jueves, 12 de marzo de 2015

OPÚSCULO SOBRE LA INSURGENCIA GUERRILLERA PERUANA DE 1965 EN SU 50º ANIVERSARIO Segunda Parte (2-3)





3. RUMBO A PUERTO MALDONADO

En los primeros días de 1963 empezamos a viajar por diferentes vías para reencontrarnos en Bolivia como paso previo a nuestra incursión al Perú. El comando manejaba los detalles de la operación y los demás no preguntábamos a fin de evitar indiscreciones y no exponer riesgos a la misión en caso de ser apresados y torturados.

Mientras tanto, en la escena nacional se habían cumplido las elecciones de 1962 con tres principales candidatos a la presidencia: Víctor R. Haya De la Torre, Fernando Belaunde y Manuel A. Odría. Ninguno alcanzó el tercio requerido y entre acusaciones de fraude se produjo un golpe militar que convocó a elecciones para el año siguiente. Con estas miras, los grupos políticos incluyendo de izquierda estaban empeñados en participar en las campañas electorales nuevamente.

Nuestro reagrupamiento en Bolivia, la organización de la ruta de ingreso, la adquisición de armamento y pertrechos, ropa de campaña, logística, corrieron a cargo del comando de nuestra agrupación con la ayuda del Partido Comunista Boliviano y a inicios de Mayo de 1963 estábamos ya atravesando la selva boliviana rumbo a Puerto Maldonado. La ruta fue dificultosa y tensa al tener que recorrer pueblos y ríos sin despertar sospecha.

El último tramo fluvial fue por el río Manuripi y algunos iban cantando  “Por los ríos y montañas, guerrilleros libres van, los mejores luchadores, del campo y de la ciudad. ¡Abajo el imperialismo! Viva la Revolución”. Éramos sesenta muchachos en dos grupos de treinta dispuestos a luchar por una causa noble, sin reparar en los graves peligros que nos acechaban.

Seguimos por un sendero que nos acercó a la frontera. En toda la travesía nos había acompañado como guía el “camba” Julio Luis Méndez Corne- “Ñato”, miembro del Partido Comunista Boliviano. (Su muerte estaba reservada para 1967 combatiendo en la guerrilla del “Che” cuando ya salvaba el cerco militar de la quebrada del Churo- La Higuera).

Nuestra columna guerrillera se abría paso bajo la sombra de una jungla silenciosa. Tras la escuadra de vanguardia venía el grueso de guerrilleros. Al centro el comando, y más atrás, la escuadra de Javier Heraud que cargaba su ametralladora ZB30, caminando“entre pájaros y árboles”, recio como un guerrero espartano. Lejos estaba de presagiar su súbita muerte en Puerto Maldonado cumpliendo una misión especial.

No éramos del partido comunista ni de otro partido político. Simplemente éramos jóvenes patriotas, dispuestos a dar la vida luchando por una revolución justiciera. Ya no éramos becarios que buscábamos una profesión en provecho propio. Luchar por la sociedad estaba por encima de lo personal. Pero todo lo habíamos dejado de lado por una causa suprema.

No teníamos líderes pre definidos ni definitivos porque nuestra posición al respecto era que estos, deberían surgir de la misma lucha. Tampoco teníamos un partido político porque este debería forjarse desde nuestra base social participando en el proceso revolucionario. Por ello, nunca practicamos el culto a la personalidad ni estuvimos atados a dogmatismos alienantes.

Al llegar a la frontera recibimos la mala noticia de que la ayuda peruana comprometida para llegar a nuestros destinos operativos había sido cancelada dejándonos colgados en plena selva desconocida para nosotros. Esta inconsecuencia traicionera de último momento, por oportunismo electorero, nos puso en una situación crítica, pues no tendríamos los guías ni la organización de apoyo para llegar a los destinos planeados.

