lunes, 18 de marzo de 2013

LA PEDAGOGÍA PRESENTE EN LA DOCENCIA DE VALLEJO (Resumen)




Mg. Carlos Rojas Galarza (*)
“La genial obra de Vallejo trasciende lo literario,
 hacia  la gran pedagogía transformadora de la vida”

C. R. G.
Ponencia en Santiago de Chuco,
el 12-5-2012, en evento Capulí, Vallejo y su tierra.


El tipo perfecto del intelectual revolucionario,
es el del hombre que lucha escribiendo
y militando, simultáneamente
César Vallejo.

Citado por Miguel Gutiérrez Correa 
EL POETA CESAR VALLEJO Y EL MARXISMO,
                                                                                                                     Revista Rebelión, 16-04-2004

Si bien es cierto la genialidad de César Vallejo se expresa principalmente en sus poemas, es también verdad que su prosa manifestada en novelas, cuentos y ensayos, se caracteriza no sólo por la belleza de sus escritos, sino fundamentalmente por los contenidos con mensajes significativamente social-humanistas. Es decir, Vallejo trasciende los linderos de la cotidianidad realista; no se queda en la cruda descripción de lo que ve, siente y se indigna por lo que les sucede a sus semejantes. Vallejo trasciende la realidad social y política que vive para avizorar un futuro diferente y  cualitativamente superior para la humanidad. He ahí su trascendencia y por ello su vigencia hasta hoy.

Ahora en pleno siglo XXI, hay el convencimiento de que el Poeta Universal es profundamente humanista por lo que se hace marxista. El humanismo en Vallejo es anterior a su militancia partidaria comunista. Su personalidad se forma en el contexto social al cual él pertenecía. En sus venas se combinan las sangres indígena y española. Desde niño, su aguda sensibilidad le permite no sólo observar, sino sentir el sufrimiento de los indígenas en los campos de las haciendas y los socavones de las minas. Sus padres quisieron que sea sacerdote y se lo dijeron desde cuando era niño, siendo así que Vallejo aceptó de buena voluntad. Y tuvo una inicial formación religiosa cuyas lecturas bíblicas quedaron selladas en su alma que se puede auscultar en sus escritos poéticos, sobretodo de los primeros tiempos. Su susceptibilidad, entonces, es producto de una niñez formada por una cadena de experiencias propias de su sector social y simultáneamente de la mirada del mundo trágico de los indígenas, deviniendo en una trama compleja de lo social y lo psicobiológico. El carácter profundamente humanista y solidario de la personalidad de Vallejo se deja entrever en toda su vida y  obra.

Cuando el poeta y magíster Julio Yovera escribe: “Cuando hacemos la valoración de Vallejo docente lo que pretendemos es subrayar, primero, su experiencia de vida; segundo, su coherencia y toma de posición que lo compromete a buscar la transformación de esa realidad; y, tercero, su experiencia no sólo dentro del aula, que no fue poca, sino también su capacidad para hacer docencia como escritor y como periodista” Y no le falta razón al colega Yovera cuando afirma que el Poeta Universal hizo docencia con su vida y su obra. Reflexionemos juntos: Hacer docencia, es dirigir y protagonizar la enseñanza de los procesos de aprendizajes explícitos e implícitos de todo. Y los aprendizajes se dan en toda persona y en todo momento. La vida misma es un permanentemente auto aprendizaje. Los aprendizajes no sólo son patrimonio de la escuela y de toda institución educativa. Docencia es enseñanza y ésta se eleva a la categoría de pedagogía cuando hay una sistematización del cultivo de conocimientos, valores e ideales sobre la base de la ciencia llevada a la conciencia.

