sábado, 3 de septiembre de 2016

EL PODER DE LA INDUSTRIA FARMACEÚTICA Y EL DERECHO A LOS MEDICAMENTOS (I y II)






 Parte I 
EL PODER DE LAS FARMACEÚTICAS Y EL DERECHO A LOS MEDICAMENTOS

Sally Burch

ALAI AMLATINA, 02/09/2016.- Por contradictorio que parezca, las grandes empresas farmacéuticas dan muy poca prioridad al derecho humano a la salud, a pesar de que les corresponde un rol estratégico en este marco.  Su meta principal es la ganancia, y como trabajan en una industria cuyos clientes finales son de alta vulnerabilidad –las personas con enfermedades– les da un margen mucho mayor que en otras industrias para fijar precios exagerados.  Corresponde, entonces, a los Estados establecer los parámetros de operación de estas empresas en aras del interés público y para garantizar el derecho a la salud.

No obstante, los pequeños países en desarrollo tienen poca capacidad de negociación frente a estas empresas, y si son parte de acuerdos comerciales, se encuentran muchas veces con las manos atadas por medidas como la extensión desproporcionada de los plazos de patentes o las garantías de ganancias que las empresas pueden invocar en tribunales de arbitraje cuando sienten sus intereses afectados por políticas públicas. Fue el caso del litigio que presentó la multinacional tabacalera Phillip Morris contra Uruguay, cuando ese país adoptó legislación para proteger la salud de los fumadores[1].

En este contexto, constituye un antecedente alentador que, en marzo último, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó dos resoluciones significativas para garantizar el derecho humano a la salud.  La primera reafirma que el acceso de todas las personas a medicinas asequibles, seguras, eficaces y de calidad es una condición para gozar del derecho a la salud, considerando que ello podría salvar millones de vidas cada año; y la segunda reconoce la necesidad de fortalecer las capacidades de los Estados en materia de salud pública.

Estos acuerdos, adoptados además por consenso –lo que es poco usual en estos temas–, constituyen un respaldo político, particularmente para los países en desarrollo que buscan adoptar políticas para ampliar la protección de su población.  En tal sentido, el Consejo de la ONU alienta a los países a utilizar las flexibilidades ya disponibles bajo el acuerdo de la OMC sobre TRIPS (aspectos relacionados con el comercio de los derechos de propiedad intelectual), para reducir el costo de las medicinas.

El South Centre, en un documento de propuestas presentado a un Panel de Alto Nivel sobre el Acceso a las Medicinas, de la ONU[2], recomienda que: “Una manera efectiva para abordar la incoherencia en políticas entre el derecho a la salud por sobre las reglas comerciales y los reglamentos de propiedad intelectual (PI), consiste, en primer lugar, en afirmar la primacía del derecho a la salud para todos, por encima de las reglas comerciales y de PI. Alcanzar la buena salud y el bienestar es un objetivo, además de ser un derecho humano, mientras que el comercio o la propiedad intelectual son medios. Por lo tanto, la salud debe primar sobre el comercio o la PI”.

La compra pública agregada

Uno de los mecanismos que algunos países ya están implementando para enfrentar el poder económico de las grandes empresas farmacéuticas es a través de la compra pública.  Centroamérica, por ejemplo, ya cuenta con un mecanismo común a través de COMISCA[3], mediante el cual compra en conjunto unas 64 medicinas básicas, lo que le da una mayor capacidad de negociación frente a las empresas productoras.  Este mecanismo se denomina “compra agregada”.

Ecuador acaba de hacer lo propio, con la compra inicial de 326 medicamentos por subasta inversa (o sea, donde gana la oferta de menor precio), para aprovisionar todo el sistema público de salud del país durante los próximos dos años.  Primero, el año pasado, se realizó un análisis regional de los precios de todos los medicamentos más esenciales, aquellos usados para el tratamiento de las principales causas de muerte en la región, que reveló que una misma casa comercial vende el mismo medicamento en diferentes países con variaciones de precios que pueden llegar al 300% o incluso 600%.  Santiago Vázquez, Director General del Servicio Nacional de Contratación Pública de Ecuador –SERCOP–, comentó a ALAI que ello se da porque, cuando las empresas farmacéuticas ven la oportunidad de obtener mayor renta de corto plazo “lo han hecho sin ningún miramiento… lo que vimos en América del Sur y América Latina es una gran estrategia de control de poder del mercado”.