El desaliento cundió en la tropa en pugna con la intrepidez de avanzar por nuestros propios medios. La audacia se hizo presente y resolvimos optar por un operativo arriesgado. Un comando de guerrilleros con capacidad de conducir vehículos se infiltraría cruzando la frontera para regresar con camiones en supuesta “campaña electoral” los cuales abordaríamos para continuar nuestra misión.

Fueron comisionados Abraham Lama, Alaín Elías Caso, Javier Heraud Pérez, Manuel Cabrera Valenzuela, Mario Rodríguez Mesía y Edilberto Márquez Núñez. Partieron con la orden de evadir Puerto Maldonado y salir a la carretera directamente. Sucedió todo lo contrario y fueron detectados.

Ante la resistencia a la detención y la dispersión se produjo un confuso tiroteo. Dos de ellos alcanzaron el río abordando una canoa de escape pero fueron baleados estando indefensos, y no obstante las señales de rendición, fueron acribillados a mansalva, sin conocerse todavía de quienes se trataba. Ellos eran Alaín Elías que quedó mal herido y Javier Heraud quien perdió la vida aquel infausto 15 de Mayo de 1963.

A Javier, la oscuridad le llegó estando en el seno del río Madre de Dios y su “Elegía” se hizo realidad aquel día. “El Viaje” fue el último y terminó en “El Río” que era su otro yo.



“Yo no me río de la Muerte.
Sucede simplemente,
que no tengo miedo de morir
entre pájaros y árboles”



Así sucedió como en el verso. Javier Heraud fue abatido y el impacto de su inmolación tocó las fibras más sensibles de la sociedad peruana. Su sangre derramada, romántica y guerrillera, se expandió como pétalos de flores que el pueblo ha recogido de mil maneras, estampando su nombre en las promociones estudiantiles, en calles, plazuelas, centros de educación pública, pueblos marginales, etc., sin que los opresores pudieran evitarlo.

Doblaron las campanas en el silencio del monte y sentimos el profundo dolor de su inesperada muerte que, para su madre, debió ser como un lanzón al corazón. Ella lo creía estudiando cinematografía en Cuba. Nuestros padres, al escuchar las noticias, rogaban al cielo para que no estuviéramos en las mismas andanzas.

Ese mismo mes, las fuerzas represivas acudieron al Valle de La Convención en el Cusco, para sofocar las invasiones de tierras y capturar al líder Hugo Blanco Galdós quien fue hecho prisionero pero su prestigio popular se incrementó tras haber pasado a la acción revolucionaria con su consigna “Tierra o Muerte”. Su labor sindical pese a las limitaciones, sin embargo contribuyó a crear conciencia nacional de la necesidad de hacer justicia social en el campo.

4. UN PASO ATRÁS Y DOS ADELANTE

Alertados por los sucesos de Puerto Maldonado, era inminente que los dos ejércitos de los países fronterizos salieran a la búsqueda y exterminio de nuestro grupo. Tuvimos entonces que replegarnos diseminándonos en la selva boliviana para reagruparnos nuevamente e intentar otra vía de acceso. Para evadir la persecución tuvimos que seguir rutas inusuales y cruzar selva virgen a campo traviesa.

       Pese a ello, podríamos decir que la operación frustrada en Puerto Maldonado evitó mayor derramamiento de sangre y muerte segura de muchos de nosotros que románticamente creíamos que la travesía en campo peruano sería fácil. Lo que vino después, fue dramático e hizo ver a muchos que la guerra de guerrillas era un sacrificio inmenso de gran coraje para arriesgar la vida por un ideal.

Agotadas las provisiones hicimos la retirada a marchas forzadas abriéndonos camino con intrepidez, pasando muchas peripecias, hambre y sed extrema que ponían a prueba nuestras convicciones y fortaleza revolucionaria. Sobrevivíamos de lo que podíamos arrancar a la naturaleza. El “Ñato” nos enseñó a pescar pirañas con solo un trapo rojo, otras veces encontrábamos castañas, aves salvajes, monos, tortugas y lagartos con los que lográbamos recuperarnos.

