domingo, 12 de mayo de 2013

DON EMILIO CHOY, SU PERSONALIDAD




(1915/1976)

La enseñanza de un intelectual no solo se expresa en sus aportes teóricos o en el legado de sus estudios o publicaciones.  Sino en su conducta, su actitud ante la vida.  Más aún si el intelectual asume el marxismo o la doctrina socialista.  El intelectual socialista no solo es un transgresor o innovador por sus aportes como tal; sino también por su conducta. Este es el problema de la unidad entre el pensar y el actuar.  El legado intelectual de Choy está en los tres tomos de sus obras completas editada por la universidad de San Marcos.  Voy a referirme a lo no escrito de Choy.  O sea, a su conducta, a su actitud moral. 

Si uno considera que la sociedad capitalista debe cambiarse tiene que comprender esa sociedad y la conducta cotidiana de un socialista -desde ahora- tiene que  esbozarse o proyectar al hombre del futuro.  En ese sentido, cuáles son las características constitutivas de la personalidad de Choy, según mi apreciación?

Agonista
A la vastedad de sus conocimientos le confería unidad con el remallado del método marxista; lo que le permitió escribir desde La problemática de los orígenes del hombre y la cultura en América  hasta abarcar la época del imperialismo con Los conglomerados, las mafias y el Pentágono:  chacales que devoran a América latina.  Como se habrán dado cuenta por el segundo título, el lenguaje de don Emilio era confrontacional, militante y descarnado, sin sutilezas académicas.

En Lima, cada vez que una luminaria de la sociología latinoamericana dictaba una conferencia, el local se colmaba de jóvenes universitarios que consideraban un privilegio escuchar a los Sumos Pontífices; allí aparecía Don Emilio  para criticar la concepción, la metodología y, a veces, hasta los datos. De esta manera, desconcertaba tanto a los expositores como al público asistente.  Las palabras de Don Emilio, en esos auditorios, resonaban a un sacrilegio.

Fiel a sus convicciones marxistas nunca escribió por gusto.  La lucha fue su elemento y es ahí donde se revelaban mejor sus facultades.  Siendo también por razones de lucha ideológica que su obra no es difundida.

El conocimiento subversivo
La división capitalista del trabajo origina especialidades funcionales o profesionales y a la población de la sociedad la sectoriza en compartimentos estanco.  Es decir, la realidad es parcelada y se conforman diversos grupos humanos.  Por una parte es el modo de producción y, por otra, es el modo de dominación: divide y reinarás.  En ese sentido también el conocimiento es parcelado.  Sin embargo, un sabio, como Emilio Choy contravino esa tendencia, lo que es una forma de subversión.  Eso se expresó en su enfoque totalizador para investigar.  Dicho en otras palabras, aprovechó al máximo su condición de autodidacta y se preservó de la deformación academicista; puesto que el enfoque sectorial no es promisorio para cuestionar a la sociedad capitalista. (Esto ya lo ha demostrado Mariátegui)

Lo avanzado de sus conocimientos científicos de la realidad nacional y sus convicciones políticas ponían a don Emilio en situación de exigir la nacionalización de las grandes  empresas extranjeras que explotaban nuestra economía y depredaban nuestros recursos naturales.  Igualmente, protestaba cuando el Gobierno a través de contratos y concesiones entregaba parte de nuestro país a la voracidad de empresas extranjeras.  Entonces su firma rubricaba los comunicados y manifiestos dirigidos a las autoridades y a la opinión pública para pedir la anulación de los contratos y la asunción de nuestros principales recursos por el Estado.

Sencillez
Su vestimenta era sencilla como la de un obrero urbano y con diseño propio.  Su color preferido era el gris y el azul. Usaba botas negras que parecían eternas.  No hacía ostentación de sus conocimientos. A tal punto que causaba sorpresas. Una de ellas. El partido comunista peruano tenía un Centro cultural de nombre José Carlos Mariátegui.  Ahí concurrían militantes y simpatizantes del Partido.  Mi amigo de barrio, José Stuart, entonces un jovencito, conoció a don Emilio en ese Centro cultural.  Por la vestimenta de don Emilio creyó que era un obrero; pero, grande fue su sorpresa cuando en la revista “Tareas del pensamiento peruano” leyó un artículo de don Emilio. No creía que fuese la misma persona.