También la ONU y la Comisión Económica Europea han elaborado informes que indican que las farmacéuticas establecen precios exorbitantes, utilizando todo una red de mecanismos: pacientes, ONGs, medios de comunicación, médicos, para direccionar la compra hacia ciertas marcas; por ello la ONU recomiendo establecer mecanismos como procesos agregados de compra, señaló Vázquez.

Cuando se les obliga a las empresas a competir en precios para vender en cantidad, igual les interesa.  Más de 160 empresas participaron en la subasta ecuatoriana; entre ellas 27 latinoamericanas de las cuales 7 resultaron adjudicatarias.  La compra significó un ahorro para el país de 320 millones de dólares.  Lo novedoso de la subasta ecuatoriana es que se realizó de manera totalmente electrónica y automática, y en forma pública, lo que posibilita la veeduría social.[4]  “Todos pueden ver los medicamentos que ha comprado el Estado, su registro sanitario, el precio adjudicado”, informó el funcionario. 

No obstante, el director de SERCOP lamenta que ciertas empresas se han empeñado en tratar de desvirtuar el proceso, en particular criticando la inclusión de medicamentos genéricos, como si fueran de menor calidad.  La calidad no depende de un patente, enfatizó.  Más bien el proceso de compra ha previsto un mecanismo de control de calidad de los medicamentos, que, además del registro sanitario como requisito básico, incorpora una red de laboratorios que reciben muestras aleatorias de parte de los organismos de inspección, y cuyos resultados se publican en la Web.

En este sentido, destaca también como tema clave el rol de los medios de comunicación en las compras públicas.  Sercop ha expedido un manual de buenas prácticas en contratación pública, con un capítulo específico para los medios, que llama a un pacto social. Vázquez resaltó que Ecuador fue gravemente afectado por un conflicto de intereses de un canal de televisión privado, que hizo campaña durante seis semanas contra la subasta, con desinformación y desequilibrio en la cobertura.  “Cuando se hacen los análisis del caso, resulta que hay un claro conflicto de interés entre el canal, la periodista y el mundo farmacéutico, porque su familia tiene relación directa con la venta de medicamentos al Estado”.  Cuando SERCOP solicitó un recurso ante la Superintendencia de Comunicación, fue tildado de atentado a la libertad de expresión, versión que tuvo eco en medios internacionales.  Por ello Vázquez insiste en que los medios de comunicación clarifiquen si tienen o no conflictos de interés cuando se trata de cubrir noticias sobre las compras públicos.

Entre tanto, Ecuador ha entregado a Unasur y su Consejo de Salud (ISAGS) los resultados de su estudio de los precios de medicamentos en la región, con la esperanza de poder concretar una compra de medicamentos a nivel de América del Sur.

Las empresas farmacéuticas, conocidos como los ‘big pharma’, se han repartido el mercado mundial, y han indicado en qué continentes van a aplicarse –comentó Santiago Vázquez–.  Tanto las ‘big pharma’ como las empresas locales de medicamentos a nivel latinoamericano, ven a las medicinas como un negocio y no como un derecho.  Frente a ello, la labor de los Estados es equilibrar las condiciones para que los medicamentos se conviertan en un derecho y no un negocio.  Para eso, la compra pública juega un rol fundamental”, concluyó.

- Sally Burch, periodista, ALAI.
 


[1] Uruguay recientemente ganó el caso en el CIADI, lo que crea un antecedente muy importante, ya que estos tribunales suelen fallar lo más a menudo a favor de las empresas.
[2] Improving Access to Medicines: What needs to be done, South Bulletin 91, 18 June 2016, www.alainet.org/en/articulo/178356
[3] COMISCA: Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica y República Dominicana.
[4] Todo el proceso se puede visualizar en el sitio web de la compra:  https://catalogo.compraspublicas.gob.ec/.
 

