lunes, 9 de abril de 2012

EL CEREBRO Y EL MITO DEL YO (9)


La predicción es la función primordial del cerebro

¿Por qué debe predecir el cerebro?

En el capítulo 1 se vio que sólo los organismos vivientes con movimiento activo y dirigido necesitan cerebro. Pero, ¿cómo ha contribuido el sistema nervioso al éxito evolutivo animal? Es claro que el movimiento inteligente es requerido para sobrevivir, para procurar alimento y refugio, lo mismo que para evitar convertirse en el alimento de otros. El término "Inteligente" implica, como mínimo, una estrategia rudimentaria que se base en reglas tácticas, relacionadas con las propiedades del entorno en el cual se mueve el animal. De lo contrario, además de no tener sentido, el movimiento resultaría peligroso (moverse hacia el precipicio). Es absolutamente indispensable que los animales anticipen el resultado de sus movimientos con base en los sentidos. Para sobrevivir, los cambios en el entorno inmediato deben poder evocar un movimiento (o la ausencia de éste). La predicción de eventos futuros —vital para moverse eficientemente— es, sin duda, la función cerebral fundamental y más común.

Antes de proseguir, aclararemos el significado de "predicción", término que se refiere al pronóstico de algo específico que puede suceder. Todos los días predecimos cosas — como el ardor que sentimos al caminar descalzos sobre el pavimento caliente o el inevitable accidente si no se gira el automóvil al llegar al final de una calle. Al correr en un partido de tenis, es necesario predecir el momento y sitio adecuados en que la pelota se encuentre con la raqueta.

Consideremos dos carneros salvajes cuadrándose para la lucha. Mientras se miran el uno al otro, lentamente se yerguen sobre las patas traseras y buscan en el adversario señales mínimas que indiquen cuándo comenzará a desplazar su peso hacia delante, listo para la carga. Dado que una ventaja de tan sólo medio paso puede cambiar el resultado de la competencia, el carnero (o cualquier otro animal) debe anticipar el ataque para contraatacar, o sea, debe predecir el golpe antes de recibirlo.

La capacidad de predicción es claramente vital, de ella depende la vida misma del organismo. Sin embargo, los ejemplos anteriores no logran dar una idea general de la importancia de la predicción en el control cotidiano del movimiento corporal. Consideremos el simple acto de sacar una botella de leche de la nevera. No es un acto que implique mayor reflexión, pero requiere predecir el peso de la botella, su textura resbalosa y, finalmente, calcular el equilibrio compensatorio mediante el cual el movimiento de la botella al vaso describa una trayectoria eficiente y armónica. A medida que recibimos información sensorial directa desde el exterior, ajustamos el movimiento y el equilibrio compensatorio requerido. Pero, incluso antes de coger la botella, ya habremos efectuado una aproximación promotora de lo que ha de venir.

La capacidad del cerebro de predecir no se genera sólo al nivel conciente, ya que evolutivamente la predicción es una función. mucho más antigua que la conciencia. Consideremos lo siguiente:

¿Le ha ocurrido haber pestañeado cuando un insecto se ha acercado a su ojo? Usted no vio al mosquito, al menos no conscientemente, pero anticipó el evento y pestañeó para proteger el ojo. La predicción, parte medular de este mecanismo básico de protección, casi siempre opera tanto a niveles conscientes como reflejos, y es la más generalizada de las funciones cerebrales en la mayoría, sino en todos los niveles de su operación.

Al comienzo del presente libro mencioné que la mente, que puede representar o no la realidad externa, evolucionó para dirigir las interacciones de un organismo vivo con su entorno, y que la anticipación amplifica notablemente el éxito de los sistemas móviles. Pero además, y fundamentalmente, tal capacidad de predicción tiene que ser única (no se pueden predecir dos cosas opuestas al mismo tiempo). ¡No tendría sentido que la cabeza predijera una cosa y la cola otra! Las funciones de predicción deben estar centralizadas.

Lo predicción y el origen del "sí mismo"*

Aunque la predicción se localiza en el cerebro, no se lleva a cabo en un lugar especial. Las funciones anticipatorias deben congregarse bajo un único marco de referencia o modelo; de lo contrario, podrían estar localizadas en diversos órganos, pero no funcionarían de modo armónico. ¿Cómo se conglomeran estas funciones? ¿Dónde se almacena la función anticipatoria? Yo creo que la respuesta se encuentra en aquello que hemos dado en llamar el "sí mismo".

*Por “sí mismo” se entiende "self", frecuentemente traducido al español (incorrectamente) como "el yo". En ingles se enfatiza la diferencia entre el “I" (el sujeto) y el “self” (el objeto); este ultimo es el yo reflexivo. El "yo" es la autoconstrucción de la persona en la conciencia de si mismo. (Nota de F.J.Á.L.)