Fue todo lo contrario de los ahora llamados “figuretis”.  Rehuían a que le tomen fotos.  Nunca usó terno.  Ni cuando se lo pidió su hijo. Eso ocurrió cuando Don Emilio presentó una ponencia en el Congreso de Americanistas del año 1970.  Ese Congreso fue inaugurado por el general Juan Velasco, presidente de la república y asistía la elite intelectual pulcramente atildados: por lo cual, Mario, el hijo de don Emilio, estaba preocupado de que su padre asistiera con su vestimenta usual, tal como lo hacía en cualquier certamen que concurría. Mario deseaba que su papá se pusiera un terno.  Mario tuvo que resignarse ante la sencillez de su padre.

Relaciones sociales
Indudablemente que todos necesitamos en algún momento de nuestra vidas, apoyo emocional; y nos gusta seguir las ideas o a las personas que refuerzan nuestros puntos de vista; puesto que los afines se juntan. De esta manera nos sentimos cómodos, gratificados emocionalmente y hasta halagados. Pero si eso lo perseguimos constantemente nos aislamos y nos convertimos en personas mediocres y conservadores, nuestro pensamiento se anquilosa.  Tal es el caso del fanático que por sus temores e inseguridades busca refugio en una secta. De lo que resulta que el encapsulamiento de los grupos o la autosegregación facilita el control social del aparato represivo del Estado.

Don Emilio trascendió al encapsulamiento de los grupos.  Una muestra de ello ocurrió cuando se escindió el bloque socialista en 1963.  En el Perú, repercutió inmediatamente.  Buena parte de los jóvenes radicales se asimilaron al maoísmo y desertaron del partido comunista, tildado de Moscovita.  Don Emilio no desertó, amalgamó el maoísmo. Por lo que los jóvenes lo motejaron irónicamente de Moskín; tenía de Moscovita y de Pekinés.  Sin embargo, ninguno se atrevió  a decírselo.

Su gran respeto por las personas y su ingente riqueza interior le permitieron trabar relación con personas de diferentes edades, cultura y condiciones sociales.  En suma, también en las relaciones sociales mostraba una actitud subversiva.

Generosidad
En 1975 cuando tuvimos la idea de sacar una revista a mimeógrafo dedicada al campesinado, se la comunicamos a Don Emilio: quien era un escritor fecundo y un experimentado cultor de la agonística.  Esa idea se plasmó en el primer número de la revista gracias a su actitud animosa y afirmativa y al otorgamiento de un préstamo “condicionado” de seis mil soles.   La condición que nos impuso fue la devolución del dinero en el caso que la revista dejara de aparecer. 

Debido su amistad con el historiador Pablo Macera y su cariño a la universidad de San Marcos por su actitud contestataria, financió la compra de un extenso terreno en donde se encontraba un yacimiento arqueológico en Pacopampa, Chota. Estoy seguro que a Don Emilio no le agradaría que se dieran a conocer los numerosos gestos de generosidad que brindó.

Si cuando estuvo vivo don Emilio no respondía a la imagen tipo de intelectual engolado, tal como lo concibe la sociedad capitalista y académica; ahora, más aún, pues vivimos en una sociedad somatocrática, de predominio de la apariencia.  Emilio Choy Ma representa el embrión del hombre del futuro en una proyectada sociedad socialista.
Antonio Rengifo Balarezo

Lima, casa/museo José Carlos Mariátegui, 08 de mayo del 2013
I COLOQUIO DE ESTUDIOS HISTRÓRICOS DEL SIGLO XX
Repensando el Perú contemporáneo
Del 06 al 09 de mayo 2013.-

NOTA.- El cercano año del 2015 se celebrarán los cien años del nacimiento de Emilio Choy Ma.  En la programación debe figurar un seminario de varios días sobre su obra, la inauguración de un busto o una placa de bronce en la Universidad de San Marcos, romería hacia su tumba en el cementerio británico de Bellavista y abrir al público su biblioteca. 

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