Parte II

EL PODER DE LA INDUSTRIA 

FARMACÉUTICA


No vamos a descubrir nada nuevo si decimos que, muy a menudo, las élites económicas y políticas están bastante próximas, y que unas se valen de las otras para obtener ventajas personales o para sus empresas. Esto, en los “altos niveles”, es algo relativamente habitual y no es algo intrínsecamente malo, pero hay puntos en los que el inmenso poder de ciertas empresas llega como un tsunami a las instituciones políticas, haciendo que muchas de ellas queden secuestradas por la acción y los intereses de estas multinacionales o sus respectivos lobbies. En este sentido, la industria farmacéutica es un buen ejemplo para reflejar estas dinámicas de poder.

Sin duda, gracias a la industria farmacéutica vivimos – al menos en ciertas partes del planeta – sustancialmente mejor. Sus productos han erradicado enfermedades como la viruela (erradicación confirmada por la OMS en 1980) y han ayudado a combatir de manera eficaz todo tipo de enfermedades como la lepra o la tuberculosis, que en siglos anteriores causaban terribles problemas de salud pública en muchos lugares del mundo. Igualmente, su estrecha colaboración con la industria química, otros tipos de industria, las universidades y la constante apuesta en el I+D han ayudado al crecimiento económico de muchos lugares y al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Pero no deja de ser menos cierto que en muchos momentos, esta industria se ha servido de su poder oligopólico para poner contra las cuerdas a gobiernos e instituciones en situaciones de riesgo sanitario. Tampoco podemos pasar por alto el hecho de que en varias ocasiones, los desarrollos de los laboratorios farmacéuticos han derivado en auténticas chapuzas, caso de la Talidomida; en generar alarmas innecesarias para vender sus productos, como el Tamiflú contra la Gripe A o en múltiples acusaciones a lo largo de los años por sobornos a médicos y políticos, causar muertes con sus productos o la venta de auténticos placebos.

El poder de la industria

Para poder ver mejor el peso de este sector dentro de la economía mundial y concretamente dentro de los países económicamente desarrollados, vamos a ver en primer lugar qué facturación han tenido las diez mayores empresas farmacéuticas del mundo en dos años del siglo XXI: 2004 y 2013. Para ello nos serviremos del índice PharmExec, una web de negocios farmacéuticos que elabora anualmente un índice de la situación financiera de las principales empresas del sector. Veamos la comparativa (las cifras se expresan en miles de millones de dólares):

MÁS INFORMACIÓN: 2004 PharmExec Top 50
MÁS INFORMACIÓN: 2012 PharmExec Top 50

En total, este Top 10 de empresas farmacéuticas facturaron en 2004 más de 235.000 millones de dólares, mientras que ocho años después, en 2012, facturaron por valor de 335.000 millones de dólares. Para visualizar estos datos en una comparativa más clara, estas diez empresas produjeron por más valor en el año 2004 que Grecia, 24ª economía del planeta con 230.719 millones de dólares (fuente: Banco Mundial); este tipo de comparativa, en el año 2012, arroja que estos diez transatlánticos empresariales produjeron casi como la 33ª economía, Venezuela, con 337.979 millones de dólares (fuente: FMI).

Que ‘hayan bajado’ nueve puestos estas empresas ni mucho menos es un indicativo de que vendan menos (de hecho han facturado un 30% más en esos ocho años). Sólo hay que ver el volumen de las ventas y el progresivo pelotón que se está formando en la cúspide que la norteamericana Pfizer retiene por los pelos. A esto hay que sumarle el hecho de que al comparar con PIBs de países, en esos ocho años de diferencia, algunos países, los llamados emergentes, han visto como su PIB crecía como la espuma, llegando a duplicarse en algunos casos como India.