El "sí mismo" es la centralización de la predicción, y no nace del dominio de la autoconsciencia, pues ésta sólo se genera al darse cuenta de sí mismo. Según esto, el sí mismo puede existir sin conocimiento de la propia existencia. Aun en nosotros, los humanos, como individuos autoconscientes, la autoconsciencia no está siempre presente. Ante un reto difícil como nadar para escapar de un tiburón, se intentará alcanzar la orilla y se estara muy consciente de lo que sucede, pero no de sí mismo; nadie pensará: "Aquí me encuentro yo, escapando del tiburón". La persona pensará en tales términos sólo al alcanzar la orilla.

En capítulos posteriores se discutirá la autoconsciencia, pero deseo señalar desde ahora el problema del sí mismo. Entendiendo que el cerebro predice basándose en una "entidad" inventada, el "sí mismo", comprenderemos de inmediato cómo se genera el estado mental.

Resulta claro por qué emergió esta habilidad anticipatoria: es crítica para la supervivencia y constituye una directriz tanto para el animal singular (momento a momento) como para su especie. ¿Cómo emergió evolutivamente la habilidad de predecir? La respuesta puede encontrarse con un poco de reflexión. Pero antes debemos entender cómo el sistema nervioso efectúa actualmente la predicción; una vez que lo sepamos, encontraremos la manera como la naturaleza desarrolló esta sorprendente función.

Más adelante veremos que el sistema nervioso anticipa mediante una rápida comparación entre las propiedades del mundo externo, transmitidas por los sentidos y su representación interna sensomotora. Para que la predicción resulte útil, el sistema nervioso debe generar una solución promotora en lo relacionado con los movimientos efectuados sincrónicamente. Cuando un patrón de actividad neuronal adquiere significado interno, el cerebro genera estrategias para proseguir, es decir, para emitir otro patrón de actividad neuronal. Tal estrategia es una representación interna de lo que va a suceder. Los patrones premotores neuronales que resultan de la estrategia se transformarán entonces en la actividad neuronal motora que genera los movimientos corporales adecuados. Estas transformaciones requieren una representación interna de lo que está por venir, para actualizarse con el contexto del mundo externo (figura 2.1).
Figura 2.1

Dos ejemplos de la capacidad de los animales para planear la ejecución motora mediante la predicción de eventos futuros. (A la izquierda) Un camaleón en la fase intermedia de extensión y retiro de la punta pegajosa de la lengua pora capturar un insecto. ¡Derecha! Pez arquero de los Indias Occidentales, así llamado porque dispara, rápida y precisamente, gotas de agua pora aturdir y capturar insectos o arañas cerca de lo superficie del agua. (Fotografías por cortesía de la New York Zooiogical Society. Adaptado de Romer, 1969, pp. 68 y 167.)

Predecir ahorra tiempo y esfuerzo. La predicción es crucial para que el cerebro genere un movimiento activo, no sólo orientado hacia una meta, sino también como función básica de ahorro de tiempo y energía. Esto es un tanto extraño, pues siendo el sistema nervioso, y en particular el humano, el procesador más refinado y capaz de cuantos conocemos, se esperaría que estuviese por encima de tan triviales consideraciones. Sin embargo, y aunque no lo parezca, en lo que a tiempo se refiere, la actividad cerebral no es paralela a la realidad, en el sentido de que el cerebro procesa la información de manera discontinua, pero la realidad, como el tiempo, son continuos. No es posible recibir toda la información sensorial del exterior y a la vez tomar decisiones rápidas y correctas. Las neuronas son rápidas, pero no tanto. Nótese que hasta ahora estoy hablando sólo de la fase premotora del procesamiento y que las interacciones eficientes con el mundo externo requieren, así mismo, que tras tomar decisiones en el momento adecuado, el cerebro las efectúe mediante el movimiento.

El cerebro divide la información e implementa su atención con base en su importancia, de modo que, sin sobrecargarse, tome decisiones momentáneas. Para sincronizarse con lo que sucede en, el exterior en un momento dado, el cerebro debe darse suficiente tiempo para efectuar las decisiones motoras y poder cambiar rápidamente de una decisión a la otra. En Otras palabras, el cerebro no puede detenerse haciendo una cosa cuando debe pasar a la siguiente. Este modo operativo se deriva de la llamada función anticipatoria, propiedad ésta que es inherente a los circuitos neuronales. De hecho, el nivel de origen de la predicción se encuentra en las neuronas mismas y, como ejemplo, consideraremos el control del movimiento.

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