viernes, 19 de agosto de 2011

INCLUSIÓN SOCIAL Y TRANSFORMACIÓN


Dr. Hugo SALINAS
salinas_hugo@yahoo.com

Una nueva promesa: la inclusión social. Una nueva mecida. ¿Lo será? ¿Qué se entiende por inclusión social? ¿Qué pretende resolver? ¿Es realmente el camino al Gran Cambio, a la Transformación socio-económica que exigen las mayorías? Incluso se pretende hacer de la inclusión social un sinónimo del Gran Cambio. ¿Lo es realmente?

En términos concretos, tal como se le viene utilizando, la inclusión social se orienta a la realización de programas gubernamentales tales como Juntos, el bono juancito pinto, el bono de desarrollo humano, aliméntate ecuador, el combo escolar, la jubilación a los 65 años o las cunamás. El peso de esta corriente es tan fuerte, y la idea de la Transformación tan mezclada con ella que, tal como en la República de El Salvador, ya se ha creado la Secretaria de Inclusión Social. ¿A través de la realización de estos programas se logrará el Gran Cambio?

Comencemos por precisar el contenido de la Transformación. Ella exige la creación de empresas, grandes empresas, con un nuevo tipo de Repartición de sus utilidades. La totalidad de sus utilidades deberán repartirse entre el total de la población del país, en igualdad de condiciones. Es un nuevo mecanismo a crear desde cero. Es este mecanismo que eliminará la pobreza y el desempleo.

En cambio, las políticas de inclusión social, tienen otra forma de financiamiento y sus objetivos son diferentes. Respeta la posición hegemónica de la Repartición Individualista, en donde el 100% de las utilidades pertenecen única y exclusivamente a los propietarios y accionistas de las empresas. Es decir, respeta que el 100% del Resultado Neto del esfuerzo de un país sea apropiado por un puñado de personas. Algo más, el financiamiento de la inclusión social proviene de donaciones del exterior y, fundamentalmente, de impuestos tanto a las personas como a las empresas. Es solamente una acción Redistributiva, parcial y opaca, y en ningún momento una acción tendiente al Gran Cambio, a la Transformación de la sociedad y de la economía.

Así tenemos que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2010) en su documento “La Política Social en Bolivia”, explicita que la generación de “mayores ingresos a través del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) […] ha dado un giro sustancial en la política social […] para mejorar las condiciones de vida de la población boliviana y en especial de la niñez.” Es decir, el financiamiento de la inclusión social proviene de un impuesto a las utilidades y no del uso de la totalidad de las utilidades. No cuestiona la Repartición Individualista de las utilidades. No pone en tela de juicio al mecanismo generador de pobreza y desempleo. Además, se orienta a sectores precisos de la población y no a la totalidad de la población.

De ahí que la CEPAL, (Comisión Económica para la América Latina y el Caribe), en su informe firmado por Mariana Naranjo “Ecuador: análisis de la contribución de los programas sociales al logro de los objetivos del Milenio”, señala que “casi la tercera parte de las inversiones sociales públicas, se realizaron bajo los tradicionales esquemas compensatorios practicados en Ecuador por más de veinte años, los cuales, pese a ser un componente importante de la política social ecuatoriana, evidencian serias limitaciones para contribuir a resolver los problemas de pobreza y desigualdad.”

Los programas de inclusión social, en consecuencia, no se orientan a resolver los problemas de pobreza y desigualdad, como lo exige la mayoría de la población, sino a paliar algunas necesidades de algunos sectores de la población. No es una política del Gran Cambio. No se orienta a eliminar la pobreza y el desempleo. No nos conduce a la ansiada Transformación. Es simplemente, una mecida más.

Lima, 18 de agosto del 2011

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Hugo SALINAS
http://www.eumed.net/libros/2010f/863/index.htm
http://bvirtual.bnp.gob.pe/BVIC/Captura/upload/salinas_progresoybienestar.pdf
http://bvirtual.bnp.gob.pe/donaciones/hacia_donde_va_la_economia_mundo_3ra_edicion.pdf

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