Por supuesto, estamos hablando de estas diez en la cúspide, pero hay numerosas empresas más con notables facturaciones, en especial empresas japonesas, europeas nórdicas, alguna alemana y las siempre presentes norteamericanas. También cabe destacar el hecho de que de media, un 20% de estos ingresos acaban reinvertidos en procesos de investigación, ya que sin duda las patentes de los diversos fármacos son uno de los principales ingresos de estas empresas.

Una persona, una pastilla

Una de las máximas de la democracia liberal contemporánea ha sido “un hombre, un voto”. Pues bien, de vez en cuando, a este sector económico, el farmacéutico, le asalta la idea de reconvertir eso en “una persona, una pastilla”. Las acusaciones de que estas empresas crean enfermedades a propósito para vender sus productos quizás sea excesiva y cuanto menos peligrosa, pero no cabe duda de que ante un conato de enfermedad que pueda ser bastante contagiosa, dichas empresas se movilizan a marchas forzadas para que las instituciones, estatales y mundiales, actúen con celeridad y combatan esa “peste negra” moderna con sus maravillosos fármacos. Por supuesto, no empiezan de cero a cada alerta sanitaria, sino que con los años han conseguido de una manera muy eficaz ir colocando en puestos políticos – que no tienen que ser meramente ejecutivos o gubernamentales, sino simplemente de asesoría – individuos afines a sus intereses o que directamente sean de su empresa. Quizás en España esta situación nos resulte más extraña o más turbia por el hecho de que aquí el lobbismo está prohibido y casi está mezclado con el “enchufismo”, pero en otros lugares como EEUU o la propia Unión Europea es absolutamente legal y está regulado, por lo que es una actividad que sucede con normalidad por unos cauces determinados.

La industria, la OMS y la Gripe A

ara ejemplificar todo lo relatado anteriormente, vamos a irnos a un momento no muy lejano y que la mayoría de los lectores tendrán medianamente fresco: abril de 2009. Gripe A. Se llegó a vender como la enfermedad que podía llegar a diezmar a los humanos a límites insospechados. Una nueva gripe española, que entre 1918 y 1919 mató a entre 25 y 40 millones de personas. Posteriormente, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad mató a unas 18.500 personas – una gripe normal, la estacional mata a 250.000-500.000 personas cada año – Estas precauciones en sí no son malas; para estas cuestiones mejor ser precavido que confiado. La cuestión es que en esta “precaución” de países y de la OMS, las empresas farmacéuticas vendieron millones de dosis del conocido Tamiflú, embolsándose notables cantidades de dinero, que más adelante desarrollaremos.

El organismo que gestionó toda esta crisis fue la OMS, un organismo dependiente de la ONU y que a lo largo de su existencia ha coordinado y apoyado la lucha contra diversas enfermedades, en especial en países en vías de desarrollo, con el fin de mejorar la salud pública y promover el crecimiento y la mejora de la calidad de vida de dichas poblaciones. En definitiva, la OMS era – y es – un organismo respetado en cuestiones político-sanitarias a nivel global. Por ese motivo, en esta crisis gripal, la OMS asumió el liderazgo de coordinación y recomendaciones a los distintos países en los que iba surgiendo la pandemia.

Breve cronología de la Gripe A

El 13 de abril de 2009 se reportaba la primera muerte en Oaxaca (México) de una mujer que padecía la entonces llamada “gripe porcina”; el 17 de abril, EEUU notificaba que habían aparecido casos en California; entre el 24 y el 25 de abril, mueren en México 7 personas más, por lo que la OMS advierte el posible riesgo de pandemia y eleva el nivel de alerta; entre el 16 y el 25 de abril, la enfermedad se extiende hasta Canadá y aparecen casos en España, siendo el primer caso en Europa; durante la primera quincena de mayo el virus llega hasta Asia, el resto de Europa y América del Sur. En este momento la OMS informa de que un tercio de la población mundial podría estar afectada por esta enfermedad; el 19 de mayo, la OMS y las farmacéuticas perfilan un plan de vacunación a nivel global. Aún así, el 11 de junio, la OMS declara la pandemia por Gripe A. Así pasan dos meses hasta que en agosto, la propia OMS decide declarar la situación post-pandemia, esto es que el virus ya no es tan agresivo y el riesgo de contagio es menor, por lo que la alerta ha de ser relajada.