Cierta tarde, tras caminata agotadora estábamos sedientos pero al llegar a un pajonal divisamos una poza de agua sobre la cual nos lanzamos para beber. Grande fue nuestra sorpresa al encontrarla ocupada por una gran serpiente “yacumama” de unos quince metros. La sed era desesperante y resolvimos dispararle para acceder al agua, a lo que nuestro guía el “Ñato” se opuso rotundamente por el peligro de que nos barriera con la cola como reacción de supervivencia.

Tuvimos que proseguir nuestro rumbo aguantando hambre y sed. Al acampar, lográbamos escuchar por las noches lejanos tambores de guerra de tribus salvajes mientras hacíamos de centinelas soportando en todo momento a los mosquitos que nos trasmitían el mal de la uta (leishmaniasis).

Poco a poco fuimos alejándonos del peligro hasta llegar a algunos pueblos ribereños en los que podíamos pasar desapercibidos para continuar viaje vía aérea hacia Cochabamba y La Paz. Los que quedamos al final, proseguimos por ríos navegables acampando en sus playas donde podíamos alimentarnos con huevos de tortugas de río que, en abundancia salían por la noches a depositar unos 40 huevos cada una.

Así logramos escapar de todo, pero el impacto de la experiencia vivida diezmó la moral de los más débiles que optaron por no continuar. La policía boliviana detectó nuestra presencia en la ciudad y algunos tuvieron que fungir de asilados políticos. Había que empezar de nuevo reorganizándonos para planear nuestro ingreso al país y preparar nuestro alzamiento con mayor eficacia.

5. LA SEGUNDA INSURGENCIA

Así llegamos a 1964 en que logramos trasladarnos a nuestro país, explorar posibles zonas para el foco guerrillero, conseguir armamento, preparar la red urbana, hacer vida clandestina, convocar nuevos contactos en diversas zonas del país, reclutar a los más decididos y organizar la logística. Quienes habían estado involucrados en los sucesos de Puerto Maldonado, salieron de prisión pero ya no quisieron alzarse en armas.

Recorrimos los valles selváticos del Cusco y Ayacucho, decidiéndonos por una zona entre el río Apurímac y el Pampas, con acceso a la selva de La Convención. La ventaja era de que, uno de los nuestros era miembro de la comunidad de Chungui cercana a nuestro campamento inicial en la selva de Chinchibamba. Tenía amplio conocimiento de la geografía zonal, hablaba el idioma de los lugareños y tenía ascendencia en la comarca. Entre tanto, miembros del Partido Leninista del Perú se integraron al grupo como simples soldados.

Ya el 7 de Febrero de 1964, Luis de la Puente, en su discurso de la Plaza San Martín había manifestado: “Ha pasado la hora de la economía capitalista perfeccionadora de la explotación del hombre por el hombre. La burguesía peruana llega tarde a la historia. Ella no es dueña ni de su propio mercado. Tan solo las masas que no tienen interés en seguir manteniendo ningún régimen de explotación serán capaces de enfrentarse a la oligarquía y al imperialismo hasta las últimas consecuencias. Esta es la hora de los pueblos. Esta es la hora de iniciar el camino hacia el socialismo.”

En las Tesis políticas del MIR publicadas en Marzo de 1964, se leía: “Ante este destino claro e inapelable de la burguesía, del gobierno y del régimen, no cabe equívoco de parte de las fuerzas de izquierda. Ellas deben prepararse para no dejarse sorprender sino quieren también ser arrastradas por la tormenta. Ellas deben prepararse para cumplir su destino histórico. Y no hay mejor manera de prepararse que planteándose desde ya la tarea suprema, la tarea definitiva de la lucha por la toma del poder”.

