jueves, 1 de enero de 2015

GOOBYE CAPITALISMO, GOOBYE: LLEGA EL PROCOMÚN COLABORATIVO




Hay que aprenderse una nueva palabra que es el futuro compartido: el procomún colaborativo. Es un nuevo sistema que está apareciendo que prospera al lado del convencional y va a transformar y  reducir las diferencias, democratizando la economía.


Rifkin ha escrito un libro que es tan optimista que parece hasta imposible, pero que si analizas lo que dice puede que este señor con pensamiento de vanguardia tenga toda la razón.


Según Rifkin en el 2050 será el momento de decir “goobye capitalismo, goobye”.


En la sociedad que dibuja Rifkin, los niños de dentro de diez años utilizarán impresoras 3D y se convertirán en “prosumidores”, gente que produce y consume sus propias cosas, poniendo en peligro las viejas industrias manufactureras. “En Chicago se acaba de imprimir el primer coche. Se llama Strati y sólo el chasis se ha hecho de manera convencional”, entusiasmado.


Las casas estarán conectadas a redes y sensores inteligentes que darán todo tipo de información sobre consumo, temperatura, etc. Según Rifkin, se calcula que habrá 100.000 millones de sensores en 2020. Muchos de ellos estarán conectados a autopistas inteligentes, donde habrá que recargar los coches eléctricos. O a redes de información pública donde se dará cuenta de los gastos presupuestarios y las cuentas de nuestras instituciones.


Será una era de gran transparencia dominada por lo que Rifkin llama el "Internet de las cosas". Y todo se alimentará con energía verde. “El watio solar costaba entre 65-70 dólares en los años 70. Ahora cuesta 60 céntimos (menos en España, que tienen que pagar nóminas a políticos que les). El sol, el viento y la energía geotérmica no pasan factura”.


El mundo más avanzado cada vez más participa en la economía colaborativa basada en compartir. Se comparten los vehículos, las casas que pese a las quejas de los hosteleros aumentan de manera exponencial. La música ya no hay que comprarla y almacenarla se escucha en las redes, las películas por mucho que se quejen los acostumbrados a las subvenciones también se ven con facilidad. Empresas y particulares imprimen sus productos en impresoras 3D cada día más baratas con software gratuita y reciclando papel plástico y otros materiales con coste marginal cercano a cero.


Se transportara en vehículos sin conductor o con pilas de combustible recargable de energía renovable.


Los periódicos y revistas se pueden leer gratis, y la información se comparte en las redes añadiendo contenidos y libertad.


Nunca previeron una revolución tecnológica que pudiera dar lugar a una productividad extrema y redujera los costes marginales casi a cero, consiguiendo así que la información, la energía y muchos bienes y servicios físicos dejaran el mercado y fueran abundantes y casi gratuitos. Y eso es lo que está empezando a suceder. El fenómeno del coste marginal casi nulo ha causado estragos en los sectores dedicados a los bienes de información, porque millones de consumidores se han convertido en prosumidores y han empezado a producir y compartir su propia música mediante servicios para intercambiar archivos, sus propios vídeos en YouTube, su propio saber en Wikipedia, sus propias noticias en redes sociales e incluso sus propios libros electrónicos gratuitos en Internet. El coste marginal cero ha llevado el sector discográfico al borde del desastre, ha hecho que las industrias del cine y la televisión se tambalearan, ha provocado el cierre de periódicos y revistas y ha paralizado el mercado editorial. 

Los economistas reconocen el fuerte impacto que ha tenido el coste marginal cero en los sectores de la información, pero hasta hace poco no creían que se llegara a cruzar la frontera entre el mundo virtual y la economía de la energía y los bienes y servicios físicos. Esa frontera ya se ha cruzado.


Internet de la energía y al Internet del transporte y la logística. Los prosumidores se podrán conectar al Internet de las cosas y analizar esos grandes datos (en inglés, big data) para crear algoritmos predictivos con los que acelerar la eficiencia, aumentar de una manera drástica la productividad y reducir a casi cero el coste marginal de producir y distribuir objetos físicos, igual que hacen hoy los prosumidores con bienes de información.


Los jóvenes han acostumbrado a compartir. No buscan tener un coche, sino poder moverse de un sitio a otro. Les gusta viajar, pero no necesitan grandes hoteles, sino sitios baratos donde quedarse. Escuchan música, pero no necesitan ninguna estantería llena de discos. Y los jóvenes son el futuro, si algo estás acostumbrado a compartir no necesitas comprarlo.


También se mencionó a los malos, a los que pueden poner obstáculos en el camino: las grandes corporaciones. ¿Qué hay de Facebook o de Google, que tienen paquetes de información sobre todos nosotros y sacan dinero con ellos? ¿Y las grandes eléctricas? ¿Dejarán que pequeñas cooperativas les coman el pastel de las renovables? “Igual que en el siglo XIX los obreros se movilizaron contra los grandes capitalistas que los depauperaron, estoy seguro de que miles de millones de personas no se van a dejar doblegar por las grandes corporaciones".


Tengo un día optimista porque lo que cuenta lo estamos viviendo. Y por cierto los planos del Strati se pueden bajar gratis y hacerlo si tienes la impresora. Pero seguro que terminamos compartiéndolas.


Sería la jubilación de un sistema capitalista que, según Sigmund Freud, basa su éxito en que supo tocar la tecla del deseo en el ser humano, la del consumo insaciable de querer más y más. “Freud necesitaba un buen terapeuta”, sentencia Rifkin, “pero no había otro tan bueno como él”.


Y deja unas perlas para Rajoy “Si el Gobierno español quisiera, mañana mismo se empezarían a crear puestos de trabajo. Hace falta rehabilitar los edificios para que creen energía verde, para que sean eficientes energéticamente. Hay que cambiar los cableados, tienen que renovarse las autopistas y prepararlas para el coche eléctrico, habrá que poner millones de sensores, zonas donde cargar los coches, etc. Para hacer la transición a la nueva economía se necesitarán 40 años, eso son dos generaciones. Es mentira decir que no hay dinero, hay inversores privados, hay fondos de la UE, inversiones que puede realizar el Gobierno en lugar de seguir subvencionando las energía fósiles. Si Nord Pas de Calais, que es una región pobre del norte de Francia puede hacerlo, España también puede. Allí hay grandes empresas como Schneider o Renault, que están trabajando con pequeños empresarios de la zona”. Pero claro, para todo eso hace falta un contexto: “Tiene que haber capacidad de liderazgo en política. Y una sociedad civil que esté muy activa”.


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