jueves, 11 de febrero de 2016

¿SUSPENDER EL PROCESO ELECTORAL?




Escribe: Milcíades Ruiz

En un partido de futbol, suele suceder hechos que obligan al juez a suspender el juego por falta de garantías, ya sea porque está en peligro la integridad física de los jugadores o porque las tribunas se tornan violentamente peligrosas. Tal es la situación en el actual proceso electoral que quizá amerite suspenderlo por falta de garantías para que el país tenga un próximo gobierno honorable. Los candidatos más promocionados por las encuestadoras y medios de información tienen graves objeciones por deshonestidad, corrupción, narcotráfico y otras inmoralidades que los descalifican, a pesar de lo cual no se frena la prevista fatalidad. Vemos venir el desastre pero nos resignamos sin buscar una salida.

Ver candidatear a los mismos políticos de siempre, a los reconocidos corruptos buscando la reelección, al lumpen político acomodarse en los mejores lugares sin ninguna ética, a los sicarios lobistas, familiares de candidatos y demás basura política tomando protagonismo electoral realmente nos causa desaliento y pérdida de fe en las masas dada su alienación política. Es indignante ver a los más corruptos dar conferencias precisamente sobre corrupción como cerdos que se revuelcan felices en el lodo del cinismo. El espectáculo electoral es francamente repugnante.

Todos nos indignamos por la podredumbre del proceso electoral pero solo nos tapamos las narices sin que nadie tome una iniciativa que se convierta en movimiento que frene los peligros que se avecinan. Está en juego la dignidad del país y el destino de más de 31 millones de compatriotas pero el desastre electoral sigue inexorablemente como la “Crónica de una muerte anunciada”. 

Todos sabemos que hay candidatos muy voceados que en vez de currículos tienen un prontuario delincuencial pero que vienen desarrollando una campaña electoral con mucho dinero de origen desconocido. En la práctica, ser corrupto ya no es impedimento para acceder al poder y el honrado está vetado. Entonces, si el dinero es el eje central del proceso electoral por encima de los principios democráticos, tenemos un proceso que está viciado y prostituido. Un aplazamiento del proceso sería preferible antes que tener un cantado gobierno mafioso, poseído por el narcotráfico, corrupto, inmoral y antipatriótico. 

Es mejor prevenir que lamentar y suspender el proceso a todas luces fraudulento. El fraude electoral no es solo propio del conteo de votos sino fundamentalmente está en todo el proceso. Se dice no a las viejas caras políticas pero cuidado con las caras nuevas. Todo es relativo. Nos puede pasar lo mismo que en 1990 que nos llevó al neoliberalismo y lo nuevo podría conducirnos a ratificar el TPP para acabar con nuestras esperanzas de liberación.

Esos candidatos maleados y aladinos que aparecen con lámpara maravillosa, están dando motivos de sobra para que se justifique cualquier golpe de Estado y probablemente tendrían gran apoyo popular. Entonces mejor sería tener un gobierno interino el 28 de Julio. La última experiencia que modificó el calendario electoral fue con motivo de la “marcha de los cuatro suyos” y se pudo reprogramar con un presidente interino. Esto permitiría ir a una modificación sustancial del régimen electoral que garantice una democracia equitativa y realmente representativa que acabe con el caudillismo.

Si revisamos caso por caso a cada uno de los candidatos actuales vamos a encontrar que ninguno procede de un proceso democrático verdadero sino falsificado. ¿A quiénes representan los caudillos políticos y los candidatos al Parlamento? ¿Al campesinado, a los pescadores, a los obreros fabriles, a los industriales, a los mineros artesanales, a los policías, a los trabajadores transportistas, a los microempresarios? Revisen los planes de gobierno y constatarán que no están las demandas de estos sectores sobre los que se sostiene el PBI. 

Tal como están las cosas, acceden al poder solamente los zánganos que parasitan a las transnacionales y a los grupos de poder económico. Es tiempo pues de cambiar la democracia del dinero por una democracia realmente representativa de las fuerzas sociales de la nación. El actual régimen electoral impide la participación de las fuerzas populares porque carecen de dinero aunque son mayoría. En cambio encumbra a los patrocinados por el poder económico nacional y extranjero aunque son solo una banda política de un mismo cartel neoliberal. 

¿Por qué los gremios sectoriales y colegios profesionales que son mucho más representativos que muchos candidatos y partidos políticos no pueden participar en el proceso electoral? ¿Por qué segregar a la institucionalidad social no política? ¿No sería más eficaz tener en el Parlamento a las personás que más conocen cada sector económico? ¿Por qué permitimos que los oportunistas accedan al poder sin tener ninguna representatividad? 

Hay pues muchos aspectos a corregir en el régimen electoral y, en vista de la situación vergonzosa del Sodoma electoral actual, podría ser una ocasión oportuna cambiar las condiciones para obtener un resultado diferente. Una suspensión por un año sería beneficiosa para el futuro nacional y será más equitativo para las opciones populares que podrán prepararse mejor y tener menos desventajas frente a los testaferros del dinero.

Por su puesto que esta propuesta resulta inaceptable para los que ya se frotan las manos de apoderarse del poder político pero nada cuesta plantearlo aunque sea en solitario. Por lo menos, es una sugerencia. Peor podría ser la indiferencia y no decir nada, favoreciendo a quienes se benefician con nuestra sumisión. El muro de los lamentos no nos sirve en este caso.

Febrero 2016

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