-trabajo dentro del marco de una economía con Repartición Individualista. Y con ello acepta, aunque no lo explicita, que es el capitalista quien maneja el acto económico. Y por tanto, en última instancia, corresponde a él, y solo a él, definir cuál será el monto de las remuneraciones de su capital, de su administración y de sus asalariados.
En cambio Karl Marx se nutre, entre otros, de la información antropológica sobre el homo sapiens desde los orígenes de la humanidad, y hace volar su intuición. “Qué sublime parece la vieja idea que hace del hombre […] el objetivo de la producción, frente al mundo moderno en donde la producción es el objetivo del hombre, y la riqueza el objetivo de la producción,[xvi]” nos dice Marx. Y continúa con esta célebre frase: “La hora de la propiedad capitalista ha sonado. Los expropiadores son, a su turno, expropiados.”[xvii]
¿Cuáles son los datos de la Historia que a Karl Marx le permiten intuir una nueva economía y sociedad? Esencialmente, es el hecho confirmado de que existió otro tipo de propiedad y de que, por consiguiente, existió otro tipo de repartición del resultado de la actividad económica.
Con ello, Marx tenía la puerta abierta para explicitar la solución al modelo capitalista. Pero, al igual que Piketty, se encuentra entrampado con su Teoría de la explotación capitalista, en donde la plusvalía es la variable central. Una variable que explica muy bien la explotación del asalariado y el enriquecimiento del capitalista, pero que no es útil ni en la explicitación del modelo de desarrollo capitalista ni en la construcción de un modelo de desarrollo alternativo. Es probable que esta sea la explicación de por qué, estando vivo, no publicó los tomos II y III de “El Capital”. Sus dudas no estuvieron resueltas y, por tanto, sus manuscritos no debieron ser publicados bajo el membrete ya célebre en ese momento de “El Capital”.
Karl Marx comienza por precisar que el capitalismo no es un asunto de producir bienes sino de generar plusvalía. Es decir, el capitalismo no es un asunto de las variables del proceso de trabajo que sustenta la economía capitalista, sino que es la resultante de otro elemento de la actividad socio-económica, y que está ligado a la generación de la plusvalía. Su intuición de que la actividad socio-económica cuenta con dos elementos de naturaleza diferentes se manifiesta cuando, ya años antes de escribir “El Capital”, tomo I, anota: “la distribución no parece estructurada y determinada por la producción, sino inversamente, la producción parece ser estructurada por la distribución.[xviii]
Pero no estando lo suficientemente clara su intuición sobre el hecho de que toda actividad socio-económica tiene dos elementos, escribe: “considerar la producción sin tomar en consideración que esta distribución está incluida en ella, es manifiestamente una abstracción vacía.[xix]” Y en verdad, esa es la realidad. Se trata de dos elementos que no pueden manifestarse aisladamente uno del otro. Y sin embargo, son diferentes. Su separación requiere de un proceso de abstracción científica. Uno de los elementos, el proceso de trabajo, tiene una naturaleza visible, material, mientras que el otro elemento es invisible al ojo humano, porque es resultado de una decisión. De ahí que, esta “decisión” que puede concretarse tanto en una Repartición Individualista o en una Repartición Igualitaria, se manifiesta forzosamente a través de los elementos físicos del proceso de trabajo (capital, remuneraciones, dinero, ahorro, intercambio…).
El hecho de no identificar que la actividad socio-económica tiene dos elementos, los cuales siempre se manifiestan juntas a pesar de ser de naturaleza diferentes y de contener dinámicas diferentes, uno encargado de producir bienes y el otro de repartir el resultado de la actividad económica, conduce a Marx a escribir lo siguiente: “El socialismo vulgar […] ha heredado de los economistas burgueses el hábito de considerar y de tratar la repartición como una cosa independiente del modo de producción y de representar por esta razón el socialismo como girando esencialmente alrededor de la repartición.”[xx] No logra visualizar que tanto el capitalismo como el socialismo es un asunto del tipo de repartición incrustado como el segundo elemento de la actividad socio-económica. La Repartición Individualista nos conduce al capitalismo y la Repartición Igualitaria nos conduce al socialismo.