Tras estos planteamientos el MIR anunció al país en el verano de 1965 que se alzaba en armas, lo que obligó al Ejército de Liberación Nacional-ELN, a apresurar nuestra subida al monte antes de que la represión nos lo impidiera. Lo hicimos en Abril dando a nuestra guerrilla el nombre de “Javier Heraud”.

A cargo de la red urbana quedó Juan Pablo Chang Navarro-Lévano- “Francisco”, quien hizo una gran labor política en el sector estudiantil y organizaciones de trabajadores. Puso en circulación el periódico “Masas” y otras publicaciones, además de su labor de reclutamiento.

Una parte de los que hicieron la travesía en la selva boliviana en 1963, optaron por no continuar y otra parte prefirió seguir pero solamente en la red urbana. Otro grupo estaba en Cuba recibiendo entrenamiento. Militantes leninistas dejaron familia y todo para alistarse como combatientes en la guerrilla aunque les faltaba preparación militar pero asumieron las consecuencias.

Así lo hizo el dirigente sindical obrero Luis Zapata Bodero -“Hernán”, y el dirigente político Guillermo Mercado León- “Rosendo”. Estos se integraron a la guerrilla conformada por los combatientes provenientes de grupo original del ELN: Héctor Béjar Rivera- “Cali”, el poeta Edgardo B. Tello L. –“Cuyac”, Milciades Ruiz Rojas- “Capac”, Jorge Toque Apaza-, César Pareja “Dumbo”, José Bernabé Gurrionero Castro – “Atito”, Hermes Agapito Valiente Granados- “Moisés”, Hugo Ricra Corrales- “Conti” y tres más que más tarde desertarían.

A ellos se sumaron los revolucionarios ayacuchanos Edgar De la Zota “Fermín” y Edwin García. Este último, había puesto a disposición de la guerrilla su fundo agrícola en las orillas del río Pampas que nos servía de refugio y abastecimiento. Se retrasó en incorporarse a la guerrilla y cayó prisionero antes de alzarse con los peligros que ello implicaba.

Guiaban nuestro accionar cinco objetivos y dos métodos. Gobierno socialista Obrero campesino como expresión democrática del pueblo en armas, Revolución Agraria, Nacionalización de Recursos Naturales confiscando y expulsando a las empresas extranjeras que se nieguen a acatar las leyes revolucionarias, Soberanía Nacional sobre la base de la independización económica y solidaridad con todos los pueblos oprimidos.

Los métodos: Lucha armada para la toma del poder y Unidad Popular. La nueva democracia socialista tendría que ser fruto de las decisiones del pueblo en armas dentro de una nueva institucionalidad emanada de la nueva organización ciudadana. Unidad de acción con nuestra base social desde el inicio de la lucha para generar la organización popular de gobierno en la nueva democracia socialista.

Estando ya bajo el gobierno de Belaunde, sometido por la oligarquía, chantajeado por la embajada norteamericana y entrampado por la coalición “Partido Aprista/Unión Odriísta” que controlaba el poder legislativo, miles de campesinos en diversas regiones de la sierra continuaban invadiendo los latifundios de los terratenientes, tomando las tierras que les fueron arrebatadas en el pasado con la consiguiente represión que teñía de sangre los campos.



El 9 de Junio de 1965, la guerrilla “Túpac Amaru” del MIR comandada por Guillermo Lobatón y Máximo Velando, tomaron por sorpresa la mina “Santa Rosa” en la sierra de Junín iniciando la lucha armada en el centro del país. Varios puentes fueron volados para proteger la retirada de los combatientes. Tomaron el puesto policial de Andamarca y las haciendas Runatullo, Punto, Armas, Alegría. El 27 de Junio, derrotan a una patrulla policial en Yahuarina capturando numerosas armas y pertrechos militares.
Los combates siguieron en Púcuta del 1 al 3 de agosto, en que se retiran hacia Intiyalamuy (Sol Naciente), el campamento guerrillero. Los valerosos combatientes se replegaron hacia la selva para seguir resistiendo el asedio los siguientes meses, con gran coraje y heroísmo.

