martes, 10 de enero de 2017

ACERCA DE LOS ORÍGENES DE LOS SOBORNOS EN GRAN ESCALA




(10 de enero de 2017)
Por Miguel Aragón

Los sobornos, en gran escala,  de funcionarios públicos  (como el sonado  caso de ODEBRECHT), son  un complemento necesario e inevitable de la competencia en el mercado, entre grandes empresas. Y la competencia entre empresas es una característica propia  de la propiedad privada sobre los medios de producción.

O dicho de otra manera, mientras exista propiedad privada sobre los medios de producción, necesariamente existirá competencia en el mercado, y mientras exista competencia entre propietarios, inevitablemente se promoverá el  soborno de funcionarios

Entonces ¿dónde está la novedad de las denuncias que ahora están ocupando las primeras planas noticieras en  las últimas semanas?

En el caso peruano, desde los inicios de la época republicana, y con mayor intensidad desde el periodo de apogeo de la explotación y exportación en gran escala del guano y del salitre (entre 1845 y 1879), ha habido soborno y corrupción de funcionarios en el manejo de la política pública  peruana, incluso a escalas muy superiores a las actuales. Se recomienda revisar los escabrosos sucesos  narrados por el historiador Jorge Basadre y las encendidas y asqueadas denuncias del escritor radical  Manuel Gonzáles Prada (“donde ponemos el dedo, salta la pus”).  

 A  diferencia de la situación actual, durante el siglo XIX los corruptores predominantemente  eran los banqueros y grandes comerciantes ingleses; y posteriormente, durante la mayor parte del siglo XX, esa función de promotores del soborno de funcionarios públicos, la desempeñaron los contratistas de obras públicas (puertos y carreteras) y los empresarios mineros norteamericanos (vinculados principalmente a la explotación del  petróleo y del cobre). 

Lo "novedoso", en estos comienzos del siglo XXI, es que los corruptores de turno, son principalmente   empresas brasileñas, grandes empresas de un país que a nivel continental forma parte de UNASUR, y a nivel mundial forma parte  de los países emergentes llamados BRICS, es decir de los países que están compitiendo contra el tradicionalista hegemonismo norteamericano. 

Con la circunstancia  adicional, que en el Brasil de las últimas décadas han estado en el gobierno tímidos disidentes del hegemonismo norteamericano, como han sido el ex presidente  Lula, y la actual presidenta  democráticamente elegido Dilma, que ahora se encuentra   destituida ilegalmente. 

Esa, y no otra, es la razón, por la cual el grupo periodístico dirigido por el diario El Comercio, se ha puesto a la cabeza de las actuales denuncias. Si las empresas involucradas en la corrupción de grandes obras públicas fueran norteamericanas, como lo fueron durante la mayor parte del siglo XX, podemos estar seguros que    El Comercio “no diría nada”, y sería el primer encubridor, como siempre lo fue en el pasado reciente. 

Llamar a "movilización nacional" para "acabar con la corrupción", me parece una reverenda tontería, que puede ser producto de la ignorancia o la ingenuidad, o peor todavía, resultado del premeditado sometimiento a los planes de un sector de la propia clase dominante, que nos quiere hacer creer en la posibilidad real de VIVIR  SIN CORRUPCIÓN en una sociedad capitalista semifeudal y semicolonial, como todavía  continua siendo el Perú. 

Las necesidades vitales y las reivindicaciones urgentes del pueblo peruano son otras.   Para distraer nuestra atención, sería mejor que nos cuenten “un chiste de condorito”.

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