miércoles, 6 de septiembre de 2017

PSICOLOGÍA SOCIAL DEL TERRORISTA SUICIDA




Publicado por Daniel Eskibel en Sep 5, 2017

Con este trabajo finalizo una trilogía que comenzó con Psicología del terrorista suicida y continuó con Psicoanálisis del terrorista suicida. Son tres artículos exploratorios para intentar avanzar en la comprensión de un fenómeno terrible de nuestro tiempo como es el terrorismo suicida. Más allá de las problemáticas políticas, religiosas, ideológicas, históricas y sociales, que por cierto son importantes, queda un campo casi inexplorado pero que hay que explicar. Se trata de la dimensión psicológica.

¿Qué es lo que provoca que una persona joven cometa este tipo de actos? ¿Cómo se relaciona con su grupo social de origen?

Para que te vayas aproximando al artículo te adelanto algunas ideas del mismo:

- El terrorista suicida busca ciegamente, en su acto final, su lugar de pertenencia en una red social de la que se ha sentido excluido.
- El terrorista suicida destruye junto con su vida al objeto inconsciente de su amor.
- La persona ama algo ajeno a su cultura, pero también lo odia por mandato social.
- Cuanto más lo ama más lo odia porque le hace sentir culpable. Y cuando lo destruye debe destruírse a sí mismo por la doble culpa que significa amar lo que debería solo odiar, y también destruir lo que en el fondo ama.
- Los grandes relatos surgen luego como racionalizaciones y justificaciones de actos y deseos que se originan en otro plano.

En los 2 primeros artículos de esta trilogía analicé:
Para cerrar la trilogía es necesario recordar que para Sigmund Freud “la psicología individual es, al mismo tiempo y desde un principio, psicología social”.

Si aplicamos este concepto a la psicología política e intentamos comprender la psicología de la persona que comete un atentado suicida de carácter terrorista, entonces debemos considerar lo siguiente:

1.     Su acto individual es al mismo tiempo social. Expresa con el acto violento algo inexpresable por medio del lenguaje que se vincula tanto a lo inconsciente personal como a lo inconsciente colectivo.
2.     En el complejo conjunto de causas que lo llevan a cometer el acto terrorista las motivaciones individuales están íntimamente entrelazadas desde un principio con motivaciones sociales.

El terrorismo suicida desde la psicología social

La psicología social ha construido un conjunto de modelos explicativos de la conducta humana apelando a la compleja interacción entre individuo y sociedad.

En este nuevo marco el eje conceptual se desplaza hacia el vínculo con el otro, la comunicación, el aprendizaje, los procesos de cambio, los factores culturales y colectivos, los grupos humanos y las instituciones de diverso orden.

Mi hipótesis es que el terrorista suicida busca ciegamente, en su acto final, su lugar de pertenencia en una red social de la que se ha sentido excluido.

Su clásica trayectoria vital reconoce dos momentos cruciales:

1.     En el primero desaparece total o parcialmente de la superficie de la vida social, pasando a vivir la totalidad o una parte de su vida cotidiana en un ámbito oculto y clandestino. La mentira y el disimulo instalan una vida social secreta e invisible que se desarrolla bajo la apariencia de una estereotipada falsa adaptación a la realidad.
2.     Y en el segundo momento reaparece en la superficie de un modo violento, abrupto y definitivo. Reaparece en el impacto global de las noticias.

La clave psicosocial para comprender su conducta no está tanto en este último acto sino más bien en el primero.

Porque desaparece de la red social debido a que no ha podido integrarse a ella.

Esto implica que percibe que sus pensamientos, sentimientos y/o acciones no son pertinentes en relación a su grupo social. Que no acepta a ese grupo y/o cree que no es aceptado por él, siendo por lo tanto su comunicación intra-grupal bastante conflictiva.

Se trataría, entonces, de un individuo que no ha aprendido a ser parte de su grupo social de origen. De este modo se aparta de él y solo reaparece para reinscribirse simbólicamente en su vieja red a través del acto terrorista que resignifica su existencia.
¿Por qué esta modalidad de vínculo psicosocial mediante la cual primero se aparta y luego reaparece violentamente?