Desde su campamento de “Mesa Pelada” en La Convención -Cusco, Luis De la Puente Uceda, al mando de la guerrilla “Pachacútec” convocó al pueblo peruano a levantarse en armas por la auténtica liberación. El Septiembre, el ejército enemigo cercó el campamento de los guerrilleros del MIR y empezaron los combates. El 23 de Octubre, según comunicado de las fuerzas armadas, en el combate de Amaybamba fueron abatidos Luis de la Puente, Rubén Tupayachi, Paúl Escobar, Edmundo Cuzquén, Agustín Marín, Hugo Soto, Benjamín Quispe y otros.

Por su parte la guerrilla “Javier Heraud” del Ejército de Liberación Nacional- ELN, se movilizaba reconociendo el terreno antes de iniciar las acciones bélicas. Poco a poco nos fuimos acercando a nuestra base social rompiendo la desconfianza y el temor inicial del campesinado. Aunque en vez de mochilas usábamos el “Qqepi” o manta, a la usanza ayacuchana, no dejábamos de ser “mistis” para los campesinos, en actitud defensiva tras siglos de abuso del blanco colonialista y republicano.

Conforme avanzaba el trabajo político, la desconfianza se iba disipando. Dábamos muestra de nuestra solidaridad con ellos y curábamos a sus enfermos con la poca medicina que llevábamos. Se convencieron de que no éramos sus enemigos sino sus aliados. Ya no éramos “papai” y nos comenzaron a llamar “hermano”. Eran ellos los que nos buscaban y llevaban alimentos y por más que evitamos ser ubicados lograban seguir nuestras huellas en el monte.


 
Pero nuestra guerrilla era móvil y siempre estábamos en marchas forzadas. Nuestras necesidades tácticas nos hacían ascender hasta la cordillera a 4,500 m.s.m. y bajar a nuestra zona de escondite transitando de noche, soportando el frío que calaba los huesos y las lluvias de altura que bañaban nuestro cuerpo sin poder acampar hasta llegar a zonas de refugio. No hay zapato que resista subiendo y bajando entre cordillera y selva con los caminos anegados pero era parte de la vida cotidiana a la que teníamos que acostumbrarnos.

No es fácil habituarse al sacrificio diario en los días iniciales de la guerrilla hasta lograr la supervivencia táctica, escapando a toda prisa del peligro para poder sobrevivir, sufriendo extremos de hambre, sed, frío, sin derecho a enfermarse, cargando armamento y municiones. La moral combativa sufre y las convicciones flaquean. Es así como, el hombre base de nuestro grupo, el que conocía la zona y hablaba el idioma del lugar, de pronto desertó dejándonos en fatal desventaja.

Habiendo perdido nuestro guía geográfico hubo mayor necesidad de explorar para tener rutas de escape pero otros dos desertaron. No obstante, aun con las bajas mencionadas iniciamos las intervenciones de justicia que dio por resultado la huida de los gamonales odiados por los campesinos. Solo uno de los hacendados que era oficial retirado del ejército nos recibió a balazos en la hacienda “Chapi”, no dejándonos otra opción que abatirlo.

Hubo algarabía entre los campesinos de la zona por la acción justiciera de la guerrilla. El ELN había logrado una fabulosa compenetración con su base social, el campesinado. Pero este, imprudentemente mostraba sus simpatías haciendo caso omiso a nuestras advertencias del peligro que corrían, lo que más tarde les costaría la vida a muchos. No guardar el secreto fue fatal.

Mientras tanto en el Parlamento la alianza política contra natura del aprismo con el odriísmo aprobó sin mayor trámite la pena de muerte para los guerrilleros y sus colaboradores. Pero también, el ejército enemigo se concentró en nosotros después de haber reducido las guerrillas del MIR.