La industria farmacéutica y la Gripe A

Para situaciones como esta, la industria farmacéutica es un actor clave y se debe contar con ella, puesto que a nivel práctico es quien tiene la solución del problema (vacunas, fármacos, etc). La cuestión es, ¿cedió demasiado la OMS ante las presiones y recomendaciones de dicha industria? Pues por las investigaciones y descubrimientos posteriores, parece ser que sí.

El 4 de junio de 2010, el British Medical Journal y el Consejo de Europa criticaban a la OMS en un artículo por supuestos conflictos de intereses, ya que para combatir una epidemia así ya había un protocolo desde hacía diez años (ver artículo del BMJ). Ante estas acusaciones, la OMS defendió su gestión con otro artículo, repasando punto por punto las acusaciones (ver artículo OMS). Para resumir el tema que estamos tratando, a continuación incluimos dos segmentos del texto:

-¿Se intentó beneficiar a la industria con algunas de las decisiones que adoptó la OMS en relación con la pandemia?

-No. Las acusaciones de que la OMS declaró la pandemia para multiplicar los beneficios de la industria farmacéutica guardan relación con las prácticas seguidas por la OMS para recabar el asesoramiento de expertos.

-¿Qué precauciones se toman para evitar los conflictos de intereses?

-Los conflictos de intereses potenciales son inherentes a cualquier relación entre un organismo normativo y de desarrollo de la salud, como la OMS, y una industria con fines lucrativos. (…) Los máximos expertos han de elaborar orientaciones basadas en los mejores conocimientos especializados.

Casi lo más alarmante de todo fue encontrarse con la opacidad de la gestión, ya que si acudimos al citado documento de 1999 donde se especifica cómo tratar una epidemia de gripe extremadamente virulenta, nos encontramos con que el consejo asesor de la OMS está formado de la siguiente manera (ver foto).Como podemos comprobar, aparecen numerosas profesiones y medios, lo cual está bien, pero en ningún momento aparece cuántos va a haber de cada uno de ellos y mucho menos los lugares o instituciones de los que van a proceder, por lo que la toma de decisiones dentro de la OMS tiene una transparencia nula.

En el citado artículo del BMJ también se critica que la OMS no dijese nada acerca de los vínculos de sus asesores con las grandes empresas farmacéuticas encargadas de fabricar y distribuir el antiviral Tamiflú y Relenza, los antivirales que la OMS recomendó para combatir la pandemia (ver artículo). En él, podemos leer cosas como: “La gestión de la pandemia de gripe A por la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue poco transparente. Un informe clave de la OMS ocultó los vínculos financieros entre sus expertos y las farmacéuticas Roche y Glaxo, fabricantes de Tamiflu y Relenza, los fármacos antivirales contra el virus H1N1. Ese fue el informe que instó a los Gobiernos a apilar reservas de esos medicamentos, por valor de unos 6.000 millones de dólares (4.900 millones de euros)”

El siguiente gráfico muestra los ingresos totales de Roche, que si recordamos la tabla del inicio del artículo, era una empresa que en el 2004 no estaba entre los diez primeros, pero que en el 2012, tres años después de la pandemia, se encontraba en quinto lugar.

Posteriormente, la empresa suiza fue acusada por la publicación médica Cochrane Collaboration de que el medicamento que ésta vendía, el Tamiflú, no tenía tanta efectividad como la anunciada y que Roche lo había ocultado a propósito, puesto que desde 2002, la OMS recomendaba usar este fármaco para combatir posibles pandemias de gripe.

De hecho, gracias a estas recomendaciones de la OMS, numerosos países compraron millones de dosis de Tamiflú, lo que hizo que Roche ganase en el año 2009 más de 3.370 millones de dólares sólo con la venta de este medicamento.

Un buen negocio.



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