Una confusión que no fue resuelta por Karl Marx. Leamos lo que escribe: “El capital supone entonces el trabajo asalariado, el trabajo asalariado el capital.[xxi]” Para Marx, en esta frase escrita en 1849, mucho antes de escribir “El Capital”, tomo I, existe un solo tipo de capital, aquel que es de propiedad individual y que genera una Repartición Individualista. No hay lugar para otro tipo de capital como aquel de propiedad colectiva y que genera otro tipo de repartición, la Repartición Igualitaria. Una confusión que tendrá serias consecuencias en su trabajo de investigación.
Karl Marx, en este punto crucial, se debate en la incertidumbre, lo demuestra estas líneas publicadas después de su muerte. “Cuando las condiciones materiales de la producción sean la propiedad colectiva de los mismos trabajadores, una repartición de objetos de consumo diferente de aquellas de ahora se seguirá.[xxii]” Es una alusión directa a que la actividad socio-económica puede tener otro tipo diferente de repartición del resultado de la actividad económica, y que el capital no necesariamente supone trabajador asalariado, en el sentido marxista.
Thomas Piketty maneja abundante información estadística desde el año 1700, en donde se muestra que en sus inicios el capital estuvo compuesto en una gran proporción de tierras de cultivo y de esclavos. Es la época del colonialismo. Pero que a lo largo de tres siglos se convierte esencialmente en un capital financiero e inmobiliario. En este proceso se aprecia claramente la evolución de un proceso de trabajo hacia un otro. La actividad agrícola primaria deja paso a la actividad industrial. Cada uno de estos procesos de trabajo tiene sus propias variables económicas. Piketty juega con las variables de la actividad industrial que genera una economía de mercado. Pero no son los procesos de trabajo ni sus variables económicas los que configuran el feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo.
Lo que configura las entrañas mórbidas del feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo es la naturaleza del segundo elemento de la actividad socio-económica: la Repartición Individualista, aquella que impera a lo largo de todo el período analizado por Piketty. De ahí que, la acumulación y concentración de capitales, a pesar de los grandes estragos de las dos guerras mundiales, de la gran depresión, de las medidas políticas del Estado Providencia; a pesar de la evolución de los procesos de trabajo,  el volumen del capital vuelve a su nivel insólito del año 1700, para ubicarse entre 6 y 7 veces más grande que el monto del Producto Bruto Interno (PBI)  en cada país analizado. Y se vuelve a repetir la historia de que, por un lado, “los países ricos lo son doblemente, tanto en la producción interior y en el capital invertido al exterior, lo que les permite disponer de un ingreso nacional superior a su producción.[xxiii]” Y por otro lado se vuelve a repetir el hecho de que, menos del 1% de la población, ya sea en el feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo, maneja la economía y vive de sus rentas.
Es la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica que se encuentra en el origen del feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo, y que muy bien lo describe la información estadística trabajada por Thomas Piketty. Una información estadística que corrobora la intuición de Marx y Engels escrita en el año 1848. “La sociedad burguesa moderna, elevada sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clases. Ella no ha hecho que remplazar nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas formas de lucha, a aquellas de tiempos atrás.[xxiv]
Porque el tipo de repartición del resultado de la actividad económica, a lo largo del feudalismo-esclavismo-gamonalismo-capitalismo, es el mismo: la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica. Algo más, y por cierto sorprendente, Marx y Engels  ya nos señalan el punto de partida de la Repartición Individualista. “[…] después de la disolución de la propiedad colectiva de la tierra de los tiempos primitivos, toda la historia ha sido una historia de luchas de clases […].[xxv]” Es decir, la Repartición Individualista se instala como segundo elemento de la actividad económica hace aproximadamente diez mil años. Es el tiempo de vigencia hegemónica de la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica.