El desconocimiento de la zona para movilizarnos con seguridad fue nuestra mayor debilidad. Estábamos obligados a explorar para conocer la zona al detalle pero a costa de dispersarnos perdiendo poder de fuego. Las fuerzas represivas llegaron a la zona y empezó el baño de sangre ensañándose con los campesinos y sus familias.

Los comuneros de Chungui estuvieron apoyándonos desde el comienzo. Les advertimos del peligro que corrían pero no se cuidaron. Nemesio Junco un campesino de Soccos que estaba identificado con la guerrilla y nos ayudaba siempre en nuestro recorrido por el río Pampas fue capturado, torturado y fusilado y lo mismo hicieron con Juan Morales Villena y el adolescente Pedrito Ayuque que fue el primero en integrarse a la guerrilla.

Igual suerte corrieron los comuneros de Chungui: Urbano Tello Bellido, Gualberto Berrocal Piñarayme, Celestino Valencia Tello, Constantino Valencia Tello, Víctor Livio Valencia. En la hacienda Muyocc fueron igualmente ejecutados los campesinos Julio Oscco, Víctor Soriano, Alejandro Gómez y Alejandro Acuña. Pero además fueron perseguido capturados y eliminados campesinos colaboradores de otras zonas desatándose un clima de terror porque muchos inocentes fueron ejecutados pese a los alegatos y ruegos.

Rondaba el fantasma de la delación y la traición que, sumados a nuestro exceso de confianza nos expuso al desastre. Nuestro campamento fue cercado cuando algunos estaban explorando. Alguien condujo a las tropas enemigas a nuestro campamento y de improviso empezaron los enfrentamientos con nuestro grupo en la tarde del 17 de diciembre de 1965.

La diferencia en armamento era enorme. No obstante, el poeta revolucionario Edgardo Tello Loayza –“Cuyac–, el joven estudiante aimara Jorge Toque Apaza y el becario arequipeño César Pareja, combatieron hasta morir para cubrir la retirada de sus compañeros.

Los combates continuaron el 24 de diciembre, cayendo Guillermo Mercado León – “Rosendo”– que era un combatiente de gran trayectoria política. En la mañana siguiente ocurrió un combate en que el becario Hugo Ricra Corrales –“Conti”– recibió un balazo en el omóplato que lo desbarrancó mortalmente.

El 27 fue capturado en las alturas de Oxamarca Luis Zapata Bodero–“Hernán”–, dirigente sindical obrero. Lo torturaron hasta el cansancio para arrancarle secretos guerrilleros. Al no lograrlo le mostraron las pertenencias de sus compañeros caídos, conmoviéndolo de tal manera que no pudo contener el llanto fraterno. Fue ejecutado extrajudicialmente el 3 de Enero siguiente. Hubo un combate la noche del primer día del año 1966, cayendo el estudiante liberteño José Bernabé Gurrionero Castro, junto con el obrero sindicalista Hermes Agapito Valiente Granados- “Moisés”.

Informes confidenciales daban cuenta que el revolucionario ayacuchano Edwin García, quien había caído preso antes de iniciar las acciones fue arrojado a la selva desde un helicóptero el 30 de diciembre de 1965 después de ser torturado. En la continuación de la lucha fue capturado en Lima el estudiante arequipeño Fortunato Silva Sánchez (1967), de la red clandestina urbana. Fue ejecutado extrajudicialmente, muriendo estoicamente sin revelar secretos de nuestra organización ni delatar a nadie.

Estos luchadores de la patria no tienen tumba, ni reconocimiento a su inmolación como muchos otros héroes del pueblo. Pero tienen un gran monumento en la memoria de nuestro pueblo y en historia de la lucha revolucionaria de nuestra patria.

Continuará...

Lima Febrero del 2015
Milciades Ruiz
Ex jefe del Estado Mayor
EJERCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL- ELN

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