Ahora bien, estos procesos de enseñanza-aprendizajes que son parte de la educación cuando se procesan de manera sistematizada y planificada,  va a ser estudiada e investigada por la ciencia de la pedagogía. César Vallejo fue maestro de aula en escuelas de primaria y de secundaria en varias oportunidades, llegando a ser inclusive director del colegio Barrós en Lima. Como se sabe también fue profesor de Gramática Castellana en el Colegio Nacional Nuestra señora de Guadalupe. Particular atención merece su desempeño como docente en el Colegio San Juan de Trujillo porque se cuenta con  el testimonio de otro gran escritor como fue don Ciro Alegría. Este gran autor de la novela La Serpiente de Oro, como también El Mundo es Ancho y Ajeno, fue alumno de César Vallejo en el año 1917, cuando cursó el 1er. año de primaria.  Ciro Alegría escribió dicho testimonio en 1944 con el título El César Vallejo que yo conocí.

Formalmente Vallejo no tuvo el título de profesor, sí tuvo experiencia como estudiante universitario y se graduó como Bachiller en literatura. No se podría afirmar que tuvo un diploma de pedagogía. Sin embargo, la ciencia de la pedagogía la demostró en la práctica. Y no sólo por el testimonio de Ciro Alegría cuando fue su alumno, sino en su vida misma y todas sus obras literarias. Y puede afirmarse que Vallejo fue un pedagogo de la vida, porque más allá de las enseñanzas instructivas, él se preocupó de las enseñanzas formativas, es decir, se preocupó por la formación de personalidades que implicaran justicia, solidaridad, identidad, ética y estética entre otros valores.

Algunas muestras del poeta como maestro, como pedagogo:

La pedagogía contemporánea revela que el maestro debe ser muy afectuoso. Y el niño Ciro Alegría nos revela textualmente: “Por primera vez vi el intenso brillo de sus ojos cuando se inclinó  preguntarme, con una tierna atención, mi nombre”, “me señaló  (una de las carpetas) de la primera fila diciéndome: Aquí te vas a sentar… Pon dentro tus cositas… Hay que ser ordenado. La pizarra, que es más grande, debajo y encima tu libro… También tu gorrita”.

Hoy la pedagogía enseña que hay que motivar la socialización de los escolares. Al respecto el escolar Ciro Alegría, dice: “luego me condujo hasta la puerta, llamó a uno de los niños y le dijo: Este es un niño nuevo, llévalo a jugar”. 

La pedagogía contemporánea incentiva al maestro para que los niños sean creativos y exploradores y al respecto, Vallejo se preocupaba por ello. El niño Alegría nos refiere.”Algo que le complacía mucho (a Vallejo) era hacernos contar historias, hablar de las cosas triviales que veíamos cada día. He pensado después que, sin duda, encontraba deleite en ver la vida a través de la mirada limpia de los niños y sorprendía secretas fuentes de poesía  en su lenguaje lleno de impensadas metáforas. Tal vez trataba también de despertar nuestras aptitudes de observación y creación. Lo cierto es que, frecuentemente nos decía:”Vamos a conversar”.

Hoy en día cuando se debate sobre el castigo en la evaluación, todavía hay quienes se refieren a la necesidad de mantener en vigencia el castigo  aunque de manera sublimal.  Vallejo como Encinas, ya habían superado este problema con sus alumnos. Si bien es cierto que advertía del castigo, él nunca lo practicó.

Sobre la comprensión lectora, tan en boga hoy para su aprehensión, en Vallejo era una constante.  Según Ciro Alegría: “En las horas de conversación, me hacía hablar no sólo de lo visto por mí sino de lo que había oído contar. Recuerdo que le impresionó la historia de un ciego que vivía en una hacienda próxima a la nuestra, quien iba de un lado a otro por los ásperos senderos de la serranía, tal como si tuviera ojos y podía reconocer  por el timbre de la voz a personas a las cuales  no había oído durante años y además era adivino. Una tarde me preguntó “¿Tú lees otros libros? Le informe y me dijo  que, como  ya sabía el reglamento, llevara otros para leer”. Así fue Vallejo, el pedagogo de la vida y así lo entendemos en cada una de sus obras y momentos de su vida.

(*) Docente Asociado en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle La Cantuta; Decano del Colegio de Profesores de la Región de Lima Metropolitana; Vicepresidente de la Asociación de Educadores de América Latina y El Caribe, Capítulo-Perú (AELAC-PERÚ).

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