Con la nueva visión de la actividad socio-económica que ahora disponemos, es bastante simple formular un modelo de desarrollo alternativo. Conociendo que la actividad socio-económica está compuesta de dos elementos, el proceso de trabajo y la decisión socio-económica (repartición individualista o repartición igualitaria), ya podemos poner en blanco y negro el sueño de las mayorías marginadas y sumidas en la pobreza y el desempleo. Sueño resumido en la frase célebre de Marx y Engels, y que para muchos sigue siendo una utopía. “¡De cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades![xxvi]
El nuevo proceso de trabajo que la Humanidad está instalando en la actividad socio-económica es el proceso de trabajo de concepción[xxvii] que genera la economía inmaterial y que supera a la economía industrial. Y la decisión socio-económica deberá ser necesariamente la Repartición Igualitaria, la misma que se orienta a resolver los dos grandes males de la Humanidad: el desempleo y la pobreza. Indudablemente que, a este nivel, es una solución al estado puro. Se requiere un proceso de aplicación de estos conceptos logrados mediante la abstracción científica. Es necesario llegar a una situación concreta y práctica, pero sin perder los conceptos centrales del modelo al estado puro.
La solución de aplicación muy bien puede concretarse en un modelo de desarrollo basado en una economía de mercado con dos sectores[xxviii]. El sector 1 se desenvolverá en base a la Repartición Individualista y, el sector 2, a crear desde cero, en base a la Repartición Igualitaria. Esto quiere decir que el sector 1 se sustentará en la propiedad individual del capital y, el sector 2 en la propiedad colectiva. Por consiguiente, es el sector 2 quien está destinado a llevar a cabo la transformación (la revolución, si nuestros lectores prefieren). Y el instrumento práctico de ejecución, que vendría a ser la célula de la nueva economía, es la empresa-país[xxix].
Para una mejor comprensión de la propuesta es bueno precisar los alcances de la noción “propiedad colectiva”. Para comenzar, la propiedad colectiva, tal como lo usamos en este artículo, no es la que se aplica en las empresas de propiedad social, ni en las empresas públicas, ni en las cooperativas, ni en las empresas comunales de las comunidades campesinas. La noción de “propiedad colectiva” la utilizamos en el sentido de ser propiedad de todos los habitantes y de ninguno en particular. Nadie está excluido de la propiedad, pero tampoco nadie puede reclamar, a título individual, una fracción de la propiedad. Es la propiedad de todos, sin distinción de edad, sexo, lugar de permanencia, o color de la piel.
Entonces, la empresa-país contiene los dos elementos centrales del modelo de desarrollo alternativo: la propiedad colectiva y la repartición igualitaria del resultado neto (las ganancias) de las empresas-país, entre todos los habitantes del país. Esto es independiente de la remuneración del trabajador, la misma que seguirá siendo el resultado de las fuerzas interactuantes en el mercado de trabajo.
Este tipo de empresa, que pertenece a todos y a ninguno en particular, tiene la ventaja de poder lanzar al consumo la totalidad del valor agregado; es decir, tendrá la ventaja de contar con una tasa de crecimiento superior a cualquier otra empresa capitalista. Una ventaja apreciable si las economías del Sur, atrasadas en miles de años, quieren nivelarse rápidamente con el crecimiento alcanzado por las economías del Norte.
Otra ventaja mayor de las empresas-país es su capacidad de financiamiento tanto para su creación como para su desarrollo. Puesto que ellas pertenecerán a todos y a ninguno en particular, viabiliza su financiamiento a través de la emisión monetaria. Un tipo de financiamiento “ilimitado”, y que permitirá desarrollar rápidamente el nuevo sector a crear a fin de que se ubique en posición hegemónica, manejando los principales rubros económicos del país.
La propiedad colectiva de las empresas-país y su financiamiento “ilimitado”, vía la emisión monetaria, facilitan la creación de un círculo virtuoso al interior del sector 2 a Repartición Igualitaria. Son condiciones para la puesta en práctica de un sui generis Contrato de Trabajo[xxx] orientado a un incremento acelerado del salario mínimo de sus trabajadores hasta alcanzar el estándar internacional del salario mínimo. Y puesto que el objetivo de las empresas-país, en primera instancia, es la oferta de Bienes de Necesidad Básica (habitación, educación, salud, transporte), la tasa de crecimiento del sector 2 será muy superior a las tasas de crecimiento logradas por las empresas a Repartición Individualista.