Conectando las explicaciones sociales con las explicaciones psicoanalíticas, podría decirse que el terrorista suicida destruye junto con su vida al objeto inconsciente de su amor. Lo cual comienza con un conflicto interno entre las pautas culturales de su grupo social y otras pautas totalmente diferentes que incorpora de otros grupos sociales.

Su grupo social de pertenencia le marca pautas y normas de conducta cuya internalización ya señalamos que sería conflictiva. Pero el individuo de nuestro tiempo no vive atrapado en ese universo cultural de origen sino que inevitablemente se conecta con otras pautas culturales. Más aún: suele ser seducido por ellas y en ocasiones hasta llega a amarlas inconscientemente. Mientras tanto, y por esa misma ambivalencia interior, el sentimiento de culpa crece.

De esta trampa solo se puede escapar a través de procesos de cambio, ya sea modificando aspectos de su propia persona, de su vida y de sus creencias o transformando junto con otros algunas pautas del grupo social de pertenencia. En suma: el individuo solo se salva de la ambivalencia extrema si se cambia a sí mismo o si trabaja junto con otros para cambiar su cultura y su sociedad.

Pero si la resistencia al cambio que opera desde su interior es muy potente y rígida, entonces el deseo de destrucción se multiplica por la explosiva combinación de amor, odio y culpa. La persona ama algo ajeno a su cultura, pero también lo odio por mandato social.

Cuanto más lo ama más lo odia porque le hace sentir culpable. Y cuando lo destruye debe destruírse a sí mismo por la doble culpa que significa amar lo que debería solo odiar, y también destruir lo que en el fondo ama.

Su acto final destruye todo, pero principalmente pone punto final a una ambivalencia extrema que su mundo interno ya no tolera.

¿Qué hay detrás del terrorista suicida?

El terrorista suicida no está solo. Y no se trata solo de su pertenencia a una organización sino principalmente de su pertenencia a un grupo social. Esto no significa que su grupo social lo aliente a cometer actos de violencia. Generalmente es al contrario. Pero ese grupo social vive una problemática aguda cuya no resolución asegura que la “producción” de individuos psicológicamente aptos para el terrorismo suicida seguirá adelante.

Porque el terrorista suicida es el emergente visible de un grupo social que vive una tensión interna insoportable.

Dicha tensión no se origina en el plano de los grandes relatos teóricos, políticos, filosóficos, ideológicos o religiosos.

El origen más real y más profundo de la tensión grupal está en la vida cotidiana y en los procesos de cambio que afectan la crianza de los hijos, la relación de pareja, la estructura familiar, la sexualidad, los roles masculinos y femeninos, la percepción de la realidad, las figuras de autoridad, los códigos de comunicación, la apropiación de la tecnología, la resolución de los problemas básicos de la supervivencia, la transmisión de la herencia cultural, las rupturas o continuidades intergeneracionales y el vínculo con otras pautas culturales y con el medio ambiente.

Cuando un grupo social determinado es inundado por angustias extremas derivada de su propia vida cotidiana, y cuando ese mismo grupo falla en todos sus mecanismos de elaboración sana, entonces sus mecanismos psicosociales inconscientes producen al terrorista suicida que será como la punta visible de un enorme iceberg sumergido.

Los grandes relatos surgen luego como racionalizaciones y justificaciones de actos y deseos que se originan en otro plano.

¿Cómo se construye entonces al terrorista suicida?

1.     Un grupo social vive tensiones insoportables en su vida cotidiana, falla en la elaboración de esas tensiones y transmite a sus hijos violentos conflictos inconscientes y angustias extremas.
2.     Algunos hijos de ese grupo social desarrollan una estructura psicológica frágil amenazada por una ambivalencia de amor-odio hacia las pautas culturales tanto de su propio grupo de origen como también de grupos ajenos.
3.     Un segmento de entre ellos se encuentra con los relatos ideológicos, religiosos o políticos que racionalizan y justifican el terrorismo suicida.
4.     Algunos individuos de ese segmento adoptan dichos relatos y se preparan para actuar.

Como decía Freud, lo social presente en lo individual al mismo tiempo y desde un principio.



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