jueves, 28 de enero de 2016

XI Y EL MAOÍSMO, ENFRENTADOS 40 AÑOS DESPUÉS DE LA MUERTE DEL GRAN TIMONEL



 
La Vanguardia
28-01-2016

Pese a las comparaciones iniciales, afloran muchas fisuras entre el maoísmo tradicional y el actual mandatario


Desde su llegada al poder, el presidente chino, Xi Jinping, asumió discursos y estéticas ligadas a Mao Zedong, fundador del régimen comunista, pero este año, cuando se cumple el 40 aniversario de la muerte del Gran Timonel, afloran muchas fisuras entre el maoísmo tradicional y el actual mandatario.

El distanciamiento entre Xi y el ala más a la izquierda en el seno del Partido Comunista de China (PCCh) que él dirige hace pensar que se pasará de puntillas por el aniversario de la muerte de Mao, el 9 de septiembre.

"No creo que haya celebraciones de alto nivel en ese aniversario, que también es el del fin de la Revolución Cultural", un tema aún más tabú para el régimen, señaló a Efe una estudiosa de Medios y Comunicación de la Universidad de Hong Kong que declinó dar su nombre debido a lo sensible que es el tema en China.

Pekín ya dio muestras de que va a soslayar el aniversario, para disgusto del 30 por ciento de miembros del PCCh que se considera aún maoísta, el pasado día 8, cuando se cumplieron 40 años de la muerte de Zhou Enlai, la "mano derecha" de Mao y exprimer ministro.

Su familia llevó ese día flores a la sala que homenajea a Zhou en el mismo mausoleo donde descansa Mao, en el centro de la Plaza de Tiananmen, pero los actuales líderes chinos y la prensa oficial no hicieron mención alguna al personaje, más popular incluso que el Gran Timonel en la memoria colectiva nacional.

La creciente distancia entre el maoísmo y la China de Xi, un líder que heredó de Mao un estilo más personalista que sus antecesores, ha causado otros roces en los últimos meses aireados incluso por el diario Global Times, ligado al Partido Comunista y conservador pero que a veces se atreve con temas sensibles.

Según el periódico, las autoridades intentaron evitar que decenas de miles de personas celebraran el aniversario del nacimiento de Mao el pasado 26 de diciembre en su localidad natal, Shaoshan.

También se intentó detener la construcción casi clandestina de templos en áreas rurales en honor al fallecido mandatario, que en zonas campesinas está empezando a ser deificado, según dicen, en reacción al actual liderazgo.

"La gente reza a Mao para buscar fortuna, tener un hijo varón o hacerse rico", cuenta el diario, que se atreve a señalar que "la nostalgia campesina de la era comunista responde a su descontento por la actual situación, en la que la economía ha crecido rápidamente pero no ha mejorado la vida en el campo".

"Un pueblo criado en el maoísmo y acostumbrado al igualitarismo se encuentra perplejo y con problemas" en el actual momento de desaceleración económica y "nueva normalidad", dice Sean Golden, experto en China de la Universidad Autónoma de Barcelona.

"Influye la nostalgia hacia una época más sencilla, en la que el Estado garantizaba lo básico a todos", señala a Efe, en contraste con el momento actual, en el que las grandes ciudades chinas tienen las comodidades de la vida occidental, mientras que el campo sigue a décadas de distancia.

Xi, que está dando muestras de creciente intolerancia a toda voz disidente -como la reciente expulsión de una periodista francesa o la detención de un activista de derechos humanos sueco- podría también estar intentando que el flanco izquierdo de su partido sea acallado.

Los "derechistas", comentó en Global Times el maoísta Guo Songming en referencia a las alas que quieren olvidar al Gran Timonel en el seno del Partido, "dominan los medios, las webs, la universidad y las editoriales, por lo que los 'izquierdistas' tienen muy poco espacio para hablar en público".

"Si Mao estuviera aún vivo, la gente no cometería los actuales errores", asegura sobre la corrupción, las diferencias campo-ciudad o la falta de seguridad social el también maoísta Sima Nan, al que hace unos años le tiraron un zapato en una conferencia por sus polémicas ideas.

Una imagen de principios de este mes podría ser sintomática: pocos días después de mostrarse en los medios oficiales una gigantesca estatua dorada de Mao que construían unos campesinos en el centro del país y que, con 36 metros, iba a ser la mayor en su honor, la obra fue demolida por orden oficial.

Los expertos consultados por Efe coinciden en que más que contra el Gran Timonel, esa demolición fue un aviso contra el derroche, en un momento en el que Xi pregona austeridad y lucha contra la corrupción, pero la visión de un gigantesco Mao destrozado cuando menos genera dudas, en este año de incómodos aniversarios. 


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