La inserción de la nueva base económica debe venir acompañada de nuevas instituciones democráticas como el Juicio por Jurados,[xxxi] y la elección de los congresistas por sus pares[xxxii] y no por los partidos políticos. Además, la instalación de esta nueva base económica debe venir acompañada de un impuesto progresivo tanto a las remuneraciones como a los activos.
Y para terminar, creando y desarrollando las empresas-país, la Historia nos está brindando la oportunidad de comenzar el gran cambio, desde ahora, y consolidar, paso a paso, la columna vertebral de una nueva economía y sociedad.
Lima, sjl, 7 de marzo del 2015


[i] MARX Karl, [1867] Le Capital, Livre premier, Le développement de la production capitaliste, Editions sociales, 1977, p. 12
[ii] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil
[iii] MARX Karl, [1867] Le Capital, Livre premier, Le développement de la production capitaliste, Editions sociales, 1977, p. 142
[iv] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil, p. 92-93
[v] Ibidem, p. 53
[vi] Ibidem, p. 942
[vii] Ibidem, p. 131
[viii] Ibidem, p. 944
[ix] Ibidem, p. 16
[x] Ibidem, p. 944
[xi] FUKUYAMA Francis [1992] The End of History and the Last Man. Free Press
[xii] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil, p. 950
[xiii] Ibidem, p. 340
[xiv] Ibidem, p. 76
[xv] Ibidem, p. 75
[xvi] MARX Karl, [1857-1858] Formes précapitalistes de la production, types de propriété (principes d'une critique de l'économie politique), in Œuvres, Economie II, Editions Gallimard, 1968, p. 327
[xvii] MARX Karl, [1867] Le Capital, Livre premier, Le développement de la production capitaliste, Editions sociales, 1977, p. 557
[xviii] MARX Karl, [1859]  Contribution à la critique de l'économie politique, Editions sociales, 1977, p. 162
[xix] Ibidem, p. 162
[xx] MARX Karl, [1891] Critique du programme de Gotha,  rédigé en 1875 et publié pour la première fois en 1891, Editions en langues étrangères, Pékin, 1978, p. 17
[xxi] MARX Karl, [1849] Travail salarié et capital. Salaire, prix et profit, Messidor/Editions sociales, Paris, 1985, p. 78-79
[xxii] MARX Karl, [1875] Critique du programme de Gotha, rédigé en 1875 et publié pour la première fois en 1891, Editions en langues étrangères, Pékin, 1978, p. 17
[xxiii] PIKETTY Thomas, [2013] Le capital au XXIe siècle, Editions Seuil, p. 117
[xxiv] MARX Karl et ENGELS F., [1848] Manifeste du parti communiste, Editions sociales, Pékin, 1977, p. 33
[xxv] Ibidem, p. 7
[xxvi] MARX Karl, [1875] Critique du programme de Gotha, Rédigé en 1875 et publié pour la première fois en 1891, Editions en langues étrangères, Pékin, 1978, p. 16
[xxvii] SALINAS Hugo [1993] Hacia dónde va la economía-mundo. Teoría sobre los procesos de trabajo, segunda edición en español, 2011, Lima, in http://bvirtual.bnp.gob.pe/bnp/faces/BVIC/Captura/upload/2011/economia.pdf
[xxviii] SALINAS Hugo [2009] Progreso y Bienestar, urbi et orbi. Una nueva visión de la economía y de la sociedad, tomo I, Lima, in http://bvirtual.bnp.gob.pe/bnp/faces/BVIC/Captura/upload/salinas_progresoybienestar.pdf
[xxix] SALINAS Hugo [2013] Las empresas-país y la gran transformación, Lima, in http://bvirtual.bnp.gob.pe/bnp/faces/BVIC/Captura/upload/2011/empresas-pais-gran-transformacion-final.pdf
[xxx] Ibídem, pp. 33-47
[xxxii] http://alainet.org/active/69496&lang=es y http://alainet.org/active/64544&lang=es

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